De entre todos sus monumentos y lugares archiconocidos, hay uno que destaca por encima del resto. Es el Valle de los Caídos, que ahora se llama Valle de Cuelgamuros desde que la ley de Memoria Democrática entrase en vigor el pasado 21 de octubre.

Este precepto, aprobado por el Gobierno de Pedro Sánchez, aunque teóricamente tiene como fin último la supuesta reconciliación, ha sido sobre todo, de venganza y revancha, además de intentar reescribir la historia. Y por ello, no está teniendo caridad ni miramientos con los doce monjes benedictinos que mantienen a flote la espiritualidad del paraje.

Fundación del Valle de los Caídos

Franco creó en agosto de 1957 la Fundación de la Santa Cruz con el único objetivo de tener a una congregación de monjes de la Orden de San Benito encargándose de todo lo relativo a los oficios eclesiásticos, entierros y mantenimiento en general del Valle de los Caídos -una Fundación que desde 1982 pasó a depender de Patrimonio Nacional y ahora está en manos del Ministerio de Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática-.

Para ello, llegó a un acuerdo con el Monasterio de Santo Domingo de Silos (Burgos), que siempre ha estado regido por benedictinos. De este modo, veinte cenobitas salieron de Silos con dirección a Madrid para hacer suyas las instalaciones recientemente inauguradas por la dictadura. Y ahí han permanecido durante más de seis décadas gracias al contrato que la orden firmó con Franco en 1958 y cuya vigencia venció en octubre de 2020 por la Ley 40/2015 de Régimen Jurídico del Sector Público. El texto regulador establecía la extinción de convencidos firmados con el Estado por tiempo indefinido que no fuesen prorrogados entre la entrada en vigor del mandato y los cuatro años siguientes.

El día a día en el Valle de los Caídos: oración, trabajo y lectura de textos divinos

Ahora mismo, la vida de los doce religiosos que resisten en la Sierra de Madrid se resume en tres actividades: oración, trabajo y lectura de textos divinos. La oración se divide en varias sesiones. La primera, en comunidad, la cual se resuelve en coro con salmos y todo tipo de cánticos. Después, el oficio de la Santa Misa, que constituye el núcleo central de los monjes. Por último, la ración personal de rezo que cada benedictino considere.

Además, y para ganarse el jornal, faenan en las distintas estancias del monasterio (panadería, zapatería, sastrería, portería y tienda), al igual que cultivan los jardines. También trabajan áreas intelectuales mediante la elaboración de escritos y encuadernación de manuales y libros. Por supuesto, dirigen la escuela de canto de la escolanía. Esto último es otro de los focos del problema, ya que parte del profesorado de la escolanía concertada son algunos de estos monjes. El hecho de expulsarlos del Valle implicaría un vacío educativo para todos los niños.

Una situación enquistada

Con esta situación legal tan complicada, el Gobierno socialcomunista de Pedro Sánchez no ha movido ficha ni se ha acercado al Valle de los Caídos en ningún momento para tratar de llegar a un nuevo acuerdo con los benedictinos. Y es que simplemente no quiere ningún trato. Quiere echarlos. Tanto es así que incluso la ínclita y parcial Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica ha denunciado esta particularidad para tratar de echar sin pudor a los monjes fuera de su casa.

Argumentan que viven de forma ilegal allí, amén de explotar para su propio beneficio económico las distintas actividades del Valle de los Caídos. El detalle que han pasado por alto es que, si residen de forma alegal, es porque el Gobierno ha decidido no sentarse con ellos para renegociar las bases del acuerdo, añadiendo una serie de impagos desde hace cuatro años que los han puesto en serios apuros económicos y por los que están dispuestos a llevar este asunto por vía legal.

¿Vuelta a Silos?

En el que sean expulsados de su casa, tal y como es la intención del Gobierno de Sánchez, los monjes regresarían al Monasterio de Silos, de donde salieron sus predecesores a finales de los años cincuenta para ocupar la abadía de la que ahora quieren echarles. En la actualidad, hay tres grupos de monjes benedictinos por España. Aparte de los monjes del Valle de los Caídos, se encuentran repartidos entre la abadía de Montserrat y la propia de Silos.