La Delegación del Gobierno en Madrid ha prohibido rezar el rosario en Ferraz, delante de la sede del PSOE, los días 8 y 9 de junio, al final de esta semana. El 8, por ser jornada de reflexión de las elecciones europeas; el 9, por ser la votación en sí.
Otra artimaña del gobierno de frenar un movimiento que lleva siendo imparable desde noviembre.
Ya lo intentaron cuando los rosarios de Ferraz llevaban desarrollándose apenas 15 días. Detuvieron a una mujer, con la espectacular imagen de esta señora, totalmente pacífica, entrando en un vehículo policial.
También multaron al organizador, José Andrés Calderón, con nada más y nada menos que 3.600 euros. Si baremamos por la cuantía económica, el Gobierno considera menos grave conducir tu coche drogado que rezar un rosario en Ferraz.
También le tocó a una joven de 17 años, que ni es mayor de edad, y por eso la multa no debería estar dirigida hacia ella. Pero poco le importa a la policía política de Sánchez si eres una peligrosa católica. 1.800 euros. La excusa es que cortaba la calle.
Cuando detuvieron a la mujer, el pretexto era que la concentración no se había comunicado a tiempo, hecho que era mentira. Pero ya sabemos que la falacia en Sánchez ya es algo compulsivo.
El PSOE quería, con las multas, y quiere ahora, con esta prohibición, parar este movimiento del rosario de Ferraz que lleva fiel, día tras día, a la misma hora, en la esquina de esa calle con Marqués del Urquijo, ya prácticamente todo el curso escolar. Son peligrosos los persistentes católicos.
Además, el delegado del Gobierno considera el rezar en público un acto político, al prohibirlo en el fin de semana de las elecciones europeas. Son totalmente distintas las manifestaciones en la puerta de la sede del PSOE a los rosarios, unos metros más abajo.
Lo primero es que el organizador, Calderón, no participa de las protestas políticas. Dirige el rosario y se va a su casa, cada tarde. Lo segundo es que hay personas que participan de la oración pública y no de las concentraciones políticas, y al revés.
Pero a los peligrosos cristianos hay que neutralizarlos como sea. Por supuesto, también si rezan ante centros de aborto. El gobierno de Sánchez y sus cómplices de Podemos y Sumar (peleados por ser tan iguales, como los hermanos que todo el día están discutiendo en casa) han modificado el Código Penal para que la oración pública, en grupos pequeños y en voz baja, delante de estos lugares de muerte, sea acoso. En otros países, como Reino Unido, hasta la oración mental a las puertas de los abortorios está penada.
Marlaska me dijo, cara a cara, hace ya casi un año, en la Comisión de Seguimiento del Plan Nacional de Delitos de Odio, que “se puede rezar no coaccionando”. Las veces que yo he visto orar frente a los centros de aborto, sea a evangélicos sea a católicos, lo han hecho con mucha paz, sin dirigirse en ningún momento a las mujeres si ellas no se dirigían a los orantes antes.
Al final, lo que quieren es eliminar la religión, especialmente la cristiana, de la vida pública. Que los creyentes solo recen en su casa y en el templo y, por supuesto, que no opinen. No vaya a ser que unos cuantos insistentes católicos, muy peligrosos, con un rosario en la mano, les vayan a desestabilizar.
María García | Presidenta del Observatorio para la Libertad Religiosa y de Conciencia
Comparte en Redes Sociales |
Evita la censura de Internet suscribiéndose directamente a nuestro canal de Telegram, Newsletter |
Síguenos en Telegram: https://t.me/AdelanteEP |
Twitter (X) : https://twitter.com/adelante_esp |
Web: https://adelanteespana.com/ |
Facebook: https://www.facebook.com/AdelanteEspana/ |
2 comentarios en «Los peligrosos católicos | María García»
Estos Gobernantes, herederos de los de 1934, no cesarán de atacar al Cristianismo. ¡Es que les repele! No llegarán a lo de 1936 porque la sociedad ha cambiado. de lo contrario…..
Eliminar la religión católica es uno de los propósitos de los oligarcas financieros que promueven el NOM. No saben los pobres lo difícil, por no decir imposible, que lo tienen. Vasallos de Satanás, según el historiador Alberto Bárcena.