Los empresarios ante la crisis política: “Juegan con el hambre de España”

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El poder económico se moviliza y traslada su malestar al Gobierno y a la oposición por la irresponsabilidad política de someter el interés general a la «confrontación fratricida» y la incapacidad de pactos de Estado.

El terremoto político que se ha puesto en marcha en España daña al interés de Estado y ha hecho que estallen las alarmas en el poder económico y en el ámbito diplomático por las consecuencias de la imagen de inestabilidad y de lucha fratricida que traslada el país en plena pandemia, con el reparto de los fondos europeos en tramitación, sin las reformas necesarias aún cerradas, y con un vacío institucional total porque la Legislatura queda clausurada en lo que afecta a los acuerdos de Estado entre los dos principales partidos. Esto incluye la renovación de los órganos constitucionales pendientes, Poder Judicial y demás vacantes en manos de la negociación entre PSOE y PP.

Ha habido llamadas a Moncloa, a ministros y a los principales referentes de la oposición por parte de representantes de la elite económica y de otros pilares de la estructura del Estado para trasladar su preocupación y el desconcierto ante la «irresponsabilidad política» de meterse en «una lucha de partidos con la gravísima situación económica y social a la que se enfrenta España». Hace un año, justo por estas fechas, el arranque de la pandemia provocó que creciera la demanda de grandes acuerdos de reconstrucción y en un primer momento, por quedar bien ante el duelo de la opinión pública, todas las partes coquetearon con ese espíritu. Pero aquello chocó rápidamente con la dialéctica del interés de partido, y un año después el país queda abocado al vértigo de las puñaladas dentro de la derecha, y a la estrategia del líder socialista y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, de cultivar la confrontación para arrinconar a Podemos y utilizar a Vox como arma de destrucción del bloque del centro derecha. Sánchez lleva la política al dilema de que o se le apoya a él o la alternativa es una derecha donde el mando lo tendrá Vox porque condicionará todos los gobiernos del PP, una vez que populares y Ciudadanos se han acuchillado en la plaza pública, con obscena exhibición de sangre, deslealtad y juego sucio.

«Los españoles no comen de la agresión entre los partidos y de sus pulsos por los votos. No es tiempo de enredarse en luchas electorales y la Legislatura ya no tiene arreglo, queda condenada a servir sólo de campo de batalla para ver quién llegar mejor a las próximas elecciones generales. Las crisis autonómicas desgarran a Ciudadanos, y también al PP, y dan la imagen de que entregan el poder de la derecha a su parte más extrema. No hay interlocutores serios. Ni palabra de Estado. No se puede reconstruir un país con una clase política más preocupada de sus jugarretas que del futuro de sus ciudadanos». Esta declaración viene de la jefatura de una de las principales empresas del Ibex y contiene el sentir que, por distintas vías, se está haciendo llegar a la clase política de la que dependen los intereses nacionales.

La economía se queja. Pero también se queja la diplomacia. El desconcierto es total después de que en cuestión de horas la estabilidad política haya estallado por los aires y que núcleos referentes fuera de nuestras fronteras, como es la capital, queden sometidos a una grave crisis institucional y a unas inciertas elecciones.

Sánchez cree que la debilidad de su entorno, y en particular de Podemos, le hacen más fuerte para reivindicarse ante los españoles. Pero esta debilidad del entorno de un Gobierno con apoyos parlamentarios precarios «debilita la imagen y la confianza de España en donde se negocian los fondos europeos y en donde se deciden las inversiones», avisan en Bruselas. Los hechos están alimentando también la tesis de que esta victoria de Sánchez sobre todos sus adversarios acerca la posibilidad de que se decida por apretar antes de tiempo el botón de una convocatoria de elecciones generales. Tiene a su favor la llegada de la vacunación masiva, el reparto de los fondos europeos antes de que Bruselas apriete con las lógicas exigencias y, además, a una derecha inmersa en un proceso de destrucción que le deja espacio por el centro, o por ahí es por donde apuntan los cálculos de Moncloa. El pesimismo en cuanto al futuro del interés general es compatible con el hecho de que se asiente la idea de que Sánchez está diseñando el contexto necesario para abrir una etapa de Gobiernos socialistas como la que en su día presidió Felipe González. Y ojo, porque el PSOE se ha asegurado el control del Ayuntamiento de Murcia, y anticipan que desde esta comunidad saldrá «basura» de presuntos casos de corrupción que será utilizada para «calentar» la campaña de Madrid, que también tendrá como marco la comisión Kitchen en el Congreso.

(Carmen Morodo. Diario La Razón)

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