El 9 de agosto de 1954 explotó sobre Nagasaki la segunda bomba atómica de la historia, tan solo tres días después de la de Hiroshima. En un instante toda la zona norte de la ciudad se vio reducida a cenizas. De los cerca de doscientos cincuenta mil habitantes que poblaban Nagasaki, murieron cuarenta mil de golpe y otros tantos en los días siguientes. De los cerca de doce mil cristianos que vivían en la zona de Urakami, ocho mil quinientos murieron en el momento. Takashi Nagai es el personaje de este libro. Esa mañana se encontraba a 700 metros del epicentro de la explosión y esa mañana se encontraba en el hospital universitario, pues era médico radiólogo. Se salvó porque quedó protegido por la estructura de cemento armado del edificio. En cambio, la bomba se llevó a su esposa. Precisamente, gracias a ella había encontrado la fe católica, movido por el testimonio de la comunidad de Urakami y, sobre todo, por el de una mujer, Midori Marina, que luego se convertiría en su mujer.
Confinado en una cama por leucemia, en la más absoluta pobreza, continuó su vida dando testimonio de que la fe y la esperanza cristianas son capaces de devolver la paz a un mundo que parecía aniquilado para siempre. Escribió numerosos libros que se han convertido en éxitos de ventas en Japón y el resto del mundo. Mucha gente fue a visitarle y finalmente murió en mayo de 1951.Takashi supo que la razón y la fe le impedían seguir viviendo sin buscar un sentido: había que separarse de lo efímero para aferrarse a algo que nunca muere. En marzo de 2021 se creó la Asociación de Amigos de Takashi y Midori Nagai (www.amicinagai.com), una iniciativa de amigos que quedaron profundamente impresionados y marcados por el testimonio de la vida de este matrimonio.
(Gabriel Cortina)