Lenin pisó la Luna | Michel Eltchaninoff

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Se cumple el centenario de la muerte de Lenin. Del conjunto de obras publicadas recientemente, cabe destacar un curioso ensayo del filósofo Michel Eltchaninoff. Además de profesor, periodista, ensayista y redactor jefe de la revista «Philosophie Magazine», creó la asociación «Les Nouveaus Dissidents» con el propósito de dar voz a los artistas y pensadores.

El enfoque que hace es centrarse en lo que se denominó el «cosmismo», como una de las fuentes de inspiración del bolchevismo soviético. Se trata de un movimiento filosófico cuanto menos extraño, pero del que formaban parte cuatro grandes figuras que rodearon a Lenin y que configuraron la perspectiva visionaria del comunismo a nivel mundial.

En un extraño ceremonial el cuerpo embalsamado de Lenin permanece en la Plaza Roja mientras que otros grandes protagonistas de los últimos cien años han ido desapareciendo. Hoy, el cuerpo del fundador de la URSS sigue recibiendo el pertinente tratamiento para evitar la inexorable descomposición y es objeto de un auténtico culto religioso. Allí mismo, el presidente de la Federación Rusa preside cada 9 de mayo los desfiles militares, acompañado por el mayor número de líderes extranjeros posible. El cuerpo de Lenin sigue siendo el corazón del país, su centro simbólico.

Precisamente, para el autor de este ensayo, la exposición en un mausoleo de su cuerpo embalsamado constituye una deslumbrante victoria del «cosmismo». Algunos de aquellos hombres que rodeaban al gran líder, y que en algún caso llegaron incluso a competir con Lenin por la dirección de la fracción bolchevique del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso, tenían una visión del socialismo muy diferente a la de Vladimir Ilich. Se trata del filósofo Aleksandr Bogdánov, el teórico del arte Anatoli Lunachrski, el escritor Maxim Gorki, y el ingeniero Leonid Krasin, que es quien crea en 1924 una comisión funeraria para la inmortalización de Lenin. La vida de Krasin daría para un asombroso documental. No se trata de preservar la memoria, sino el cuerpo. Los bolcheviques querían dioses.

Todos, de una forma más o menos cercana, estuvieron vinculados al cosmismo y sus ideas. El corazón y su cerebro serán enviados a un instituto de investigación para ser estudiados y algunos marxistas acérrimos se oponen violentamente a tan extraña idea. Para Trotski, este proyecto no es más que un delirio «criptorreligioso» que hundirá a la nueva Rusia en supercherías propias del pasado. Con razón, Lenin, el despiadado líder marxista de la emancipación social, el racionalista intransigente, el enemigo de la alienación religiosa y del idealismo pequeñoburgués, no puede correr la misma suerte que los santos rusos, cuyas reliquias supuestamente incorruptibles el pueblo aún venera en los monasterios.

Krasin llegó a afirmar en 1921, mientras pronunciaba la oración fúnebre de un excompañero químico y revolucionario, afirmó: «Estoy seguro de que llegará el momento en que la ciencia será tan poderosa que podrá recrear un organismo muerto. Estoy convencido de que llegará el momento en que podamos utilizar los elementos de la vida de un fallecido para recrear su persona física«. Como el comunismo hizo con toda civilización, gracias a la dictadura del proletariado, la humanidad sería liberada sirviéndose de todos los medios. «Al fin y al cabo, señala el autor, tras vivir una existencia como la de Lenin, Stalin o Krasin, a un tiempo agitadores sociales, líderes políticos, teóricos marxistas, terroristas y ladrones de bancos, presos políticos o exiliados sin dinero, convertidos en unas pocas horas en dueños y señores del mayor país del mundo, ¿seríamos realmente capaces de aceptar morir para siempre, como el común de los mortales? Sea como fuere, el proyecto embalsamador de Lenin no está muy lejos del sueño cosmista: un proyecto en el que lo criptorreligioso y lo seudocientífico se entremezclan a la perfección».

Para esta filosofía, es al ser humano a quien corresponde dirigir la evolución de la totalidad del cosmos: en el ámbito del espacio, por supuesto, pero también en los ámbitos geológico, biológico, físico o psicológico. La creatividad humana, revelada y utilizada de forma generalizada desde el Renacimiento, no ha dado ni mucho menos todo su potencial. Ahora, con la tecnología, la digitalización y la inteligencia artificial, puede ser un gran salto hacia delante. Michel Eltchaninoff se hace esta pregunta: ¿qué tienen en común el papel mesiánico que Vladímir Putin confiere a Rusia y el proyecto SpaceX de Elon Musk? ¿qué relación hay entre el interés de Google por revertir el envejecimiento y la momia de Lenin celosamente custodiada en la Plaza Roja de Moscú? La respuesta se encuentra en el «cosmismo» y su influencia, que ha atravesado la historia entera de la Unión Soviética y que aún hoy se hace sentir en los proyectos más audaces emprendidos en Silicon Valley. Cien años después de Lenin, siguen vivos movimientos como el transhumanismo, teorías que buscan colonizar el espacio o hacer realidad el sueño de la inmortalidad.

Autor: Gabriel Cortina

Ficha técnicaLenin pisó la Luna
Michel Eltchaninoff
Editorial Rosamerón
246 páginas
@rosameronEd

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