Y ahí viene la trampa. Los nuevos países tendrán que aceptar la Agenda 2030 ya instalada si quieren entrar en una Europa.

Y es que Michel, como Von Der Leyen, o Macron, no están dispuestos a que los nuevos países se comporten de forma parecida a Polonia y Hungría, que han abrazado el cristianismo y por tanto, han entrado en liza con Bruselas. Polacos y húngaros tienen gobiernos, hoy minoría en Europa, que creen en algo y que aún distinguen entre el bien y el mal… lo que no implica que siempre elijan el bien. Tanto Varsovia como Budapest saben bien lo que es el comunismo porque lo han sufrido. Y los siete aspirantes, también son excomunistas. A esos les cuesta algo más que les engañen los eurócratas bruselinos… pero recuerden que es Bruselas quien, por el momento, tiene el dinero.

Y como no quieren otra Polonia o Hungría, Michel propuso la idea de una «cláusula de confianza» para evitar que ciertos miembros bloqueen el proceso de adhesión de otros vecinos, como ha sido el reciente caso de Bulgaria con respecto a las aspiraciones de Macedonia del Norte.

Por tanto, antes de que se apruebe su entrada, han de pasar el examen de idoneidad, que en Bruselas consiste en abjurar de tus convicciones. Para ser exactos de cualquier tipo de convicción. Y ya saben, si quieren entrar en Europa, acepta sumisamente la agenda 2030.

(Con información de Hispanidad)