La cristianofobia aumenta en todo el mundo

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En Sri Lanka, se bendice la nueva Capilla de los mártires para conmemorar los atentados de Pascua. Y en Haití, el clero teme sufrir más secuestros.

Comenzamos esta crónica semanal sobre persecución a los cristianos en Egipto, donde el Estado Islámico (EI) ejecutó a un cristiano copto ortodoxo, matándolo de un tiro en la cabeza. El nuevo mártir había sido secuestrado en noviembre. El vídeo de la ejecución, difundido en los canales sociales del grupo yihadista, fue compartido por numerosos usuarios y plataformas.

La víctima -para los ortodoxos del país, un «nuevo mártir»- era un apreciado intelectual y comerciante de 62 años, Nabil Habashi Khadim. El hombre fue secuestrado el 8 de noviembre del 2020 en la ciudad de Bir Al-Abd, en Sinaí del Norte, y ejecutado con una Kalashnikov mientras estaba arrodillado en el suelo.

Fuentes locales informaron que el hombre había contribuido a la construcción del único lugar de culto cristiano de la ciudad, la iglesia de la Virgen de Anba Karras (Nuestra Señora). En el vídeo, poco antes de apretar el gatillo y ejecutarlo, uno de los verdugos de la célula local de DAESH (acrónimo árabe del EI) acusa explícitamente al hombre de haber contribuido, incluso económicamente, a la construcción de la iglesia. El grupo yihadista también acusa a la iglesia de «colaboracionismo» con el ejército, la policía y los servicios de inteligencia egipcios.

La muerte ha generado dolor y consternación en la comunidad copta egipcia, cuyo patriarca, Tawadros II, difundió un comunicado de condena y pidió oraciones por el hombre «secuestrado hace cinco meses por elementos takfiríes en Sinaí del Norte, y posteriormente martirizado». La Iglesia, continúa la nota, «llora a un hijo y siervo fiel» que ahora está en la gloria celestial de Cristo por haber «dado testimonio de su fe hasta el sacrificio de la sangre».

Los 15 obispos, con sacerdotes, religiosos y fieles católicos, inauguraron la nueva capilla de los mártires en el cementerio de Negombo 

Hablando de mártires, en Sri Lanka, las campanas de las iglesias de todo el país tocaron para recordar a las víctimas de los atentados del 21 de abril de 2019, cuando los terroristas provocaron una masacre durante la celebración de la Pascua. Además, se celebró una misa solemne de conmemoración.

Ese día de abril de hace dos años, nueve terroristas afiliados al grupo islamista local ‘Thowheed Jamathha’ atacaron tres iglesias y tres hoteles de lujo, matando al menos a 258 personas, entre ellas 37 extranjeros, e hiriendo a más de 500 personas. Siete bombas explotaron en dos iglesias católicas (la de San Sebastián en Negombo y el Santuario de San Antonio en Kochchikade, Colombo), y otra en una iglesia evangélica en Batticaloa, en el este del país.

Por su parte, los 15 obispos, con sacerdotes, religiosos y fieles católicos, inauguraron la nueva capilla de los mártires en el cementerio de Negombo, lugar de uno de los atentados, gracias a los donativos recogidos con la red internacional de las Obras Misionales Pontificias.

En los últimos días, el Cardenal Malcolm Ranjith ha pedido que un tribunal internacional investigue de forma independiente los atentados de Semana Santa de 2019. El entonces presidente Maithripala Sirisena estigmatizó primero a los extremistas islámicos y luego a la red internacional de narcotráfico a la que supuestamente quería dirigir sus esfuerzos de lucha contra el tráfico. Se sabe que las autoridades habían recibido información por parte de la inteligencia antes de la masacre, pero fue ignorada.

Los sacerdotes y los religiosos corren realmente peligro de desarrollar una psicosis. Vivimos con un miedo constante 

Y en Haití, el obispo de Hinche, Monseñor Jean Désinord, dijo que existe gran temor entre el clero católico de convertirse en víctimas de secuestros, después de que el domingo 11 de abril cinco sacerdotes, dos religiosas y tres laicos fuesen raptados cerca de la capital Puerto Príncipe.

En una entrevista concedida a la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN), Mons. Désinord, dijo que el clero se pregunta actualmente: “¿Quién será el siguiente? Yo o un hermano”. “Los sacerdotes y los religiosos corren realmente peligro de desarrollar una psicosis. Vivimos con un miedo constante”.

El obispo también comentó que los casos de sacerdotes y religiosos secuestrados han aumentado recientemente. “El año pasado fueron secuestrados un sacerdote y una religiosa. Afortunadamente, ambos fueron liberados. Desgraciadamente, no hay una solución rápida al problema de los secuestros. La Iglesia solo puede apelar a los líderes políticos para que garanticen la ley y el orden”, dijo el Prelado durante la entrevista.

Mons. Désinord cree que la ola de secuestros se enmarca en la delincuencia generalizada en Haití, ya que a través del crimen “es fácil hacer dinero con secuestros”. No obstante, tampoco descartó que los secuestros tengan un trasfondo político.

Además, la Conferencia Episcopal de Haití (CEH) y la Conferencia de Religiosos del país decidieron cerrar del 21 al 23 de abril las escuelas y las universidades de la Iglesia Católica para pedir la liberación de los secuestrados; sin embargo la medida no afectó a las instituciones de salud ni la celebración de las Misas.

(José Ángel Gutiérrez. Hispanidad)

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