La “Agenda Estacional 2030”: el ciclo del control global

En los últimos años, la llamada Agenda 2030 se ha convertido en un símbolo de poder político, mediático y económico de las élites globales. Y en este contexto, la “Agenda Estacional 2030” representa el ciclo del control global.

Ha corrido una ilustración conocida como “Agenda Estacional 2030” que se ha hecho viral en redes sociales. Desconocemos su autor – lo firma un tal «chico triste«-pero resume de manera magistral cómo cada estación del año se convierte en un instrumento de ese engranaje globalista: la manipulación del clima, el alarmismo mediático, la propaganda del miedo y la intervención política en la vida cotidiana.

El discurso del “bien común” y del “cuidado del planeta” sirve como herramienta para imponer una nueva moral global, diseñada desde organismos internacionales al servicio de las élites y ajenos a la soberanía de los pueblos.

Primavera: la manipulación del clima y el relato ecológico

Cada primavera asistimos al mismo fenómeno: intensificación de las fumigaciones por todos los cielos de las ciudades españolas para, según expertos, generar «efecto invernadero» que aumenta la sensación térmica. Además, empiezan las campañas mediáticas sobre “crisis climáticas”, “emergencias ambientales” o “sequías sin precedentes”. Todo se presenta como prueba irrefutable de un supuesto colapso planetario.

Sin embargo, el mensaje es siempre el mismo: los ciudadanos deben aceptar más impuestos, más restricciones y más control. En nombre del clima, se justifican medidas que limitan la libertad individual, la producción nacional y la propiedad privada.

La ciencia —instrumentalizada políticamente— se convierte en herramienta de propaganda. Cualquier voz disidente es silenciada o ridiculizada. El nuevo dogma verde no admite debate. Y mientras tanto, las grandes corporaciones internacionales se benefician de nuevas regulaciones, monopolizando los sectores energéticos y alimentarios bajo la etiqueta de lo “sostenible”.

Verano: incendios, especulación y negocio energético

El verano se ha convertido en la estación del miedo al fuego. Cada año, los medios abren con titulares sobre “olas de calor mortales” y “bosques arrasados por el cambio climático”. El relato dominante utiliza los incendios para reforzar la narrativa de la catástrofe ecológica. Sin embargo, pocas veces se habla de de que la mayoría de dichos incendios son provocados, o de la negligencia política, la mala gestión forestal o la desprotección de los entornos rurales.

Y casi nunca del objetivo de que dichos incendios sean provocados: la recalificación de terrenos en su programa de instalar renovables o para extraer tierras raras. Así, «casualmente» se promueven nuevos planes controlados por grandes fondos internacionales, mientras se imponen trabas a la explotación nacional de recursos naturales.

Todo encaja dentro del gran negocio verde: el de las energías “renovables” subvencionadas, las licencias de CO₂ y las inversiones transnacionales que favorecen a las élites financieras de Bruselas, Davos y Nueva York. La supuesta defensa del planeta se convierte, así, en una nueva forma de colonización económica.

Otoño: alarmismo meteorológico y control social

Con la llegada del otoño, el ciclo mediático cambia de tono: aparecen las alarmas meteorológicas, las inundaciones programadas a través de aperturas de presas y geoingeniería, las predicciones apocalípticas y las imágenes de inundaciones o tormentas extremas.

De nuevo, el mensaje es el miedo. Miedo a un fenómeno natural o provocado deliberadamente, amplificado hasta el extremo por los medios de comunicación, con el objetivo de mantener a la población en estado de alerta permanente.

Cada alarma refuerza la idea de que el Estado —o los organismos internacionales— deben intervenir más, planificar más, vigilar más.

Se consolida así la lógica del control: el ciudadano renuncia a su libertad a cambio de una seguridad ilusoria. El pensamiento crítico se diluye entre titulares alarmistas, y el periodismo independiente queda marginado por el aparato comunicativo oficialista, financiado con dinero público o subvenciones globalistas.

Invierno: epidemias, miedo y manipulación informativa

El invierno, en esta “agenda estacional”, representa la fase más profunda del control: la gestión del miedo sanitario.

Tras la pandemia, quedó demostrado cómo los medios, las instituciones globalistas internacionales y parte de la industria farmacéutica pueden coordinarse para imponer un relato único.

Las fases son evidentes: alarmismo mediático, falsas epidemias y repuntes víricos, estadísticas ficticias y prevaricación farmacológica

Las consecuencias son claras: limitación de derechos, censura de opiniones médicas alternativas, y la consolidación de un modelo autoritario en nombre de la salud pública.

El ciudadano obediente, temeroso y dependiente del mensaje oficial se convierte en el ideal del nuevo orden comunicativo.

Y cuando la atención mediática se desvía del clima hacia la salud, el resultado es el mismo: pánico, obediencia y control.

Un ciclo sin fin

La llamada “Agenda Estacional 2030” no es más que una representación simbólica del mecanismo que el globalismo utiliza para mantener el poder: una cadena de crisis sucesivas —climáticas, energéticas, de guerras, sanitarias o sociales— que justifican la intervención política y la pérdida de soberanía.
Cada estación tiene su relato, su miedo y su propósito. Y detrás de todos ellos, se encuentra la misma estructura: un sistema de gobernanza supranacional que erosiona la identidad nacional y sustituye la verdad por el relato útil.

El ciudadano informado, libre y responsable se convierte en un obstáculo para ese modelo. Por eso hay que cancelarlo. Y por ello es tan necesario recuperar el periodismo independiente, la educación crítica y la defensa de la soberanía informativa.

Defender la verdad frente al relato

Frente a esta maquinaria global de propaganda, la respuesta debe ser clara: la defensa de la verdad, de la libertad y de la soberanía nacional. La verdadera emergencia no es climática, sino moral y cultural.

La “Agenda Estacional 2030” simboliza el intento de transformar cada aspecto de la vida en un instrumento de control poblacional. Desde el clima hasta la salud, desde los medios hasta la economía, todo se orienta a un mismo fin: consolidar un poder global sin raíces, sin patria y sin alma.

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