La Agenda 2030, ya se ha intentado otras veces (I) | José Antonio Ruiz de la Hermosa

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En el mundo hay una agenda 2030, y todo lo relacionado con la ideología que la sustenta, tiene un fin muy claro que es constantemente recitado por tirios y troyanos: “En 2030 no tendrás nada, pero serás feliz”. Y en eso estamos. Lo estamos viviendo en Ucrania, lo hemos visto en la descoloniza de los diversos continentes y aquí y sobre todo en la destrucción de España. La estamos viviendo en la destrucción del País, los que como yo la hemos conocido antes de estos días, aquellos que ya no somos jóvenes; aquellos que conocimos una España próspera, donde todos y cada uno de los españolitos teníamos una formación cultural y sobre todo unificadora de nosotros mismos, algo que desde antes de 1975 ya empezaba a fraguarse en las mentes perversas de quienes pretendían nuestra destrucción. Y prontamente les contare como y de qué forma, pero antes es mejor que hablar de un país, España, hablemos de todo el mundo en que está situada.

Todo comenzó y viene desde la creación de la Organización de las Naciones Unidas, allá por los años cuarenta del siglo pasado; algo en lo que la casi totalidad de naciones y ciudadanos creían imprescindible para la “paz” y el buen funcionamiento en las relaciones entre países. Pero esta organización no surgió de la nada, sino que ya venía viciada de origen, pues era digna heredera de la Sociedad de Naciones, y de sus creadores, aquellos que tomaron al asalto el inicio del siglo XX, con la única e inquebrantable decisión de la destrucción de aquellas naciones que vertebran Europa y que se constituían en las garantes de un sistema naciente, pero que también iba en contra de los intereses de los lobbys que se asentaban en Norteamérica y el Imperio Anglosajón, verdaderos artífices de esta “Historia” y sus fines.

Los que no querían mantenerse en la línea de estos designios, un imperio fenecido, como el español, que desde dentro se voló, se volatilizo a sí mismo, cuando sus dirigentes, traicionando todas las expectativas de continuidad posibles, vaciaron de contenido las instituciones que podrían haberlo mantenido en pie, creando así el germen de una destrucción anunciada y de la que se aprovecharon económicamente, como se puede constatar por lo movimientos económicos de la época. Por otro lado los otros tres imperios contrarios al anglo, es decir el austriaco y el ruso, fueron debidamente enfrentados entre sí y contra los elementos principales de la acción. De paso el único emergente no anglo, que crecía eminentemente, fue debilitado adecuadamente con su entrada en la Guerra Mundial que enfrentaba a los demás.

De todo aquello, se consiguieron, casi, los objetivos que en ese momento constituían la primera piedra de un nuevo orden mundial, en los que la banca neoyorquina y londinense obtuvieron los beneficios deseados, así como una nueva redistribución de los territorios, crecimiento de los Imperios Inglés y Francés, apareciendo con fuerza el norteamericano. Mientras, en Europa y muchos otros lugares la destrucción de la “Guerra” acabó con infraestructuras, medios de creación de riqueza y con el primero y principal de los objetivos, la desaparición de varios millones de personas. Este era el objetivo principal de todo el entramado, pero casi se consigue, este y otros muchos. Curiosamente aquí aparece una gran epidemia, Pandemia de una gripe que también nació en China, se propagó por el Ejército Norteamericano y acabó llamándose española, y que vino como anillo al dedo al llevarse por delante, según cálculos no gubernamentales, unos doscientos millones de personas en todo el mundo.

La mayoría de los efectos fueron logrados, pero como no todo salió como se preveía, quizás porque los causantes del problema no calcularon bien sus efectos, quizás porque fiaron en determinados de sus agentes que debían de hacer lo que al final no hicieron, provocó una nueva Guerra que esta vez pensaron que si era la definitiva. Pero, fiaron en los herederos del marxismo, con Lenin a la cabeza, un hombre de futuro para llevar adelante la destrucción de un imperio, que acabó rodeándose de auténticos satanes, alguno de ellos como Stalin o Frunze, cuya única orientación era la destrucción y el ansia de poder. Mientras, en Europa Central el desmembramiento de los dos grandes imperios llevó a situaciones complejas y sobre todo a que la debilidad de los países principales trajese hambre y miseria, que trató de ser compensado, por esos mismos dirigentes en la sombra, con otro hombre a dirigir adecuadamente.

Conocemos el final de la historia, Lenin, oficialmente murió de las consecuencias de un atentado y varios disparos en la cabeza, que le provocaron unos desastres neurológicos, y que finalmente le llevaron al mausoleo de la Plaza Roja. Curiosamente con los mismos síntomas que provoca una “sífilis terciaria”, enfermedad que había contraído muchos años antes, posiblemente en Viena. Y los hechos se descarriaron pues el camarada Trotsky, presunto sucesor de Lenin, fue depurado, junto con todos sus adláteres y, los que no murieron en la depuración, tuvieron que huir para morir después. El mayor país del mundo cayó en poder de un sanguinario llamado Stalin y lo que en ese momento pretendía la Sociedad de Naciones se estropeó. Lo que obligó a reconducir el Centro de Europa. Y llegaron los nacionalismos y un recambio en el que los lobbys metieron dinero, mucho dinero.

Y esta nueva solución, contra el desastre de la reconducción del mundo también se fue al garete, en parte, porque los que la hacían se creyeron que podían ser independientes y luchar por su nación, y eso les llevó a donde todos conocemos. Nuevamente una Gran Guerra, un enfrentamiento, que inicialmente se había planteado para sojuzgar a la Unión Soviética, se convirtió en un problema que hubo que modelar, buscando la destrucción del destructor y dejando para otro día al heredero de Stalin, si bien se logró que su victoria contra el «solucionador» centro europeo fuese a un precio “pírrico”, que los directores del sistema creían facilita la solución, se les olvidó algo fundamental: «los esclavos» de los países eslavos, tragaron lo indecible por un par de generaciones. El miedo hace maravillas. Y ahí, es donde llegamos a la segunda parte de esta serie de artículos: Las Naciones Unidas y su invento para controlar el Mundo, es decir la Agenda 2030, pero eso y la parte de donde tratamos de España y su disgregación en la destrucción de Europa y el Mundo que conocemos, lo dejamos para dos nuevos capítulos ó mas, depende lo que tardemos en contar una historia de difícil entendimiento y que es contraria a la «verdad oficial», algo por lo que mucha gente acaba cayendo por unas escaleras y camino del cementerio. La «verdad oficial» tiene esos peligros. Luego… ahí lo dejo.

José Antonio Ruiz de la Hermosa | Escritor

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