Javier Esparza es periodista, narrador certero, bien documentado, intuitivo y emotivo. Autor de títulos tan celebrados como su exitosa trilogía La Reconquista, Historia ilustrada de la legendaria infantería española y El tercio que nunca existió, entre otros, a José Javier Esparza le gusta contar nuestra historia, cómo era la España de entonces, qué sentía aquella gente, por qué combatía.
La periodista Nieves B. Jiménez le entrevista para La Gaceta con motivo de la publicación de su último libro, «El jinete de luz. Clavijo, la batalla prohibida de La Reconquista», Por su interés reproducimos dicha entrevista.
Se ha especializado en héroes, conquistas, batallas, la conducta humana, la épica, el compromiso… Decidió hace un tiempo emprender la “reactualización de la historia de España como combate”. ¿Siente, cada vez más, la necesidad de contar nuestra Historia?
Todos necesitamos que se cuente nuestra historia colectiva, del mismo modo que necesitamos contarnos nuestra historia personal, y para lo mismo: para saber quiénes somos y qué pintamos aquí. Hoy vivimos en una civilización que tiende a invitarnos al olvido, quizá para hacernos a todos iguales: consumidores intercambiables unos por otros. Pero ceder a eso es tanto como renunciar a ser humanos.
El jinete de luz se desarrolla durante el Siglo IX, en España han caído los visigodos… ¿Con qué disfruta más a la hora de escribir estas novelas y recrear estos personajes? Y, ¿qué es lo que nos estamos perdiendo los españoles al no profundizar en nuestra propia historia?
La tarea de documentación siempre es la más divertida: tanto la búsqueda de fuentes (y yo procuro ser lo más riguroso posible en eso) como la localización geográfica, pisar el suelo que luego vas a llevar a la narración. Y por el camino estás descubriendo constantemente cosas nuevas, cosas que en realidad nos hablan de nosotros mismos. Pero no creo que los españoles estemos desdeñando nuestra historia, al revés: en comparación con cómo estaba el paisaje hace sólo veinte años, hoy vivimos un momento de verdadera reconquista.
Las intrigas, luchas de intereses, las amistades peligrosas, eran peores antes que las que vemos ahora… No se andaban con chiquitas para acabar con un enemigo…
Bueno, la política siempre ha sido igual en todas partes. Es verdad que hace mil años se mataba con más facilidad que ahora. Pero por poner un ejemplo: una intriga palaciega como la que llevó a la muerte del eunuco Nasr Abu l-Fath en la corte del emir Abderramán II, que es uno de los ejes de El jinete de luz, es un episodio absolutamente pasmoso. No diré más.
Qué poco valoramos a los hombres y mujeres que han hecho tanto por nuestro país, españoles tan valiosos…
Esto forma parte de ese olvido del que hablábamos antes, y que es un rasgo general en todo Occidente. No creo que en España sea peor que en otras partes. Pero por eso hay que contar la historia de los que nos legaron lo que hoy tenemos.
Por otra parte, las leyendas y sus enconados e interesados puntos de vista así como los tópicos desvirtúan la realidad, la desdeñan. Recuerdo a Julio Anguita diciendo “eres más de derechas que Pelayo”. La Reconquista es, posiblemente, la que más leyendas acumula…
La Reconquista es un periodo muy largo, absolutamente decisivo en la historia no sólo de España, sino de toda Europa. Y ciertamente rica en leyendas y en hechos y personajes que, siendo reales, se transformaron en legendarios, como ocurre con la batalla de Clavijo que describo en esta novela. Después están las leyendas negras, efectivamente, y la tendencia a interpretar los hechos del pasado con ojos de hoy, lo cual es un grave error. En cuanto a Anguita, al propio don Julio le impresionaría saber que para los actuales comunistas no deja de ser un señor… de derechas.
Pienso que donde más nos deberíamos mirar como españoles, al conocer el desempeño de aquellos hombres que crearon nuestra historia, es aprendiendo del coraje, el carácter, la dignidad, la lealtad, la disciplina…
Es verdad que uno repasa la historia de nuestros grandes momentos y encuentra virtudes individuales y, sobre todo, colectivas que hoy parecen ausentes. Yo quiero creer que todo eso duerme en algún lugar de nuestra alma colectiva y que despertará cuando más lo necesitemos. Ahora, tal vez.
Algunos de nuestros políticos deberían también hacerse con sus libros como perfectos manuales para ser un buen líder
Pues ya que usted lo propone tan amablemente, le diré que sí. Para empezar, porque les enseñaría qué suelo tienen bajo los pies, de qué cosas son capaces los españoles cuando encuentran el entorno adecuado. Y además están los grandes ejemplos de liderazgo personal, en efecto.
¿Por qué “batalla prohibida”? Cuéntenos los pilares fundamentales que traslada a los lectores en El jinete de luz
Clavijo es la batalla prohibida de la Reconquista porque desde finales del XVIII se impuso la tesis –no diré que incorrecta– de que esa batalla, tal y como la cuenta la tradición, en realidad nunca existió. ¿Recordamos lo esencial? Los musulmanes imponen a los cristianos un tributo humillante que consiste en entregarles cien doncellas, el rey Ramiro I se alza contra esa imposición y va a la guerra; la batalla decisiva es en Clavijo, en La Rioja, y cuando todo parece perdido, aparece el apóstol Santiago a caballo y nos da la victoria. Ahora bien, si el corpus narrativo de Clavijo es globalmente una invención, sin embargo casi todos los elementos que componen la narración ocurrieron realmente o son enteramente verosímiles. Por ejemplo, sabemos que en el mismo sitio de Clavijo, en la zona de Albelda, se combatió largamente muy poco después de las fechas que señala la leyenda. La cuestión es: ¿cómo era la España de entonces, qué sentía aquella gente, por qué combatía? Eso es lo que tratado de reconstruir.
Vuelvo a los tópicos. A Pelayo se le tilda aún de franquista, se habla del nacional catolicismo…, con lo fácil que es coger un libro y documentarse. Lo de la memoria histórica no logran entenderla. ¿Por qué nos dejamos manipular, por qué somos tan olvidadizos?
La historia siempre ha sido un campo de batalla, no sólo ahora. Por soltar un titular: la historia es el frente principal en la guerra por la identidad colectiva. En esa guerra no está en juego sólo la verdad, sino también cómo la interpretamos, qué hacemos con ella. Cuando el poder siente que está perdiendo, entonces hace una ley como las “leyes de memoria” que hoy padecemos.
El problema llega cuando quieren ver la Historia desde el presente. ¿La gente está muy confundida? Dices, por ejemplo, “patria” y saltan todos los resortes. La patria no es únicamente tu bandera, es también un paisaje con restos de castillos donde se libraron batallas, son obras arquitectónicas, es Cervantes…
La patria es también el nombre que llevas, la cara que tienes, la lengua que hablas… Y todo lo que compartes con esa gente que tienes alrededor y a la que no conoces. Y ese impulso que te lleva a marcharte a Valencia a quitar barro porque de algún modo sientes que ese dolor no es ajeno, que es también tuyo.
Vamos a imaginar que llega Pelayo por la España actual y entra al Congreso a echar un vistazo, ¿qué pensaría? ¿cómo cree que actuaría?
De entrada, se marcharía a Paiporta a echar una mano. Y después volvería al Congreso y buscaría a don Oppas, el obispo traidor, para decirle un par de cosas. El Congreso está lleno de Oppas.
Novelar la Historia conlleva, por un lado, seguir fiel a la historia pura y dura y, por otro, echar a volar la imaginación y convertirse en un narrador que transmita tesoros de la condición humana como el honor, la lealtad, el sufrimiento en la batalla… ¿Qué tarea saborea más?
Disfruto todo el tiempo, lo mismo buscando la topografía del Solar de Valdeosera o los menús de Ziryab en el alcázar de Córdoba, que imaginándome el aspecto del conde Rodrigo o metiéndome en la piel de Aldonza, la hija del rey Ramiro. Lo que yo intento es que la imaginación no se contradiga con la realidad documentada.
Por otra parte, imprescindibles los lugares donde se sitúa la acción. Más que escenarios, ¿la geografía es auténtica protagonista y condiciona a historia y personajes?
Ninguna historia humana puede separarse de su entorno físico. Somos seres que han de sobrevivir adaptándose a una naturaleza determinada, y ese esfuerzo de adaptación crea tradiciones, identidades, instituciones, incluso un carácter especial. Si nos trasladamos a la España del siglo IX, que es el marco temporal de esta novela, el relato de ese temprano periodo de la Reconquista pasa necesariamente por las montañas, que son un muro, y las llanuras, que son una promesa de libertad y a la vez un peligro cierto, y por los ríos cuyo curso delimita las acciones de los hombres. Aquí he tratado de que la descripción de paisaje sea lo más exacta posible. Me gusta ir a los lugares, patearlos, fotografiarlos, estudiarlos e imaginar cómo podían ser mil años atrás. Por otro lado, una batalla no se entiende si no se conoce el terreno. Aquí también la geografía manda.
Aparte de las controversias y versiones varias, la batalla de Clavijo sirvió para configurar la unidad religiosa en la Reconquista. Elegimos la cristiandad, nuestras raíces cristianas… “Sólo recuerdo la emoción de las cosas”, decía Antonio Machado. Parece que tenemos que escondernos cuando pronunciamos palabras como España o dices que eres creyente…
Me parece que ya no. Lo más importante que ha pasado en la cultura española en los últimos veinte años es la ola de interés popular por reapropiarse de la historia. Basta entrar en cualquier librería. ¡O en patrullar un poco los podcasts o YouTube! Es una auténtica revolución cultural. Todo eso era inimaginable hace veinte años. Y esto lo ha hecho la sociedad al margen e incluso en contra del poder, que lleva medio siglo flagelándonos las espaldas con el discurso del odio a sí mismo, de la culpa colectiva. La gente, o al menos una parte significativa, se ha rebelado contra eso. Desde ese punto de vista, estamos viviendo un momento fascinante.
¿Qué supone una sociedad que no conoce de dónde proviene?
Si sólo fuera desconocimiento… No, es peor. Lo que el poder nos predica es directamente endofobia, odio hacia uno mismo. El poder, en España, lleva medio siglo abanderando la leyenda negra antiespañola. Contra la Reconquista, contra la conquista de América, contra la España imperial… Siempre contra. Pero, claro, uno no puede vivir siempre odiándose a sí mismo, ni individual ni colectivamente. Sobre todo cuando la realidad es tan distinta de ese juicio siempre negativo. Por responder a la pregunta: una sociedad que ignora de dónde proviene es una sociedad infantil, como si todos fueran niños. Creo que fue Cicerón el que dijo eso. Y nada más fácil de manipular que una sociedad infantilizada.
Sin ir más lejos, el espíritu guerrero de la batalla está en los versos iniciales del himno al apóstol Santiago. Ahora muchos libran una “batalla” crucial en Valencia para salir adelante y recuperar sus vidas. Pedro Salinas decía, “ni el país, ni Madrid, ni la gente volverán a ser lo mismo”. ¿La desgracia ocurrida en Valencia podría suponer un punto de inflexión, un despertar?
Ojalá. En cierto modo lo ha sido ya. Otra cosa es que el entusiasmo vaya a durar. Nuestro tiempo es el imperio de lo efímero, que decía Lipovetsky. A los que tienen voz pública nos corresponde que esta maravillosa reacción popular ante la tragedia no quede ahogada entre broncanos y netflix.
Echando la mirada atrás, ¿qué hemos hecho realmente bien los españoles?
Tengo un libro sobre eso: No te arrepientas, que son treinta y cinco razones para estar orgullosos de nuestra historia. Por decirlo en pocas palabras, la fórmula de Luis Suárez sigue siendo válida: España es una de las cinco naciones (con Francia, Inglaterra, Alemania e Italia) que han construido el concepto de Historia Universal.
“Es importante la batalla política no por cambiar, únicamente, un poder por otro, sino un destino”, le escuché hace poco. Seamos optimistas, ¿qué reconquistas o conquistas tenemos pendientes?
Efectivamente, creo que el combate de fondo es ese: se trata de volver a ser, en todo el sentido del verbo. Y de entrada, el primer objetivo podría consistir en recuperar eso que se llama soberanía nacional y que, al final, no es otra cosa que lograr que otros no decidan por ti. Para eso es primordial que los españoles reencuentren su identidad, que vuelvan a saber quiénes son. Si hoy hay que hacer alguna reconquista, es precisamente esa.
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2 comentarios en «José Javier Esparza: «Es primordial que los españoles reencuentren su identidad, que vuelvan a saber quiénes son»»
Grande José Javier Esparza. Impagable su labor para la «II Reconquista».
Aquí esta el quid de toda la situación parece ser.
»…que vuelvan a saber quienes son». Tarea difícil por no decir imposible…
Es insuperable el poder tecnológico, cuentan la historia como les conviene.
Tremendo articulo y super aleccionador!