Las elecciones celebradas este domingo en Cataluña confirman la caída electoral de Podemos. El partido de Pablo Iglesias va dejándose músculo en cada cita con las urnas. En los últimos meses, la formación ha ido perdiendo aún más apoyos, pese a su disponer de un indudable altavoz desde el Gobierno. Aunque la candidatura morada, bajo la marca de En Comú Podem, ha conseguido retener los escaños que tenía en el Parlament (8) el balance general constata su retroceso. En 2015, bajo las siglas de Catalunya sí que es Pot lograron 11 diputados; dos años después, ya bajo la actual candidatura, se dejaron tres por el camino. Desde las últimas catalanas, la marca ha perdido 130.000 votos.
La marca catalana de Podemos también queda relegada en cuanto a su posición parlamentaria. De ser cuartos en 2015 pasaron a quintos en 2017 y ahora se conforman con el sexto lugar, por detrás de la CUP. Vox les ha ganado en apoyos.
Podemos acudía a las elecciones del 14-F con la incertidumbre y el temor de la hecatombe. El partido de Pablo Iglesias ha sufrido recientemente sus peores descalabros electorales. En las autonómicas celebradas en julio pasado -la primera cita con las urnas desde la formación del Gobierno socialcomunista- la formación se quedó fuera del Parlamento gallego (donde era segunda fuerza con 14 escaños) y rebajó a la mitad la presencia en el País Vasco (6 diputados). En total, 300.000 votos menos.
Iglesias admitió entonces una «derrota sin paliativos» y reconoció que tocaba hacer una «profunda autocrítica y aprender de los errores».
Elecciones generales
Pero la caída electoral de Podemos viene de años atrás. Un descenso que es especialmente evidente en el caso de las generales. El 10 de noviembre de 2019, el partido se dejaba siete escaños en relación a los comicios celebrados siete meses antes. Los de Pablo Iglesias obtenían 35 diputados, el peor resultado de su historia, con una importante pérdida de respaldos: de 3,7 millones de papeletas a poco más de 3. Traducido en porcentajes, del 14,31% al 12,84%.
El salto es aún más significativo si se compara con los resultados de años anteriores. En diciembre de 2015, Podemos irrumpía en la Cámara baja con 69 diputados. Seis meses después, su representación aumentaba en dos escaños, un resultado muy pobre ya que había concurrido a los comicios con Izquierda Unida. El partido vio así frustradas sus enormes expectativas tras asimilar a los de Alberto Garzón.
Autonómicas y municipales
En estos años, la formación ha constatado también cómo su poder autonómico se esfumaba por completo. El 26 de mayo de 2019 constituyó para Podemos otro punto de inflexión. O, mejor dicho, una auténtica hecatombe. El partido perdió lo que, a bombo y platillo, había dado en llamar las ‘alcaldías del cambio’: Madrid, Zaragoza, Santiago, La Coruña y Valencia, donde no sacaron ni un concejal. Ada Colau sí logró retener Barcelona, aunque con esfuerzo, y en empate con ERC. Kichi, manifiestamente crítico con Iglesias, pudo mantenerse en Cádiz. El resto fue un completo descalabro.
Los resultados entonces resultaron también muy pobres en regiones en las que los morados sí gozaban de poder, como Navarra, Castilla-La Mancha, Extremadura o Aragón. En la Comunidad de Madrid perdieron hasta 20 asientos y se vieron superados por Vox, un hecho que resultó especialmente difícil de digerir para los de Pablo Iglesias. En total, Podemos se dejó en aquellas elecciones autonómicas la mitad de los votos que había logrado en 2015, 882.524 frente a 1.796.930, y 68 diputados.
Un año antes, en Andalucía, Podemos no pudo rentabilizar su pacto con Izquierda Unida. La candidatura liderada por Teresa Rodríguez logró 17 escaños cuando el objetivo era al menos igualar los 20 de la cita de 2015 en la que Podemos se estrenó con 15 escaños e IU obtuvo cinco, al concurrir entonces por separado.
Otro caso especialmente simbólico son las europeas, los comicios del bautizo de Podemos. En 2014, el partido irrumpió en el escenario político con cinco escaños, y el 7,98 % de los votos, convirtiéndose en la cuarta formación más votada de España en aquellos comicios. Sin embargo, en 2019 -agrupados con Izquierda Unida- se quedaron con seis diputados. Un resultado negativo, ya que, aunque se trata de un escaño más, IU, ya había logrado ese mismo dato presentándose en solitario. En votos, perdieron 800.000.
Al tiempo que los morados han ido confirmando el desánimo de su electorado, muchas cosas han cambiado para Podemos. Ahora socios en el Gobierno de España, la formación trata de desligarse del PSOE, mostrando un perfil más radicalizado. Las discrepancias son cada vez más frecuentes y afectan a los más diversos asuntos. Por su parte, Pablo Iglesias ha ido acaparando un poder absoluto en el partido. El dirigente podemita revalidó su liderazgo en la asamblea de Vistalegre III, celebrada el pasado mayo, aunque con una escasísima participación: 59.201 votantes de un censo de 516.492 inscritos. En este tiempo, además, la formación y sus líderes se han visto envueltos en distintas polémicas. Cabe recordar que el propio Podemos se encuentra imputado como persona jurídica en el caso sobre la presunta financiación ilegal.
(Luz Sela. OK Diario)