Hasta Draghi avisa de la debacle demográfica | Mariano Martínez-Aedo

Mario Draghi, exgobernador del BCE y exprimer ministro italiano, y conocido globalista, ha presentado ante la Comisión Europea, junto con su presidente Úrsula von der Leyen, el esperado informe sobre la competitividad.

El amplio informe, eminentemente económico, junto a un catálogo de datos, análisis, propuestas, etc. recoge un dato muy interesante y significativo:  el reconocimiento del tremendo impacto del desastre demográfico que sufrimos en Europa.  Y digo significativo, porque es precisamente las instituciones de la Unión Europea junto con toda la élite globalista (entre los que se cuenta Draghi) las que están promocionando el entorno cultural, legal, mediático y político que empuja a favor de esta destrucción de la natalidad y la familia.

Sin embargo, este reconocimiento no implica ninguna reflexión o propuesta de cambio, como si la debacle demográfica fuera simplemente un hecho fortuito, en el que no tuvieran nada que ver las autoridades públicas y concretamente las europeas.  En otros ámbitos igualmente defendidos por la UE con ardor ideológico digno de mejor motivo, sí se atreve a pedir un replanteamiento de la actual cruzada “verde”, aunque siempre en términos vagos y políticamente correctos: “Europa debe enfrentarse a algunas decisiones fundamentales sobre cómo seguir su senda de descarbonización preservando al mismo tiempo la posición competitiva de su industria”.

Es más, su receta frente al problema vital demográfico es de tipo económico: “Europa necesita un crecimiento más rápido de la productividad para mantener tasas de crecimiento sostenibles frente a una demografía adversa”.  Es decir, está mal que la sociedad envejezca, está mal que no nazcan niños, ….  porque afecta a la economía, así que si hay menos trabajadores hay que hacer que los que haya produzcan más (y en este campo la robotización, automatización y la IA les pueden “ayudar”).

Conclusión:  La debacle demográfica, a pesar de la enorme inmigración masiva, es tan evidente y profunda ya, que Draghi no ha podido más que reconocer su impacto en un informe tan importante, pero lo ha despachado con una idea genérica (aumento de la productividad) que, de todas formas, siempre está presente en los consejos de los economistas.  Es decir, aunque sea significativo este reconocimiento de un hecho tan fundamental en las naciones europeas, se elude cualquier profundización y valoración del mismo, así como cualquier reflexión sobre sus causas.  Evidentemente si se elude esto, no se propone absolutamente ninguna rectificación o modificación de las medidas ideológicas antifamilia y antinatalidad que permean la política europea, tan radicalmente globalista a nivel comunitario y en la mayoría de los países.

En un informe de 400 páginas, parecería que podría haberse dedicado alguna a este hecho, pero la ceguera ideológica (salvada ese pequeño reconocimiento factual, sin más consecuencias) se ha impuesto una vez más.

Hay veces que una ausencia es la forma más clara de resaltar algo.  En nuestro mundo de sobreinformación dirigida, esto se ha perdido en gran parte, por ello es necesario resaltarlo.  Y esta es una ocasión clara para ello.  Europa (como organización política dirigida por las élites actuales) está inmersa en un cambio demográfico alentado y aumentado por ella misma.  Todos debemos ser conscientes de ello.  La UE y la mayoría de los gobiernos europeos no tienen ninguna intención de ayudar a la familia y a la natalidad, más allá de declaraciones pomposas y vacías.  Por tanto, es necesario un cambio radical, y es necesario que todos los europeos sean conscientes y lo pongan en sus prioridades a la hora de decidir y de votar.  Porque si esperamos que Draghi, Úrsula von der Leyen y demás políticos nacionales o internacionales cambien de postura en este tema por si mismos, o ante los hechos evidentes, seremos unos ilusos.

Mariano Martínez-Aedo es Presidente del Instituto de Política Familiar (IPF)