Los 20 guardias pretorianos «Kleenex» sacrificados por el dictador Sánchez

guardia pretoriana kleenex de Sánchez

García Ortiz, el nuevo pretoriano kleenex sacrificado.

Veinte personas que ayudaron a sostener al dictador y acabaron fuera del tablero por decisión del propio Sánchez

La guardia pretoriana kleenex de Sánchez vuelve a romperse. Veinte figuras sacrificadas muestran el método implacable del presidente y su maquinaria de poder sin sentimientos.

Veinte sacrificados: el método de un presidente que solo se protege a sí mismo

La guardia pretoriana kleenex define mejor que ningún otro concepto la forma en que Pedro Sánchez gobierna su entorno. El presidente no construye lealtades duraderas. Solo utiliza peones. Cada figura ocupa un lugar mientras ofrece utilidad. Cuando deja de ofrecer rendimiento político, el presidente ejecuta el relevo sin temblar, sin memoria y sin respeto.

El caso de Álvaro García Ortiz demuestra este patrón. Su condena lo convirtió en otro pretoriano desechado. Moncloa defendió su integridad durante unos días, pero ya preparaba su sustitución. El presidente siempre mira el siguiente movimiento. La guardia pretoriana kleenex funciona así: piezas intercambiables para sostener un proyecto que gira en torno a él mismo.

Este último sacrificio reabre un álbum de rostros. Veinte trayectorias que nacieron como pilares del sanchismo y que terminaron como sombras descartadas por desgaste, escándalo o pura conveniencia estratégica.

Ceses quirúrgicos: cuando Sánchez usa el bisturí político

El funcionamiento de la guardia pretoriana kleenex se entiende en sus ceses fríos. Paz Esteban, directora del CNI, cayó tras el caso Pegasus. Su carrera impecable no importó. Sánchez necesitaba contentar a ERC. La operación exigía un sacrificio rápido. La técnica funcionó: el escándalo se desinfló y el presidente preservó su legislatura.

Otro ejemplo lo ofrece Miguel Ángel Villarroya, jefe del Estado Mayor. Su dimisión durante las primeras semanas de vacunación cerró una polémica que empezaba a erosionar al Gobierno. Sánchez buscó un cortafuegos. Villarroya asumió el papel. La guardia pretoriana kleenex completó otra sustitución calculada.

Lo mismo ocurrió con Carmen Montón. El ruido por su máster crecía. Moncloa decidió prescindir de ella antes de que afectara al primer Ejecutivo de Sánchez. La ministra cayó y el presidente reforzó su estrategia. Ningún vínculo prevalece sobre su interés político.

La guardia pretoriana kleenex encadena sacrificios sin nostalgia. Todo responde a una lógica implacable: proteger al líder, no a las personas que lo sostienen.

Fricciones internas: el enemigo también nace dentro del PSOE

En este capítulo de la guardia pretoriana kleenex, la sangre política corre dentro del propio partido. Susana Díaz encabezó el primer pulso. Su derrota en las primarias demostró que el susanismo no encajaba con el nuevo proyecto de Sánchez. No era compañera, era enemiga. Su caída evidenció que el presidente no coexiste con estructuras previas. Las pulveriza.

Adriana Lastra pasó de mano derecha a margen territorial. Sus choques con Ábalos y Cerdán la dejaron sin espacio. La fuerza que tuvo durante los años de tensión con Podemos quedó diluida. Sánchez no tolera equilibrios internos que resten poder a su núcleo.

La situación de María Gámez, directora de la Guardia Civil, confirmó el esquema. Su salida aisló un daño que afectaba a su marido. El presidente cortó el vínculo para evitar desgaste. La guardia pretoriana kleenex cerró otro capítulo.

José Luis Ábalos, figura clave para la moción de censura y operador central del PSOE, sufrió una implosión política completa. El caso Koldo lo sepultó. Su caída no solo quebró a un ministro; destruyó un ecosistema entero. Sánchez pasó página sin mirar atrás.

Y ahora surge Santos Cerdán. Articuló el acercamiento a Junts y negoció la investidura. Una investigación judicial lo coloca en la cuerda floja. Moncloa admite perplejidad. “Es imprevisible. No sabemos por dónde puede salir”, reconocen fuentes. Otro pretoriano en la antesala del sacrificio.

Víctimas exteriores: los relevos que calmaban crisis internacionales

La guardia pretoriana kleenex también incluye figuras sacrificadas por asuntos exteriores. Arancha González Laya, ministra de Exteriores, cayó tras la crisis con Marruecos por la entrada en España de Brahim Ghali. El presidente necesitó recomponer la relación bilateral. Laya pagó el precio.

El mecanismo no cambia: Sánchez entrega una pieza para salvar su tablero. Al peón se le sacrifica. Un relevo más, un rostro menos, una utilidad caducada.

Quienes se fueron apagando en silencio

Algunos miembros de la guardia pretoriana kleenex se diluyeron sin estridencias. Iván Redondo, arquitecto del relato, perdió influencia tras la pandemia y terminó fuera del círculo.

Pedro Duque, ministro respetado, desapareció sin ruido cuando su papel dejó de servir.

Reyes Maroto, señalada en informes de la UCO, se apagó tras su salto fallido a la política municipal.

Juan Lobato se convirtió en diana tras sospechas de correos en el caso del fiscal general.

Pepu Hernández, estrella fugaz, brilló dos semanas y se apagó cuatro años después.

José Manuel Pérez Tornero, presidente de RTVE, cayó cuando la relación con la corporación se deterioró. Hoy critica abiertamente a un Gobierno que lo utilizó y lo expulsó sin miramientos.

El caso que lo explica todo: José Blanco, el padrino descartado

Ninguna pieza explica mejor la guardia pretoriana kleenex que José Blanco. Fue padrino político de Sánchez. Lo acompañó en sus primeros pasos. Lo sostuvo cuando pocos creían en él. Pero cuando el presidente consolidó su poder, eligió a Óscar López y Antonio Hernando. Se produjo una ruptura personal y política.

No fue solo un cese. Fue una sentencia: nadie tiene valor duradero para Sánchez. Todo se somete a la utilidad.

La guardia pretoriana kleenex refleja un liderazgo sin lealtad

La guardia pretoriana kleenex de Sánchez muestra un método frío y calculador. Veinte figuras sacrificadas revelan un patrón. El presidente no gobierna con equipos; gobierna con piezas desechables, con peones, con kleenex. Nada importa más que su permanencia. Ni trayectorias, ni méritos, ni sacrificios personales.

La guardia pretoriana kleenex no es un accidente. Es un método. Y España paga el precio.

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