Aplican la ventana de Overton: Ex primer ministro francés impulsa la gestación subrogada

La gestación subrogada

La gestación subrogada en Francia se ha convertido en un nuevo frente político y moral. Gabriel Attal, ex primer ministro – abiertamente homosexual- y actual líder de los diputados de Macron, ha lanzado una iniciativa para introducir la llamada “gestación subrogada ética”. Con este movimiento, se abre una batalla cultural y política en la que está en juego la dignidad de la mujer, la protección de la vida y la defensa de la familia.

Lejos de ser una simple propuesta, la iniciativa de Attal responde a una estrategia calculada: aplicar la ventana de Overton, es decir, introducir en el debate público lo que antes resultaba impensable, para después normalizarlo.

La estrategia de Attal: aplicar la ventana de Overton

Gabriel Attal pretende abrir la puerta a la gestación subrogada en Francia mediante un primer paso: la convocatoria de una convención dentro de su partido, Renacimiento, con expertos y médicos. El objetivo es dotar de una falsa apariencia científica y rigurosa a lo que, en realidad, constituye una forma de explotación de la mujer y mercantilización de la vida humana.

Según sus colaboradores, esta gestación subrogada se calificaría como “ética”. Se regularía supuestamente bajo condiciones estrictas de compensación para la madre subrogada y se presentaría como una medida para favorecer la natalidad, ya que el 67 % de quienes recurren a esta práctica son parejas heterosexuales.

Esta argumentación busca legitimar una aberración: alquilar vientres bajo la excusa del progreso y del beneficio social. Sin embargo, lo que está en juego es el vínculo sagrado entre la madre y el hijo durante el embarazo, un lazo que ninguna ideología puede borrar.

Macron y los opositores: una batalla en el corazón del poder

La gestación subrogada en Francia enfrenta a Gabriel Attal con Emmanuel Macron. El presidente, en una entrevista en la revista Elle en 2024, fue claro: “no es compatible con la dignidad de las mujeres; es una forma de mercantilización de sus cuerpos”. Macron trazó así una aparente línea roja, aunque su ambigüedad política deja espacio para que la propuesta de Attal gane terreno.

La trampa del lenguaje: del tabú a lo aceptable

Uno de los elementos clave en la implantación de la gestación subrogada en Francia es el uso del lenguaje. La expresión “gestación subrogada ética” no deja de ser una contradicción. El adjetivo “ética” intenta suavizar la crudeza de la realidad: mujeres reducidas a simples contenedores y niños convertidos en productos de mercado.

La ventana de Overton funciona precisamente así: introduciendo palabras engañosas que transforman lo impensable en algo aparentemente debatible. Primero se habla de “casos excepcionales”, luego de “regulación”, y finalmente se impone como un derecho. Se trata de una táctica conocida en la ingeniería social que pretende alterar la percepción de la sociedad y, con ella, sus valores más profundos.

Consecuencias sociales y políticas

La implantación de la gestación subrogada en Francia supondría una quiebra cultural de consecuencias incalculables. En primer lugar, abriría la puerta a un mercado de vientres de alquiler dominado por los más poderosos, donde las mujeres pobres serían las principales víctimas. En segundo lugar, pondría en riesgo la concepción de la maternidad, reduciéndola a una transacción económica.

Además, la batalla política interna demuestra que la iniciativa de Attal no solo responde a cuestiones morales, sino también a una estrategia de poder. Attal busca diferenciarse de Macron y situarse como candidato presidencial para 2027, usando la gestación subrogada como bandera izquierdista y homosexual.

Francia ante una encrucijada

Francia se enfrenta a una encrucijada histórica. La aceptación de la gestación subrogada en Francia supondría romper con principios básicos de dignidad humana que forman parte de su tradición jurídica y cultural. Incluso organismos internacionales han advertido que la práctica de los vientres de alquiler puede derivar en una forma de explotación moderna.

Los defensores de la vida y de la familia deben tomar conciencia de lo que está en juego: no es solo una cuestión legislativa, sino una batalla cultural que marcará el futuro de Europa. Si Francia cae en esta trampa, otros países seguirán su ejemplo.

La ofensiva de Gabriel Attal no es un hecho aislado. Forma parte de un movimiento globalista que busca imponer la ideología de género, destruir la familia natural y convertir la vida en mercancía. La gestación subrogada en Francia es, por tanto, una amenaza no solo para las mujeres francesas, sino para toda Europa.

Lo que hoy parece un simple debate puede convertirse mañana en una ley injusta que degrada a la sociedad.

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