¿Genialidad de Musk o el peor negocio del siglo? Algunas claves de la compra de Twitter

Share on facebook
Share on twitter
Share on linkedin

Nadie se atreve a apostar por un resultado. Las dudas son enormes y los argumentos, a favor y en contra, numerosos.

44.000 millones de dólares por una red social con graves problemas para monetizar su audiencia y generar beneficios. Y, además, en un momento en el que el sector está a la baja en Bolsa en lo que muchos consideran como una corrección de pasados excesos no justificados por las cifras de negocio.

Dicho así, no suena demasiado bien. Hay históricos que demuestran de esos fracasos. Y, sin embargo, con Elon Musk y su adquisición de Twitter todos preferimos ser precavidos antes de hacer juicios de valor. Nadie se atreve a apostar por un resultado. Las dudas son enormes y los argumentos, a favor y en contra, numerosos. Eso sí, casi todos los que creen que saldrá bien lo hacen más por pura confianza en la genialidad del empresario que porque les salgan los números. Porque salir, no salen.

Redes Sociales

– La más pequeña entre las grandes. Las cifras de Twitter (unos 450 millones de usuarios) son enormes… salvo que las compares con las de Facebook (2.900 millones), Youtube (2.500) Whatsapp (2.000), Instagram (1.500) o TikTok (1.000). De hecho, no está ni siquiera en el ranking de las diez plataformas o redes sociales con más seguidores del mundo si metemos a las grandes asiáticas (WeChat, Sina Weiboo…).

– ¿La más relevante? Pues depende de cuál sea el significado que le demos al término. Podríamos decir que es la más informativa y la que más miran los periodistas y las personas que quieren estar enterados de la actualidad.

Además, es verdad que los comunicados y anuncios oficiales se hacen a menudo en Twitter. Y lo mismo pasa con discusiones, debates, meteduras de pata, etc. Por eso, lo que le cerraron a Donald Trump fue su cuenta de Twitter y fue sonado porque era por este canal por el que el expresidente de EEUU opinaba de casi todo y se comunicaba con sus millones de seguidores.

– Fortalezas. El efecto red. Esa característica, presente en muchos negocios, que hace que cuantos más usuarios tenga sean más fuertes y, al mismo tiempo, atraigan a los clientes que todavía no están.

Esta característica es clave en el éxito de muchas redes sociales. Con las redes sociales pasa algo parecido. Los casi 3.000 millones de usuarios de Facebook no están ahí porque les guste especialmente ni porque Mark Zuckerberg les caiga bien. Están ahí porque hay otros 2.999.999.999 usuarios como ellos. Incluso aunque ahora apareciera una red social con más atractivo o mejor diseño, superar esa barrera sería muy difícil.

Twitter tiene algo parecido en el campo de las noticias. Ningún político, medio, marca, famoso, periodista… quiere desaparecer de la red social. Por eso, en los últimos días hemos escuchado a muchos famosos, sobre todo de izquierdas, decir aquello de «pues si esto sigue así, me marcho«. Pero casi ninguno se ha ido de verdad.

Los 44.000 millones

– Debilidades. El precio pagado. Nadie duda de que Twitter es una buena idea. Aquí la clave es si la compañía se merece los 44.000 millones que Musk ha desembolsado. Sobre esto hay un acuerdo generalizado: no, salvo que le dé la vuelva como a un calcetín.

En primer lugar, es un precio excesivo a la vista de su valoración, parece claro que Musk ha sobrepagado por hacerse con el pajarito azul. Aquí, Fortune le recuerda que la empresa pierde unos 3 millones de dólares diarios en estos momentos. Y es que a lo largo de la historia los números negros no han acompañado a Twitter: es verdad que tuvo beneficios netos en 2018 y 2019 (por encima de los 1.000 millones de dólares en cada año). Pero no ha sido capaz de consolidar esa tendencia.

En el último ejercicio, las pérdidas netas superaron los 221 millones de dólares y para este año las previsiones son algo mejores, pero sin dejar los números rojos. Sólo el coste de intereses para pagar la adquisición ascenderá a 1.000 millones anuales.

Es verdad que Musk trabaja en nuevas modalidades premium (libres de publicidad, con prioridad para mostrarse a tus contactos…) pero incluso eso tendrá que manejarlo con cuidado: lo que ganas por un lado con la tarifa mensual lo pierdes porque tu principal vía de ingresos (publicidad) tendría menos usuarios.

En este punto, el reto es brutal: como les ha pasado a otras redes sociales, su atractivo en parte surgió de su gratuidad y siempre esperábamos que el número de usuarios compensara de sobra esa característica (sobre todo a base de publicidad). Twitter está entre las que menos ha convertido su fuerza en ingresos. Aunque con matices, porque para este año anuncian un Ebitda (beneficio antes de impuestos, intereses y amortizaciones) superior a los 1.100 millones.

– Objetivo. Ser una «súper-app». ¿El WeChat occidental? Pues algo así es lo que parece que está en la mente de Musk. Parece claro que para este hombre nada se plantea a pequeña escala. Si hago coches, quiero ser la primera marca del mundo. Si mando gente al espacio, hablo de colonizar Marte. Si tengo una red social, quiero que sus usuarios vivan en ella: que paguen sus facturas, compren en las tiendas, reserven entradas para el teatro o se manden dinero entre sí a través de la app. Y con cientos de negocios queriendo entrar con mini-aplicaciones especiales que se integran en el «ecosistema» y que permiten a sus clientes encontrarles allí. ¿Imposible? En China es lo habitual: aquí, una columnista chino-británica en The Spectator cuenta cómo para su madre o sus tías no tener WeChat es casi como no tener móvil, porque todo lo hacen con sus servicios.

– Riesgos. Aquí hay de todo. Cada uno puede imaginar un futuro en el que la apuesta sale mal por una causa diferente. Pero quizás los principales sean:

  • Perder el efecto red. Complicado, pero no imposible. Si los usuarios top (los que están amenazando a Musk con largarse) cumplieran de verdad su amenaza, pondrían en problema a una empresa que ahora mismo es una especie de medio de comunicación. Lo mismo ocurriría si se percibiera que Twitter es una especie de «red social de derechas»: a pesar del brutal sesgo ideológico izquierdista y de las muy cuestionables políticas de censura de las actuales plataformas, por ahora no ha habido una fuga de usuarios significativa por esa causa. Lo que sueñan los enemigos de Musk es que su verborrea y los ataques de los últimos días sí se le vuelva en contra, porque además él si sufrirá los ataques de los grandes medios, que están encantados con la censura que hemos visto hasta ahora. En este sentido, es menos probable, aunque no imposible, sería una deserción de estos grandes medios: decimos que es poco probable porque (1) necesitan Twitter para llegar a su público y (2) tendría que ser una acción coordinada. Pero, cuidado, no es fácil… pero al mismo tiempo lo están deseando. Porque el movimiento de Musk no sólo es empresarial, amenaza también la posición de verificadores de la verdad que se habían arrogado los medios, universidades y organismos oficiales de la izquierda biempensante en los últimos años. Y todo esto por no hablar de la posibilidad (mucho más real) de que los gobiernos izquierdistas que dominan ahora mismo el panorama en EEUU o Europa decidan que éste es el momento y la excusa perfecta para ir varios pasos más allá en su intento de control social. Los Biden y los Macron de nuestras vidas están deseando tener un motivo que les permita controlar lo que podemos y no podemos decir. Musk puede ser el pretexto ideal para hacer lo que siempre han querido.

(Con información de Libre Mercado)

Deja un comentario