Errores de VOX: La estrategia | Pío Moa

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Todos los “analistas” se preguntan   por qué “la derecha no ha sumado lo bastante” y por qué el PP se ha quedado lejos de los míticos 150-160 diputados; y lucubran explicaciones más o menos retorcidas a una cuestión perfectamente irrelevante. La pregunta real es: “¿por qué VOX no ha duplicado sus 52 escaños, teniendo en cuenta que en estos cuatro años no han cesado y empeorado los desmanes contra la nación y la democracia?”. El  interés común de los partidos y sus poderosos medios estaba en impedirlo, claro está, y a ser posible hundir al partido de Abascal. Lo han dañado, pero no hundido, si bien a costa de no poder gobernar ninguno con garantías de estabilidad, y acaso de tener que repetir elecciones.

Así pues, la estrategia general de la llamada derecha consistía en centrarlo todo en “echar a Sánchez” mediante un pacto abierto o implícito entre PP y VOX, que daría mayoría absoluta. Esta estrategia debía repercutir en el debilitamiento y satelización de VOX al PP, ya que este sería la baza principal para “echar a Sánchez”, y si VOX no se doblegaba a un papel secundario quedaría como el principal aliado de hecho del propio Sánchez. PP y PSOE insistían, a su vez,  en que VOX era la “extrema derecha”, lo cual daba además al PSOE la ventaja de acusar al PP de  pactar con “el fascismo”, lo que lavaría en parte sus pactos con la ETA.

Por lo tanto, la estrategia de VOX no podía caer en ningún modo en ese terreno, ni explícita ni implícitamente, sino al contrario, como en las etapas iniciales: debía denunciarlos, acosarlos y marcarlos sin cesar como enemigos de la unidad nacional y de la democracia. No darles explicaciones, sino obligarles a explicarse. No señalar simplemente sus fechorías, sino relacionarlas siempre con esta acusación central, al  modo como ellos hablan de extrema derecha y fascismo. Sus acusaciones son falsas, pero muy efectivas, mientras que las de VOX son muy reales, y millones de personas lo verían. Cada denuncia parcial tendría que concluir más o menos así: “Ustedes están arruinando la convivencia nacional en paz y democracia, ustedes son los enemigos de ambas cosas”. No haberlo hecho así ha permite que la campaña se diluya en denuncias parciales mal jerarquizadas y dispersas, aunque se citen muchas juntas.

El problema del PP tiene especial relevancia porque, en efecto, su estrategia se centraba, por una parte, en colaborar con los dicterios del PSOE y separatistas, y por otra en presentar como poco útil, incluso perjudicial, el voto a VOX.  Y por desgracia ha tenido cierto éxito, con VOX insistiendo inútilmente en “la mano tendida”, que solo podría tenderse después de las elecciones. Cierto que el ataque directo al PP tendría ciertos riesgos, pero más lo tenía, como hemos visto, esa extemporánea mano tendida.

De todos lodos era una trampa muy difícil de eludir y muy peligrosa, que exigía una acción hábil y resuelta, que pusiera de manifiesto las semejanzas del PP y VOX: “Queremos dos cosas: echar a Sánchez  e impedir que sus políticas continúen bajo la marca de Feijóo”. Y explicar abundantemente lo que ha hecho Feijóo en Galicia y sus palabras sobre el PNV y sobre pactar con Sánchez: “¿Por qué piden un pacto a Sánchez? Porque se parecen demasiado”. “Si ganamos suficientes votos, podemos pactar con Feijóo para expulsar a Sánchez, y para obligar al PP a renunciar a sus viejas políticas proPSOE y proseparatistas, contra la unidad de España y contra la democracia. Pero es preciso que los votantes no se dejen engañar y sepan a quiénes votan”. Algo por el estilo.

Creo que este ha sido el error estratégico. Difícil de evitar, pero error. El PP ha conseguido que la campaña girase sobre el pacto  para echar a Sánchez y sobre  los míticos diputados que le daban las encuestas y que desbarataban a VOX. Y VOX no logró deshacer la patraña.

Aparte de ello, ha habido otros errores tácticos, en los que inciden algunos analistas, y que son importantes, pero secundarios.

(Pío Moa | Escritor |https://www.piomoa.es/)

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