Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar
Las redes sociales convocaron ayer una protesta frente al Congreso de los Diputados para evitar la expulsión de Vito Quiles, un ataque directo contra la libertad de prensa y el derecho a la información. No era una protesta cualquiera. No se trataba solo de Vito Quiles; estamos todos en juego. La expulsión de un periodista crítico no es más que un aviso para el resto: el que desafíe al poder será silenciado.
Esta posible expulsión sigue una estrategia comunista bien conocida: «asesinado uno, educados miles«. Si consiguen expulsar a Vito Quiles, otros periodistas y medios de comunicación se verán intimidados y optarán por la autocensura. Además, el Gobierno medirá la reacción de la ciudadanía. Si la respuesta es débil, continuará con otros periodistas críticos, reforzando el pensamiento único y eliminando cualquier rastro de disidencia.
Muchos preferirán mirar hacia otro lado, justificando la medida con discursos de «prudencia» o evitando la confrontación directa con el poder. La cobardía será unánime desde la derecha hasta la izquierda: «si no me meto con el Gobierno, me dejarán subsistir». Un craso error.
Hoy son los periodistas y medios críticos; mañana seremos todos nosotros. Cualquier ciudadano que se atreva a escribir una opinión disidente en las redes sociales será el siguiente objetivo. La cancelación sistemática de voces discordantes nos llevará a una sociedad dominada por el miedo y el silencio obligado.
Esto no es más que otro paso hacia la imposición de una dictadura ideológica en la que solo se permite una versión de la realidad: la del Gobierno. La prensa libre es el principal obstáculo para su agenda totalitaria, y por eso la atacan sin descanso.
No podemos permitir que la expulsión de Vito Quiles se convierta en un precedente para la eliminación de la prensa libre en España. Defender su derecho a informar es defender nuestra propia libertad de expresión. Hoy es él, pero mañana podría ser cualquiera que cuestione el relato oficial.
Las protestas como la de ayer son una oportunidad para demostrar que no vamos a tolerar estos ataques. Es el momento de alzar la voz y decir basta. La censura no tiene cabida en una democracia, y si permitimos que avancen, pronto no quedará nadie para defendernos.
Por eso, hoy todos somos Vito Quiles. No permitamos su cancelación.
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