El Gobierno se suma a las vacunas de Bill Gates, las del chip

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Quieren controlarnos cuando se anuncie la vacuna con un chip a cada uno de nosotros para controlar nuestra libertad, pero ¡qué se han creído, esclavos y servidores de Satanás! ¡No les tengáis miedo!”. Parecen palabras mías, pero no. Las dijo el presidente de la Universidad Católica de Murcia, José Luis Mendoza. “¿Por qué Bill Gates y Soros, anuncian hace años que se avecinaba el coronavirus? ¿Cómo ha venido esto? ¿Con qué motivo?”, se pregunta. Hace unos días era el cardenal arzobispo de Valencia, Alfonso Cañizares, quien soltaba la bomba diciendo que algunas vacunas contenían material genético de fetos abortados, cosa cierta que venimos denunciando desde hace años. Lo cierto es que tensar tanto la cuerda para ahogarnos está creando todo un revulsivo haciendo que muchas voces discrepantes salgan de su zona de confort y denuncien lo que debería hacer la prensa. No hay que olvidar que los periodistas constituyen el puente que comunica a los políticos y a las instituciones con la sociedad; aunque en la actualidad, salvo contadas excepciones, sean más bien el andamiaje que los sostiene.

Se ha criticado estos días a Miguel Bosé por atreverse a decir que la pandemia es una farsa internacional para instaurar el NOM –nueva normalidad—, un sistema policial dependiente de la inteligencia artificial. También alude el cantante a un tema más tabú aún que las vacunas: la red 5G. Los científicos independientes, que no dependen de ningún gobierno ni institución para llevar a cabo su trabajo dicen que las frecuencias de la 5G, aparte de otros muchos daños, debilitan nuestro sistema inmunitario y, por tanto, crean el medio propicio para la proliferación de virus y otros patógenos. En Suiza fue interrumpida su implantación a petición de los dirigentes de los cantones, debido a las protestas de los vecinos.

La diputada italiana, Sara Cunial, con datos científicos en la mano, habló en el Parlamento sobre la nocividad de la 5G y su relación con los virus. Lo hizo también sobre las vacunas y, en general, sobre la gran mentira global. Al final de su alocución propuso llevar a Bill Gates ante la Corte Penal Internacional. ¡Cuándo ocurrirá esto aquí! ¡Cuándo nuestros políticos con conciencia van a espabilar y ponerse las pilas! ¡Abascal, tío, como te diría la inefable Montero, a ver cuándo le metéis mano a este ítem, tan tabú, tan prohibido! Que nadie se atreva a hablar de ello es indicativo de su peligrosidad y de los intereses que encierra. Si buscamos en Google información sobre la red 5G solo encontraremos artículos pagados, favorables a la implantación de esta tecnología de magia negra que nos transportará al séptimo infierno. Toda la información crítica sobre la 5G está siendo censurada, sobre todo, la que la relaciona con el Covid-19. Para más señas, hoy he querido rescatar unos datos del vídeo del biólogo español, Bartolomeu  Payeras, donde hace un interesante estudio por países y ciudades relacionando la implantación 5G y el número de muertes por el virus. Pero no he podido ver los datos que quería rescatar. En su lugar aparecía la observación: Este vídeo se ha retirado porque infringía los términos del servicio de YouTube. Está claro que quieren evitar  que la sociedad dude de sus imposiciones. Bartolomeu, haciendo uso de una humildad exquisita, decía que el vídeo no era concluyente, pero que los datos eran dignos de someterse a otras investigaciones e instaba a que se realizasen.

Vivimos en una mentira de proporciones colosales. Volviendo a Bill Gates, es indignante que la prensa califique de filántropo, cuando lleva años defendiendo la eugenesia, la eutanasia y el aborto como métodos de control de la población, arruinando a agricultores del Tercer Mundo con sus transgénicos, eliminando y enfermando gente con sus productos agroquímicos, dejando un reguero de muertos y tullidos a través de sus vacunas “solidarias” en los países en vías de desarrollo, y mil otros negocios contrarios al bienestar de la humanidad. Es más, este falso filántropo hace tiempo que anuncia una vacuna que llevará incluidos chips para controlar a la humanidad. Hace un tiempo di cuenta de sus palabras sobre el particular, en un artículo que titulé Identificación digital ID2020, el terrorífico plan diabólico de Bill Gates para controlar a la humanidad, del que extracto el siguiente párrafo:

“El magnate anunció que piensa poner a disposición de los gobiernos del mundo “cápsulas implantables, también llamadas microchips, para humanos que tienen certificados digitales”, con el fin de identificar a los afectados por el Covid-19. Estos microchips mostrarían –en este caso particular— quién se ha sometido al test del coronavirus y quién se ha vacunado contra él. Los certificados digitales de Gates no se refieren a nada de lo que conocemos, sino a una especie de “tatuajes de puntos cuánticos” que detectarán a los no vacunados. Hace tiempo que investigadores del MIT y de la Universidad Rice trabajan en ello, como un sistema óptimo de control. “El cuántica tatuajes DOT implica la aplicación de azúcar soluble basado en microaguja que contiene una vacuna y puntos cuánticos al cobre fluorescente incorporado en cápsulas biocompatibles en la escala de micras. El programa será implementado a través de la compañía ID2020, de su propiedad, y asegura que “esto resolvería el problema de más de mil millones de personas que viven sin una identidad oficialmente reconocida”.

Cuando hace un tiempo publicamos esto, aún no se hablaba sobre un programa de vacunación obligatoria, ni sobre el control del ciudadano a través del pasaporte digital de inmunidad, ni siquiera sobre la geolocalización obligatoria, ni sobre el control de temperatura. Dentro de poco, el control será de los pensamientos. Lo que está ocurriendo parece de película futurista de ciencia-ficción, pero no, ya está pasando y lo estamos empezando a sufrir. Pero nada de esto surgió por azar, todo se programó en los think tank de los amos del mundo. Y lo realmente alarmarte es que la ONU –que suele dar una de cal y otra de arena— forma parte de este proyecto, que engloba en el totum revolutum del plan “Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas”. Hace décadas que estamos recibiendo señales, pero no hay peor sordo que el que no quiere oír, ni peor ciego que el que no quiere ver.

Nuestro inefable doctor Simón anda estos días frivolizando con las vacunas. España no se suma al plan de Italia, Francia, Países Bajos y Alemania, porque cree que la primera “no será la mejor” y así lo explica: “Conseguir tener una vacuna muy eficaz que se pueda producir en todo el mundo sería lo ideal, pero hay que ser realistas y la primera puede que no sea la buena. Probablemente sea muy segura y prometedora, pero las siguientes generaciones probablemente serán mejores”. ¿Nos salió adivino o es que el Gobierno tiene otros compromisos? Recordemos que en septiembre de 2019, Pedro Sánchez participó en el acto de Goalkeepers de la Fundación Bill & Melinda Gates, celebrado en el Jazz Lincoln Center de Nueva York, en el que comprometió la inversión de más de cien millones de euros en vacunas. ¿Son las vacunas del chip las que prefiere España? Esas sí que serán buenas. Aviso a navegantes, por si sirve de algo. No obstante, la farmacéutica AstraZeneka, fabricante de la vacuna para Europa, tampoco escapa a los tentáculos de Gates. Hemos sabido que Gates  tiene intereses en dos de las empresas que colaboran con la multinacional anglo-sueca. Pero aunque no los tuviera, tampoco nos fiaríamos.

Todo apunta a que habrá un antes y un después, marcado por la vacunación. Nuestro deber es informar y ayudar a crear conciencia en esta caverna platónica de máxima oscuridad. Una vez integrada la información, que cada quien actúe en libertad. Por esto, he aquí mi propuesta que bien podría adoptarse como protocolo: La vacunación debe ser voluntaria, como cualquier tratamiento. Al usuario se le debe informar de los componentes de la vacuna, incluso debe tener derecho a poder analizarla en un laboratorio independiente. A su vez, el profesional de la salud debería firmar un documento en el que reconoce que los componentes de la vacuna son los que figuran en la información del producto y que son inocuos. Finalmente, el usuario debe firmar el consentimiento informado.

Con todo esto presente, algún drogado por la manipulación oxidativa o quién sabe si cómplice del sistema corrupto de comunicación se atreve a decirle a Bosé que se vaya a tomar su pastilla, al cardenal Cañizares que se vaya a paseo con su monserga sobre Satanás y los chips, y del presidente de la Universidad de Valencia dirán que no apto para dirigir un centro docente, o incluso mandarlo a la cárcel. Sin embargo, nunca estuvieron tan cuerdos. A los críticos con esta postura de resistencia les ruego que salgan de su cápsula, que se quiten las orejeras y se informen de lo que se cocina tras las bambalinas de lo aparente. Están viendo las sombras que se proyectan en la pared, pero la realidad está fuera. Es hora de despertar. Un nuevo amanecer llegará con su luz inundándolo todo y hay que estar juntos para recibirlo.

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Quieren controlarnos cuando se anuncie la vacuna con un chip a cada uno de nosotros para controlar nuestra libertad, pero ¡qué se han creído, esclavos y servidores de Satanás! ¡No les tengáis miedo!”. Parecen palabras mías, pero no. Las dijo el presidente de la Universidad Católica de Murcia, José Luis Mendoza. “¿Por qué Bill Gates y Soros, anuncian hace años que se avecinaba el coronavirus? ¿Cómo ha venido esto? ¿Con qué motivo?”, se pregunta. Hace unos días era el cardenal arzobispo de Valencia, Alfonso Cañizares, quien soltaba la bomba diciendo que algunas vacunas contenían material genético de fetos abortados, cosa cierta que venimos denunciando desde hace años. Lo cierto es que tensar tanto la cuerda para ahogarnos está creando todo un revulsivo haciendo que muchas voces discrepantes salgan de su zona de confort y denuncien lo que debería hacer la prensa. No hay que olvidar que los periodistas constituyen el puente que comunica a los políticos y a las instituciones con la sociedad; aunque en la actualidad, salvo contadas excepciones, sean más bien el andamiaje que los sostiene.

Se ha criticado estos días a Miguel Bosé por atreverse a decir que la pandemia es una farsa internacional para instaurar el NOM –nueva normalidad—, un sistema policial dependiente de la inteligencia artificial. También alude el cantante a un tema más tabú aún que las vacunas: la red 5G. Los científicos independientes, que no dependen de ningún gobierno ni institución para llevar a cabo su trabajo dicen que las frecuencias de la 5G, aparte de otros muchos daños, debilitan nuestro sistema inmunitario y, por tanto, crean el medio propicio para la proliferación de virus y otros patógenos. En Suiza fue interrumpida su implantación a petición de los dirigentes de los cantones, debido a las protestas de los vecinos.

La diputada italiana, Sara Cunial, con datos científicos en la mano, habló en el Parlamento sobre la nocividad de la 5G y su relación con los virus. Lo hizo también sobre las vacunas y, en general, sobre la gran mentira global. Al final de su alocución propuso llevar a Bill Gates ante la Corte Penal Internacional. ¡Cuándo ocurrirá esto aquí! ¡Cuándo nuestros políticos con conciencia van a espabilar y ponerse las pilas! ¡Abascal, tío, como te diría la inefable Montero, a ver cuándo le metéis mano a este ítem, tan tabú, tan prohibido! Que nadie se atreva a hablar de ello es indicativo de su peligrosidad y de los intereses que encierra. Si buscamos en Google información sobre la red 5G solo encontraremos artículos pagados, favorables a la implantación de esta tecnología de magia negra que nos transportará al séptimo infierno. Toda la información crítica sobre la 5G está siendo censurada, sobre todo, la que la relaciona con el Covid-19. Para más señas, hoy he querido rescatar unos datos del vídeo del biólogo español, Bartolomeu  Payeras, donde hace un interesante estudio por países y ciudades relacionando la implantación 5G y el número de muertes por el virus. Pero no he podido ver los datos que quería rescatar. En su lugar aparecía la observación: Este vídeo se ha retirado porque infringía los términos del servicio de YouTube. Está claro que quieren evitar  que la sociedad dude de sus imposiciones. Bartolomeu, haciendo uso de una humildad exquisita, decía que el vídeo no era concluyente, pero que los datos eran dignos de someterse a otras investigaciones e instaba a que se realizasen.

Vivimos en una mentira de proporciones colosales. Volviendo a Bill Gates, es indignante que la prensa califique de filántropo, cuando lleva años defendiendo la eugenesia, la eutanasia y el aborto como métodos de control de la población, arruinando a agricultores del Tercer Mundo con sus transgénicos, eliminando y enfermando gente con sus productos agroquímicos, dejando un reguero de muertos y tullidos a través de sus vacunas “solidarias” en los países en vías de desarrollo, y mil otros negocios contrarios al bienestar de la humanidad. Es más, este falso filántropo hace tiempo que anuncia una vacuna que llevará incluidos chips para controlar a la humanidad. Hace un tiempo di cuenta de sus palabras sobre el particular, en un artículo que titulé Identificación digital ID2020, el terrorífico plan diabólico de Bill Gates para controlar a la humanidad, del que extracto el siguiente párrafo:

“El magnate anunció que piensa poner a disposición de los gobiernos del mundo “cápsulas implantables, también llamadas microchips, para humanos que tienen certificados digitales”, con el fin de identificar a los afectados por el Covid-19. Estos microchips mostrarían –en este caso particular— quién se ha sometido al test del coronavirus y quién se ha vacunado contra él. Los certificados digitales de Gates no se refieren a nada de lo que conocemos, sino a una especie de “tatuajes de puntos cuánticos” que detectarán a los no vacunados. Hace tiempo que investigadores del MIT y de la Universidad Rice trabajan en ello, como un sistema óptimo de control. “El cuántica tatuajes DOT implica la aplicación de azúcar soluble basado en microaguja que contiene una vacuna y puntos cuánticos al cobre fluorescente incorporado en cápsulas biocompatibles en la escala de micras. El programa será implementado a través de la compañía ID2020, de su propiedad, y asegura que “esto resolvería el problema de más de mil millones de personas que viven sin una identidad oficialmente reconocida”.

Cuando hace un tiempo publicamos esto, aún no se hablaba sobre un programa de vacunación obligatoria, ni sobre el control del ciudadano a través del pasaporte digital de inmunidad, ni siquiera sobre la geolocalización obligatoria, ni sobre el control de temperatura. Dentro de poco, el control será de los pensamientos. Lo que está ocurriendo parece de película futurista de ciencia-ficción, pero no, ya está pasando y lo estamos empezando a sufrir. Pero nada de esto surgió por azar, todo se programó en los think tank de los amos del mundo. Y lo realmente alarmarte es que la ONU –que suele dar una de cal y otra de arena— forma parte de este proyecto, que engloba en el totum revolutum del plan “Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas”. Hace décadas que estamos recibiendo señales, pero no hay peor sordo que el que no quiere oír, ni peor ciego que el que no quiere ver.

Nuestro inefable doctor Simón anda estos días frivolizando con las vacunas. España no se suma al plan de Italia, Francia, Países Bajos y Alemania, porque cree que la primera “no será la mejor” y así lo explica: “Conseguir tener una vacuna muy eficaz que se pueda producir en todo el mundo sería lo ideal, pero hay que ser realistas y la primera puede que no sea la buena. Probablemente sea muy segura y prometedora, pero las siguientes generaciones probablemente serán mejores”. ¿Nos salió adivino o es que el Gobierno tiene otros compromisos? Recordemos que en septiembre de 2019, Pedro Sánchez participó en el acto de Goalkeepers de la Fundación Bill & Melinda Gates, celebrado en el Jazz Lincoln Center de Nueva York, en el que comprometió la inversión de más de cien millones de euros en vacunas. ¿Son las vacunas del chip las que prefiere España? Esas sí que serán buenas. Aviso a navegantes, por si sirve de algo. No obstante, la farmacéutica AstraZeneka, fabricante de la vacuna para Europa, tampoco escapa a los tentáculos de Gates. Hemos sabido que Gates  tiene intereses en dos de las empresas que colaboran con la multinacional anglo-sueca. Pero aunque no los tuviera, tampoco nos fiaríamos.

Todo apunta a que habrá un antes y un después, marcado por la vacunación. Nuestro deber es informar y ayudar a crear conciencia en esta caverna platónica de máxima oscuridad. Una vez integrada la información, que cada quien actúe en libertad. Por esto, he aquí mi propuesta que bien podría adoptarse como protocolo: La vacunación debe ser voluntaria, como cualquier tratamiento. Al usuario se le debe informar de los componentes de la vacuna, incluso debe tener derecho a poder analizarla en un laboratorio independiente. A su vez, el profesional de la salud debería firmar un documento en el que reconoce que los componentes de la vacuna son los que figuran en la información del producto y que son inocuos. Finalmente, el usuario debe firmar el consentimiento informado.

Con todo esto presente, algún drogado por la manipulación oxidativa o quién sabe si cómplice del sistema corrupto de comunicación se atreve a decirle a Bosé que se vaya a tomar su pastilla, al cardenal Cañizares que se vaya a paseo con su monserga sobre Satanás y los chips, y del presidente de la Universidad de Valencia dirán que no apto para dirigir un centro docente, o incluso mandarlo a la cárcel. Sin embargo, nunca estuvieron tan cuerdos. A los críticos con esta postura de resistencia les ruego que salgan de su cápsula, que se quiten las orejeras y se informen de lo que se cocina tras las bambalinas de lo aparente. Están viendo las sombras que se proyectan en la pared, pero la realidad está fuera. Es hora de despertar. Un nuevo amanecer llegará con su luz inundándolo todo y hay que estar juntos para recibirlo.


Quieren controlarnos cuando se anuncie la vacuna con un chip a cada uno de nosotros para controlar nuestra libertad, pero ¡qué se han creído, esclavos y servidores de Satanás! ¡No les tengáis miedo!”. Parecen palabras mías, pero no. Las dijo el presidente de la Universidad Católica de Murcia, José Luis Mendoza. “¿Por qué Bill Gates y Soros, anuncian hace años que se avecinaba el coronavirus? ¿Cómo ha venido esto? ¿Con qué motivo?”, se pregunta. Hace unos días era el cardenal arzobispo de Valencia, Alfonso Cañizares, quien soltaba la bomba diciendo que algunas vacunas contenían material genético de fetos abortados, cosa cierta que venimos denunciando desde hace años. Lo cierto es que tensar tanto la cuerda para ahogarnos está creando todo un revulsivo haciendo que muchas voces discrepantes salgan de su zona de confort y denuncien lo que debería hacer la prensa. No hay que olvidar que los periodistas constituyen el puente que comunica a los políticos y a las instituciones con la sociedad; aunque en la actualidad, salvo contadas excepciones, sean más bien el andamiaje que los sostiene.

Se ha criticado estos días a Miguel Bosé por atreverse a decir que la pandemia es una farsa internacional para instaurar el NOM –nueva normalidad—, un sistema policial dependiente de la inteligencia artificial. También alude el cantante a un tema más tabú aún que las vacunas: la red 5G. Los científicos independientes, que no dependen de ningún gobierno ni institución para llevar a cabo su trabajo dicen que las frecuencias de la 5G, aparte de otros muchos daños, debilitan nuestro sistema inmunitario y, por tanto, crean el medio propicio para la proliferación de virus y otros patógenos. En Suiza fue interrumpida su implantación a petición de los dirigentes de los cantones, debido a las protestas de los vecinos.

La diputada italiana, Sara Cunial, con datos científicos en la mano, habló en el Parlamento sobre la nocividad de la 5G y su relación con los virus. Lo hizo también sobre las vacunas y, en general, sobre la gran mentira global. Al final de su alocución propuso llevar a Bill Gates ante la Corte Penal Internacional. ¡Cuándo ocurrirá esto aquí! ¡Cuándo nuestros políticos con conciencia van a espabilar y ponerse las pilas! ¡Abascal, tío, como te diría la inefable Montero, a ver cuándo le metéis mano a este ítem, tan tabú, tan prohibido! Que nadie se atreva a hablar de ello es indicativo de su peligrosidad y de los intereses que encierra. Si buscamos en Google información sobre la red 5G solo encontraremos artículos pagados, favorables a la implantación de esta tecnología de magia negra que nos transportará al séptimo infierno. Toda la información crítica sobre la 5G está siendo censurada, sobre todo, la que la relaciona con el Covid-19. Para más señas, hoy he querido rescatar unos datos del vídeo del biólogo español, Bartolomeu  Payeras, donde hace un interesante estudio por países y ciudades relacionando la implantación 5G y el número de muertes por el virus. Pero no he podido ver los datos que quería rescatar. En su lugar aparecía la observación: Este vídeo se ha retirado porque infringía los términos del servicio de YouTube. Está claro que quieren evitar  que la sociedad dude de sus imposiciones. Bartolomeu, haciendo uso de una humildad exquisita, decía que el vídeo no era concluyente, pero que los datos eran dignos de someterse a otras investigaciones e instaba a que se realizasen.

Vivimos en una mentira de proporciones colosales. Volviendo a Bill Gates, es indignante que la prensa califique de filántropo, cuando lleva años defendiendo la eugenesia, la eutanasia y el aborto como métodos de control de la población, arruinando a agricultores del Tercer Mundo con sus transgénicos, eliminando y enfermando gente con sus productos agroquímicos, dejando un reguero de muertos y tullidos a través de sus vacunas “solidarias” en los países en vías de desarrollo, y mil otros negocios contrarios al bienestar de la humanidad. Es más, este falso filántropo hace tiempo que anuncia una vacuna que llevará incluidos chips para controlar a la humanidad. Hace un tiempo di cuenta de sus palabras sobre el particular, en un artículo que titulé Identificación digital ID2020, el terrorífico plan diabólico de Bill Gates para controlar a la humanidad, del que extracto el siguiente párrafo:

“El magnate anunció que piensa poner a disposición de los gobiernos del mundo “cápsulas implantables, también llamadas microchips, para humanos que tienen certificados digitales”, con el fin de identificar a los afectados por el Covid-19. Estos microchips mostrarían –en este caso particular— quién se ha sometido al test del coronavirus y quién se ha vacunado contra él. Los certificados digitales de Gates no se refieren a nada de lo que conocemos, sino a una especie de “tatuajes de puntos cuánticos” que detectarán a los no vacunados. Hace tiempo que investigadores del MIT y de la Universidad Rice trabajan en ello, como un sistema óptimo de control. “El cuántica tatuajes DOT implica la aplicación de azúcar soluble basado en microaguja que contiene una vacuna y puntos cuánticos al cobre fluorescente incorporado en cápsulas biocompatibles en la escala de micras. El programa será implementado a través de la compañía ID2020, de su propiedad, y asegura que “esto resolvería el problema de más de mil millones de personas que viven sin una identidad oficialmente reconocida”.

Cuando hace un tiempo publicamos esto, aún no se hablaba sobre un programa de vacunación obligatoria, ni sobre el control del ciudadano a través del pasaporte digital de inmunidad, ni siquiera sobre la geolocalización obligatoria, ni sobre el control de temperatura. Dentro de poco, el control será de los pensamientos. Lo que está ocurriendo parece de película futurista de ciencia-ficción, pero no, ya está pasando y lo estamos empezando a sufrir. Pero nada de esto surgió por azar, todo se programó en los think tank de los amos del mundo. Y lo realmente alarmarte es que la ONU –que suele dar una de cal y otra de arena— forma parte de este proyecto, que engloba en el totum revolutum del plan “Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas”. Hace décadas que estamos recibiendo señales, pero no hay peor sordo que el que no quiere oír, ni peor ciego que el que no quiere ver.

Nuestro inefable doctor Simón anda estos días frivolizando con las vacunas. España no se suma al plan de Italia, Francia, Países Bajos y Alemania, porque cree que la primera “no será la mejor” y así lo explica: “Conseguir tener una vacuna muy eficaz que se pueda producir en todo el mundo sería lo ideal, pero hay que ser realistas y la primera puede que no sea la buena. Probablemente sea muy segura y prometedora, pero las siguientes generaciones probablemente serán mejores”. ¿Nos salió adivino o es que el Gobierno tiene otros compromisos? Recordemos que en septiembre de 2019, Pedro Sánchez participó en el acto de Goalkeepers de la Fundación Bill & Melinda Gates, celebrado en el Jazz Lincoln Center de Nueva York, en el que comprometió la inversión de más de cien millones de euros en vacunas. ¿Son las vacunas del chip las que prefiere España? Esas sí que serán buenas. Aviso a navegantes, por si sirve de algo. No obstante, la farmacéutica AstraZeneka, fabricante de la vacuna para Europa, tampoco escapa a los tentáculos de Gates. Hemos sabido que Gates  tiene intereses en dos de las empresas que colaboran con la multinacional anglo-sueca. Pero aunque no los tuviera, tampoco nos fiaríamos.

Todo apunta a que habrá un antes y un después, marcado por la vacunación. Nuestro deber es informar y ayudar a crear conciencia en esta caverna platónica de máxima oscuridad. Una vez integrada la información, que cada quien actúe en libertad. Por esto, he aquí mi propuesta que bien podría adoptarse como protocolo: La vacunación debe ser voluntaria, como cualquier tratamiento. Al usuario se le debe informar de los componentes de la vacuna, incluso debe tener derecho a poder analizarla en un laboratorio independiente. A su vez, el profesional de la salud debería firmar un documento en el que reconoce que los componentes de la vacuna son los que figuran en la información del producto y que son inocuos. Finalmente, el usuario debe firmar el consentimiento informado.

Con todo esto presente, algún drogado por la manipulación oxidativa o quién sabe si cómplice del sistema corrupto de comunicación se atreve a decirle a Bosé que se vaya a tomar su pastilla, al cardenal Cañizares que se vaya a paseo con su monserga sobre Satanás y los chips, y del presidente de la Universidad de Valencia dirán que no apto para dirigir un centro docente, o incluso mandarlo a la cárcel. Sin embargo, nunca estuvieron tan cuerdos. A los críticos con esta postura de resistencia les ruego que salgan de su cápsula, que se quiten las orejeras y se informen de lo que se cocina tras las bambalinas de lo aparente. Están viendo las sombras que se proyectan en la pared, pero la realidad está fuera. Es hora de despertar. Un nuevo amanecer llegará con su luz inundándolo todo y hay que estar juntos para recibirlo.

(Magdalena del Amo. Periodista Digital).

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