El avance del globalismo en Europa está alcanzando un punto de inflexión. Lo que comenzó con ataques aislados a líderes soberanistas se está convirtiendo en una estrategia sistemática para su eliminación política. Cristian Georgescu en Rumanía, ahora Marine Le Pen en Francia y próximamente Alice Weidel en Alemania son claros ejemplos de esta ofensiva contra aquellos que defienden la soberanía nacional. La pregunta es inevitable: ¿serán los siguientes objetivos en España Santiago Abascal y Alvise Pérez?
El caso de Cristian Georgescu es una muestra de cómo opera el globalismo para neutralizar a sus oponentes. Tras ganar las elecciones en Rumanía, su victoria fue anulada bajo la excusa de una presunta injerencia rusa. Sin pruebas, la maquinaria globalista logró su cometido: impedir que un partido soberanista accediera al poder. Esta misma estrategia podría replicarse en otras naciones europeas.
En Francia, Marine Le Pen, líder de Agrupación Nacional (RN), ha sido condenada por presunta malversación de fondos europeos, justo cuando encabeza las encuestas para las elecciones presidenciales de 2027 con un 36% de intención de voto.
El Tribunal Penal de París dictaminó que RN desvió 6,8 millones de euros para pagar a sus asistentes parlamentarios. Aunque Le Pen ha rechazado rotundamente las acusaciones, el veredicto podría inhabilitarla políticamente, allanando el camino para un candidato más afín al globalismo. Como ella misma ha declarado: “Potencialmente, millones y millones de franceses se verán privados de su candidato presidencial”.
La persecución de los partidos soberanistas también está en marcha en Alemania. Alternativa para Alemania (AfD), una de las fuerzas políticas en mayor crecimiento, está en el punto de mira del sistema. Se busca su ilegalización bajo el pretexto de que supone una amenaza para la democracia.
El verdadero motivo de este ataque es que AfD se ha convertido en una alternativa real frente al globalismo, y su auge en las encuestas preocupa a las élites que dominan Europa. La criminalización de la oposición se está consolidando como el mecanismo predilecto del globalismo para mantenerse en el poder.
En España Vox y SALF podrían ser los siguientes. El patrón es claro: cualquier partido que desafíe la agenda globalista se convierte en objetivo a eliminar. En España, tanto Vox como SALF se encuentran en la línea de fuego. No es casualidad que las principales fuerzas del sistema, desde los partidos políticos hasta los medios de comunicación y el poder judicial, estén alineados para desacreditar y, si es posible, ilegalizar a estas formaciones políticas.
Si los ciudadanos no reaccionan ante esta ofensiva, España podría ser el siguiente país en experimentar la imposición de una dictadura encubierta bajo la excusa de la defensa de la democracia. Lo que está ocurriendo en Rumanía, Francia y Alemania no es un caso aislado. Es una estrategia bien orquestada para erradicar el soberanismo en Europa y consolidar un modelo supranacional donde las naciones pierden su identidad y su independencia.
Estos ataques a los partidos soberanistas se inscriben en un contexto global más amplio: el surgimiento de un nuevo tablero geopolítico multipolar. Las potencias emergentes están desafiando el dominio del globalismo occidental, lo que ha llevado a las élites a endurecer sus mecanismos de control en Europa. La censura, la persecución política y la manipulación judicial son sólo algunas de las herramientas que están empleando para asegurarse de que el globalismo continúe imponiendo su agenda.
Estamos ante un momento decisivo. La dictadura del pensamiento único avanza a pasos agigantados, eliminando a todos aquellos que se atreven a desafiarla. No se trata de si compartimos todas las ideas de estos partidos soberanistas o no, sino de entender por qué son objeto de un ataque sistemático. Cuando se persigue de manera coordinada a quienes defienden la soberanía nacional, la libertad de los ciudadanos también está en peligro
Cuando pensemos en lo que está ocurriendo en Rumanía, Francia o Alemania, no nos fijemos en las diferencias con esos partidos que están ilegalizando. De hecho, entre ellos hay muchas diferencias ideológicas y programáticas. Pero hay algo que los une: su defensa de la soberanía y la independencia de las naciones frente a las injerencias de organismos supranacionales o intereses globalistas. Son partidos que desafían el control de aquellos que desean imponer un modelo de pensamiento único. Representan la resistencia contra la agenda globalista, que busca uniformar ideológicamente a Europa y anular cualquier oposición real.
La lucha por la soberanía nacional no es solo una cuestión política, sino una batalla fundamental por la libertad y el futuro de Europa. Si se permite que el globalismo elimine a la oposición soberanista, se estará consolidando un sistema en el que los ciudadanos perderán el derecho a elegir alternativas reales. La historia nos enseña que sigue es un régimen donde la libertad de expresión y el pensamiento crítico son sofocados. Si Europa sigue por este camino, se estará firmando el acta de defunción de la sociedad tal como la conocemos.
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El globalismo contra los líderes de los partidos soberanistas: Georgescu, Marine Le Pen y pronto Alice Weidel (AfD). ¿Siguientes? Abascal y Alvise
El globalismo sigue su marcha firme hacia la eliminación de los partidos soberanistas en Europa. Lo que comenzó con Cristian Georgescu en Rumanía, ahora se repite con Marine Le Pen en Francia y con la inminente ilegalización de AfD en Alemania. La pregunta inevitable es: ¿serán Vox y SALF los siguientes objetivos en España? Estamos presenciando un momento crítico de la implantación de una dictadura del pensamiento único en Europa, lo que no es otra cosa que una tiranía encubierta.
El caso de Rumanía: elecciones anuladas con la excusa de la injerencia rusa
El primer golpe se produjo en Rumanía, donde Cristian Georgescu, líder del partido soberanista, ganó las elecciones, pero los comicios fueron invalidados bajo la excusa de una supuesta injerencia rusa. Sin pruebas, la maquinaria globalista logró su objetivo: apartar del poder a un candidato que no se plegaba a sus dictados. Este modus operandi parece replicarse en otras naciones.
Marine Le Pen, condenada por malversación: la excusa perfecta para su inhabilitación
En Francia, el Tribunal Penal de París dictó sentencia contra Marine Le Pen, líder de Agrupación Nacional (RN), acusándola de malversación de fondos europeos. Esta decisión llega en un momento clave, cuando Le Pen encabeza las encuestas para las elecciones presidenciales de 2027 con un 36% de intención de voto.
El fallo se basa en la acusación de que RN desvió 6,8 millones de euros de fondos europeos para pagar a sus asistentes parlamentarios. Aunque Le Pen ha rechazado categóricamente las acusaciones, el veredicto podría impedirle participar en los próximos comicios, allanando el camino para un candidato más afín al establishment globalista. Como ella misma declaró: “Potencialmente, millones y millones de franceses se verán privados de su candidato presidencial”.
Alemania y la ilegalización de AfD: la criminalización de la disidencia
En Alemania, la situación es igual de preocupante. Alternativa para Alemania (AfD), partido soberanista en auge, está en la mira del sistema, que busca su ilegalización bajo la excusa de su supuesta amenaza para la democracia. La criminalización de la oposición política es una estrategia cada vez más común en Europa para silenciar a quienes defienden la soberanía nacional.
¿El siguiente objetivo? Vox y SALF en España
El patrón es evidente: todo partido que desafíe la hegemonía globalista se convierte en objetivo. Vox y SALF en España podrían ser los siguientes en la lista negra. El régimen partidista del sistema, el poder mediático y judicial se alinea con los intereses globalistas para desacreditar y, si es posible, ilegalizar a estos partidos.
Estamos ante un momento crucial en Europa. La imposición de un pensamiento único avanza sin oposición real, eliminando a quienes defienden la identidad nacional y la soberanía. La pregunta es: ¿resistirán los ciudadanos europeos esta ofensiva, o aceptarán sin lucha la tiranía del globalismo?
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