Se trata de cumplir con la Agenda 2030 y con la inclusión financiera, social y económica de todos los habitantes del planeta, o sea, control poblacional en todos los aspectos del ser humano
La cumbre del G20 de Río de Janeiro de 2024 está programada para celebrarse en el Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro los días 18 y 19 de noviembre de 2024, y será la primera cumbre del G20 que se celebrará en Brasil.
Adopción de la Identidad Digital (ID) y la Infraestructura Pública Digital (IPD)
Y allí se ratificará el compromiso de los ‘grandes’ del Universo con la adopción de la Identidad Digital (ID) y la Infraestructura Pública Digital (IPD). Esta medida ha contado con el respaldo de organismos internacionales globalistas como la ONU, la Unión Europea, el Foro Económico Mundial (FEM – Foro de Davos) y la Fundación Gates.
Los ministros de Economía de los veinte países miembros emitieron la pasada semana una declaración conjunta para reafirmar su compromiso con la implementación de la transformación digital a través de la IPD. Explican que la Identidad Digital será una herramienta fundamental para cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la omnipresente Agenda 2030.
Supuesta inclusión social y económica
La idea, tal y como cuentan, es que esta nueva tecnología permitirá a las poblaciones desatendidas acceder a servicios financieros, favoreciendo la inclusión social y económica.
Esa es la teoría que el globalismo nos vende dentro de su forma de vida mundial que quieren imponer y que ha quedado constitucionalizada en el articulado de la Agenda 2030. Pero esa Identidad Digital está suscitando mucha preocupación sobre la privacidad y el control de datos a nivel global, ya que supone el control poblacional y, por tanto, la pérdida de privacidad y de libertad de las personas. No en vano, la implementación de sistemas de identidad digital podría llevar a un aumento en la vigilancia masiva y la centralización de información personal.
Omnipresente Agenda 2030
Porque la adopción de la Identidad Digital será clave para cumplir los ambiciosos objetivos globalistas de la Agenda 2030.
Sin embargo, a medida que se avanza hacia la digitalización global, surgen interrogantes sobre el alcance del control que esta tecnología proporcionará a los gobiernos y grandes corporaciones sobre los ciudadanos y que podría transformarse en una herramienta de control social.
La identidad digital se suele basar en el almacenamiento y la verificación de información personal; por ejemplo, su dirección de correo electrónico, un registro de su cara (como en el reconocimiento facial), o hechos sobre su vida (respuestas a preguntas de seguridad).
Fuente. Javier Salinas| La Bandera
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