El error con Sánchez: pensar que caerá por inercia | José María Romero

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Desde hace tiempo, muchos esperan con impaciencia la caída de Pedro Sánchez, como si el desgaste del poder o los casos de corrupción que lo rodean pudieran, por sí solas, tumbarlo. Es un error de manual y una ingenuidad peligrosa. Creer que el desgaste natural, la corrupción de su entorno familiar, los abusos de su gobierno o los desmanes de la izquierda radical comunista que le sostiene acabarán devorándolo, es desconocer la verdadera naturaleza del personaje.

Conocer a Pedro Sánchez, su resistencia al desgaste, su ambición desmedida y su hoja de ruta hacia un golpe de estado institucional, nos obliga a pensar que ese día nunca llegará si no se le derrota y se le pone fin políticamente, judicialmente y cívicamente con toda la firmeza que requiere la gravedad de la situación. De la actuación de los partidos políticos de la oposición, por desgracia, soy muy escéptico.

Sánchez no es un político al uso. Es un estratega frío, metódico, egocéntrico y dispuesto a cualquier cosa con tal de mantenerse en el poder. Su modus operandi no deja lugar a dudas: Crear tensión constante para polarizar y mantener movilizado a su electorado; Desmantelar las instituciones democráticas desde dentro para después controlarlas; Y construir un relato victimista que lo blinda ante cualquier crítica; y como punto final, dar un golpe de estado institucional.

Se equivoca quienes piensan que, simplemente por dejar correr el tiempo, el sanchismo se consumirá como una vela. La historia está llena de ejemplos de líderes que parecían al borde del abismo y lograron sobrevivir gracias a la pasividad de sus adversarios. No olvidemos que Pedro Sánchez pertenece a esa clase de personajes que no se marchan por las buenas, sino que cuando toman las riendas de un país, se perpetúan en el poder. Por eso, quienes creen que el sanchismo se consumirá con el paso del tiempo cometen un error fatal. La única salida es derrotarlo en todos los frentes y echarlo, con todas las armas políticas y legales que ofrece un Estado de Derecho.

Lo que está sucediendo en España no es fruto de la casualidad. Sánchez está ejecutando un golpe institucional deliberad y calculado. La separación de poderes ha sido eliminada, la justicia ha sido politizada y los organismos independientes han sido colonizados. Todo esto tiene un objetivo claro: secuestrar el Estado para beneficio propio y de quienes le apoyan.

Frente a un asalto de esta magnitud, hablar de negociación, pactos o medias tintas es rendirse sin luchar. La corrupción que salpica a su entorno, la manipulación mediática financiada con dinero público y los acuerdos secretos con quienes buscan romper la unidad de España no son meras irregularidades: son pruebas del alcance de su ambición y de que juega en otra liga. Su objetivo no es gobernar, es dar un golpe de estado para transformar España en un régimen donde él y los suyos puedan reescribir las reglas a su antojo.

Ante este desafío, la única respuesta válida es el combate sin tregua, sin concesiones y sin ingenuidades. Sánchez no gobierna, ejecuta un plan diseñado para reescribir las reglas a su antojo y perpetuarse en el poder

No podemos limitarnos a esperar a que Sánchez caiga solo. Sánchez no «caerá»; tendrá que ser derrotado, desenmascarado ante los españoles y empujado al abismo político, e incluso a la cárcel, con toda la fuerza de la verdad, de la denuncia constante y del rechazo frontal a su manera de hacer política. La corrupción, los abusos de poder y las cesiones a los separatistas no pueden quedar impunes ni diluirse en la memoria colectiva. La batalla debe ser total y sin complejos ni concesiones. Solo la batalla constante en todos los frentes le podrá derrotar,

La historia reciente nos demuestra que, en tiempos de excepcionalidad, la tibieza equivale a complicidad. Quienes piensan que Sánchez es una anomalía pasajera se equivocan. Su permanencia en el poder no es una casualidad, sino la consecuencia de un proyecto político peligroso que solo se detendrá si alguien tiene el valor de frenarlo.

España no puede permitirse otra década de sanchismo. Cada día que Sánchez permanece en el poder, las instituciones se debilitan un poco más y el país retrocede en libertades y derechos. El momento de actuar es ahora, con firmeza y determinación, antes de que el daño sea irreversible.

No nos engañemos: Pedro Sánchez no caerá por inercia. Derrotarlo y echarlo es la única vía, y será una batalla dura. Pero la defensa de España, las instituciones y la libertad bien merece librarse sin descanso.

José María Romero | Analista Político

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1 comentario en «El error con Sánchez: pensar que caerá por inercia | José María Romero»

  1. Artículo impecable. Se puede decir más alto pero no más claro. A un psicópata narcisista enloquecido y desmelenado como éste hay que enfrentarlo con todo y todos y no descansar hasta tumbarlo y mandarlo, a él y a todos los miembros de su desgobierno mafioso, criminal, asesino y traidor, a la cárcel de por vida, pero si la sociedad no despierta en masa no hay nada que hacer.

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