El despertar de las naciones europeas

Una nueva encuesta realizada en 27 países europeos confirma el hartazgo ciudadano con el proyecto globalista de Bruselas. El 51% de los europeos considera que la centralización del poder en Bruselas representa “una amenaza directa a la soberanía nacional”, según revela un informe de la Oficina de Protección de la Soberanía (Sovereignty Protection Office).

El estudio, difundido por la agencia MTI, demuestra que la mayoría de los europeos rechaza un “Estados Unidos de Europa” y prefiere una Europa de naciones libres, cooperantes y soberanas. Un abrumador 77% de los encuestados se inclina por una cooperación voluntaria entre países independientes, no por un aparato burocrático central que actúe sin control democrático.

Este resultado refleja una crisis profunda de legitimidad en la Unión Europea, dominada por la tecnocracia globalista, la imposición ideológica y la falta de respeto por las raíces nacionales.

Bruselas impone, los pueblos rechazan

El informe señala que la Comisión Europea carece de respaldo popular para su proyecto de centralización del poder en Bruselas. Los intentos de debilitar las soberanías nacionales mediante instrumentos jurídicos y financieros se perciben como una imposición ideológica sin legitimidad democrática.

La burocracia europea ha sustituido la voluntad de los pueblos por agendas globalistas, desconectadas de las realidades locales. La Agenda 2030, el pacto verde y la imposición de políticas migratorias masivas, la pérdida de soberanía nacional son ejemplos claros de cómo Bruselas actúa como una élite al servicio de intereses ajenos a los ciudadanos.

Mientras el discurso oficial habla de “unidad europea”, la práctica real demuestra una tendencia autoritaria dictatorial que socava las libertades nacionales y amenaza con destruir la unidad cultural y religiosa que hizo grande a Europa.

La mayoría social comienza a despertar ante esta manipulación política e ideologica disfrazada de integración.

Las ONG al servicio del proyecto globalista

La encuesta también revela un dato inquietante: el 66% de los europeos rechaza el uso de ONG-chiringuitos financiadas por la Unión Europea para imponer y presionar políticamente a los Estados miembros.

Estas organizaciones, sostenidas con fondos públicos, actúan como herramientas ideológicas que promueven la agenda izquierdista-globalista de Bruselas, incluyendo la ideología de género, el aborto como “derecho”, la inmigración masiva, e fanatismo climático y la censura del pensamiento crítico.

A través de subvenciones millonarias, la Comisión Europea crea una red de influencia política y mediática que busca moldear la opinión pública y debilitar a los gobiernos soberanistas.

El resultado es una Europa cada vez más dividida: por un lado, los burócratas globalistas que buscan imponer un modelo uniformado, y por otro, los pueblos europeos que reclaman su identidad, su fe y su libertad.

España y la claudicación ante Bruselas

España se encuentra entre los países más sumisos y vasallos ante la centralización del poder en Bruselas. Pedro Sánchez ha asumido sin reservas la Agenda 2030, las políticas migratorias descontroladas y los mandatos ideológicos impuestos por la Comisión.

El Gobierno socialista ha renunciado a la soberanía nacional y ha convertido a España en un satélite político de la burocracia europea. Mientras Bruselas dicta, el Gobierno obedece. Es un títere aventajado.

La cesión de competencias en materia energética, fiscal y migratoria debilita la independencia del Estado español y compromete su capacidad de decisión. Sánchez no defiende los intereses del pueblo, sino los del proyecto globalista que busca disolver las naciones en una estructura supranacional sin alma ni raíces.

Este sometimiento tiene consecuencias visibles: pérdida de soberanía económica, injerencia ideológica en la educación y la cultura, y desprecio por las tradiciones cristianas que formaron nuestra identidad nacional.

Europa debe elegir: soberanía o disolución

La centralización del poder en Bruselas ha llegado a su límite. Los europeos ya no confían en las instituciones que deciden a espaldas de los ciudadanos. El discurso de “más Europa” ha perdido fuerza, y crece el clamor por una cooperación respetuosa entre naciones libres.

Los pueblos europeos deben elegir entre dos caminos: La soberanía, que garantiza la libertad, la cultura y la identidad nacional; o la disolución, que impone un modelo uniforme bajo el control de tecnócratas y lobbies globalistas.

El proyecto de las élites globalistas de Bruselas pretende un continente sin fronteras, sin patrias y sin Dios. Pero la realidad demuestra que los europeos anhelan volver a sus raíces, a una Europa cristiana, diversa y soberana.

El despertar de las naciones europeas

La encuesta de la Oficina de Protección de la Soberanía confirma lo que millones de ciudadanos ya sienten: la centralización del poder en Bruselas amenaza la libertad de Europa.

Los pueblos despiertan ante el engaño de una Unión que ha olvidado su misión original: servir a las naciones, no dominarlas..

La farsa de la integración total se desmorona. Los europeos vuelven a levantar la voz por su soberanía, por su cultura y por su libertad.

El tiempo de los pueblos libres ha comenzado.

Comparte con tus contactos:

Deja un comentario