El reciente escándalo de las denuncias de agresión sexual en torno a Íñigo Errejón no es más que el último acto en la obra de distracción que Pedro Sánchez ha sabido desplegar con habilidad trilera. Este tipo de situaciones, en las que un personaje público relevante acapara el foco mediático debido a una conducta polémica o reprobable, no son nuevas. Ya lo vimos en el caso de Luis Rubiales y el famoso beso que eclipsó por semanas otros temas de mayor envergadura en la agenda pública. Este tipo de distracciones cumple un propósito calculado y, en este caso, beneficia enormemente al actual presidente del Gobierno.
Desde que Sánchez asumió el poder, su gestión ha estado rodeada de casos de corrupción y de una serie de decisiones nefastas. Sin embargo, casos como el de Errejón ofrecen una distracción eficaz. La noticia ocupa a los medios, sobre todo a aquellos afines a la derecha, que se apresuran en cubrirlo como parte de una cruzada mediática contra la izquierda. Pero este movimiento es, en el fondo, funcional a los intereses de Sánchez, quien, en el fondo, sabe que cada minuto dedicado al escándalo de Errejón es un minuto menos de escrutinio sobre su propia gestión y los conflictos internos de su partido.
Desviar la atención de casos de corrupción y conflictos familiares. Uno de los grandes beneficios que Sánchez obtiene del foco mediático en torno a Errejón es el de ocultar bajo la alfombra los numerosos casos de corrupción y escándalos que le afectan a él personalmente, a su familia y a la de su partido. Desde investigaciones a sus colaboradores más cercanos, hasta acusaciones que involucran directamente a miembros de su familia como su esposa Begoña Gómez o su hermanísimo, y que ya se está acercando a él, o del entorno más próximo al Gobierno, el ruido mediático alrededor de Errejón funciona como un salvavidas para un líder que no puede permitirse la exposición de estos asuntos, y eso le proporciona un tiempo valioso para maniobrar y protegerse de los efectos devastadores de estas investigaciones.
Un respiro para sus problemas internos en el PSOE. Este caso beneficia a Sánchez no solo en términos de desviar la atención mediática, sino también como una forma de ganar tiempo ante las presiones internas del Partido Socialista. La tensión dentro del PSOE, con figuras que se están organizando para hacerle frente en el próximo congreso federal, es un desafío real. Un congreso donde, aunque no sea de dominio público, Sánchez se juega su liderazgo y la posibilidad de mantener el control absoluto del partido.
Cada semana en la que la opinión pública está entretenida con otro asunto, Sánchez gana margen de maniobra. Mientras sus detractores dentro del PSOE intentan posicionarse, el presidente del Gobierno utiliza este tipo de distracciones para calmar las aguas internas y consolidar su figura sin una presión añadida. Este margen le permite, además, continuar con un plan legislativo que tiene una clara intención de concentración de poder.
Consolidación del golpe de estado institucional. Entre las tácticas de Sánchez se encuentra el uso de decretos y medidas que buscan el dominio absoluto de instituciones clave y resortes de poder para su golpe de estado institucional. Desde el control de RTVE hasta las decisiones sobre los policías judiciales, Sánchez ha implementado cambios que le permiten un control más directo sobre el sistema institucional, con el que va consolidando lo que muchos ya ven como un golpe de Estado institucional.
Esta consolidación es, sin duda, uno de los movimientos más estratégicos de Sánchez, quien aprovecha la distracción de temas secundarios para avanzar sin freno en una agenda que redefine las instituciones democráticas a su conveniencia. Mientras los medios se centran en la figura de Errejón, Sánchez va acumulando poder. Cada decreto, cada cambio en la estructura institucional, se convierte en una pieza más de este complejo ajedrez político en el que el presidente no deja de ganar terreno. Va camino de consolidar su golpe y para ello necesito tiempo.
La debilidad de Sumar: otro triunfo para Sánchez. Desde un punto de vista electoral, el caso Errejón tiene un beneficio adicional para el presidente. En un momento en el que Sumar y su líder, Yolanda Díaz, están en una lucha constante por posicionarse como una alternativa a Sánchez dentro del espectro de la extrema izquierda, este tipo de escándalos solo debilitan a la formación comunista. Cada golpe a figuras de la órbita de Sumar o Podemos representa un daño a su base de votantes, restándoles la credibilidad y el apoyo que tanto necesitan para consolidarse como una opción real.
Para Sánchez, un Sumar debilitado es una oportunidad de arañar votos de una izquierda desencantada y sin rumbo claro. Esta maniobra de desgaste le permite ganar en dos frentes: por un lado, desacredita a los competidores internos y, por otro, se asegura de que ningún partido de izquierda obtenga el suficiente respaldo como para desafiar su liderazgo en el campo progresista.
Un truco de trilero para perpetuarse en el poder. En este juego de ilusiones, Sánchez despliega una táctica de distracción tras otra. Los medios, a menudo, caen en la trampa de cubrir estas polémicas superficiales sin cuestionarse el fondo de la cuestión: ¿a quién realmente beneficia esta distracción? Mientras la opinión pública observa el espectáculo, Sánchez avanza en su proyecto de perpetuarse en el poder con este golpe de estado institucional, sin importar los medios.
Este es el truco clásico de un trilero político que no duda en sacrificar a sus propios peones en el tablero si eso significa desviar la atención de los problemas reales. Hoy es Errejón; mañana, quizás, sea otra figura la que caiga en el foco de la polémica. Lo cierto es que, mientras estos casos sigan marcando la pauta, Sánchez continúa afianzando su posición sin oposición real.
La advertencia es clara: no dejemos que estas maniobras de distracción nublen la vista sobre el verdadero proyecto de Sánchez. Porque detrás del espectáculo mediático, lo que está en juego es el futuro institucional y democrático de nuestro país. Hay un golpe de estado institucional que Sánchez está dando. Ya lo tiene muy avanzado, pero necesita tiempo para seguir avanzando.
José María Romero | Analista político
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1 comentario en «El caso Errejón y la distracción perfecta de Pedro Sánchez | José María Romero»