Eco-progresistas exigen a Biden que priorice el clima sobre los crímenes de China

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Un centenar de organizaciones de justicieros climáticos demócratas prefieren salvar antes a los océanos que a las personas.

Crisis interna en el Partido Demócrata. Lo que está sucediendo entre ecologistas pro-Biden y demócratas moderados no tiene parangón. Parece extraído de una novela distópica. Pero no se trata de ciencia ficción. La Casa Blanca se debate entre sancionar a China por sus abusos de los derechos humanos o, sin embargo, mirar hacia otro lado y priorizar la lucha contra el Cambio climático. En otras palabras, «salvar al planeta», antes que salvar a los esclavos chinos o los disidentes represaliados y torturados por el régimen de Xi Jinping.

Ecologistas antihumanidad

Los ecologistas demócratas consideran que no se debe sancionar a China porque realice detenciones forzadas a los musulmanes uigures y los sometan en campos de trabajo a crímenes considerados de lesa humanidad por las organizaciones de Derechos Humanos. Para el ala eco-izquierdista del Partido Demócrata, estos serían males de menor importancia, puesto que «no se debe poner en riesgo la batalla contra el Cambio Climático» y «hay que ayudar a Beijing», antes que frenar los abusos del Partido Comunista Chino (PCCh), por lo que presionan al presidente de Estados Unidos a que termine con la Guerra Fría que ha emprendido contra China.

Estas peticiones antihumanas de los justicieros del clima se recogen dentro de una misiva elaborada por más de 40 grupos progresistas, que enviaron la carta al presidente Biden y a los legisladores el miércoles exigiéndole que abandone la confrontación con el gigante asiático.

Esta batalla intrademócrata tiene enfrentados a los grupos más moderados dentro del partido, quienes están convencidos de que luchar contra el Cambio climático y cooperar con Pekín, no está reñido con condenar las políticas ilegales que los de Xi Jinping aplican a la población, (como la actual atmósfera de represión que se está viviendo en Hong Kong, un territorio que está viendo erosionadas sus libertades civiles por culpa del Partido Comunista Chino).

La línea a seguir no está clara para la Casa Blanca. Y, posiblemente, Biden, que sufre de lapsus cada vez más continuados y apenas puede ocultar su deterioro cognitivo en público, se incline finalmente por complacer a las minorías políticas histéricas encabezadas por la musulmana demócrata Ilhan Omar, a la que parece importarle más los icebergs que los musulmanes represaliados en China.

El planeta va antes

Estas minorías eco-progresistas dentro del Partido Demócrata están bien organizadas para conseguir sus propósitos y presionar a los representantes políticos que todavía no están convencidos. Entre ellas, encontramos nombres tan orwellianos como el Movimiento Sonrisa o la Unión de Científicos Preocupados, preocupados por el planeta, pero no por los humanos, tal y como se puede interpretar en su apelación: «Pedimos a la administración Biden y a todos los miembros del Congreso que eviten el enfoque antagónico dominante de las relaciones entre Estados Unidos y China y, en cambio, den prioridad al multilateralismo, la diplomacia y la cooperación con China para abordar la amenaza existencial que es la crisis climática«, advierten los eco-progresistas. «Nada menos que el futuro de nuestro planeta depende de poner fin a la nueva Guerra Fría entre Estados Unidos y China», se puede leer en la carta.

Hasta ahora, demócratas moderados y legisladores han preferido optar, tal y como Biden lo anunciara recientemente, por una política que confronte a China. Recientemente, el presidente de EEUU exigió una investigación en profundidad sobre el origen del coronavirus en Wuhan desafiando a China. Amenazó al presidente chino con sanciones, una vez que salieran a la luz los escandalosos emails del doctor Fauci, que comprometían a los demócratas y científicos que sabían, meses antes de que se decretara la pandemia, que el virus de China era un virus creado en un laboratorio y no tenía procedencia animal, tal y como ya había sugerido Donald Trump y fuera desacreditado deliberadamente por los demócratas para derrocarlo.

Eco-gretistas seguirán presionando

Las cosas ahora no están nada claras, puesto que la mitad de los representantes demócratas ya se inclinan a favor de los eco-gretistas y animalistas antihumanidad: «Para combatir la crisis climática y construir una economía global que funcione para la gente que trabaja todos los días, tanto en Estados Unidos como en China, debemos pasar de la competencia a la cooperación», respondían los activistas.

A los 40 grupos eco-progresistas no les sentó nada bien que este pasado abril, Biden definiera a China como «una autocracia». En su carta, piden que cese de inmediato las condenas al régimen, revirtiendo esta tendencia contra el régimen chino, y apueste por la prioridad de poner fin al Cambio climático. «Toda su agenda de Cambio climático podría estar en riesgo si su campaña contra China continúa y crece», dijo Erik Sperling, director ejecutivo de Política Exterior.

Los representantes del lobby climático ya han expresado que no van a parar hasta que se salgan con la suya. De hecho, no es la primera vez que durante el mandato de Biden se dirigen al presidente mediante una carta pública, para que cumpla con la agenda verde antes que con otras agendas humanitarias.

Ya en mayo, legisladores de izquierda junto con 60 grupos activistas pidieron al presidente que no convirtiera a China en la Unión Soviética del siglo XXI . «Necesitamos distinguir entre críticas justificadas al historial de derechos humanos del gobierno chino y una mentalidad de la Guerra Fría que usa a China como chivo expiatorio de nuestros propios problemas domésticos y demoniza a los estadounidenses de origen chino», expresó la representante musulmana de extrema izquierda Ilhan Omar.

Y es que en Estados Unidos hay más organizaciones que gretistas en potencia. La anterior semana, otros 30 grupos se enfrentaron a Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes, para que dejara de lado las políticas anti-China. Algo que aplauden en secreto los mismos funcionarios del régimen comunista asiático que ven cómo los justicieros climáticos occidentales los están favoreciendo internacionalmente y están obligando a la comunidad internacional a que ignoren sus abusos contra los derechos humanos.

«Necesitamos un enfoque estratégico para China que dé prioridad a nuestra seguridad nacional y competitividad económica mientras crea espacios para la cooperación sobre el Cambio climático y otros problemas globales. Tendría un enfoque de cooperación competitiva. Es temprano para decir cómo se desarrollará el enfoque de la administración», dijo el representante Ro Khanna (D-Calif.), destacado progresista del Congreso.

Pocos son ya los demócratas que plantan cara a este hilarante discurso que enarbolan los soldados del Cambio climático. El representante del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, Robert Menéndez ha sido uno de los pocos que ha rebatido los argumentos de los gretistas y ha puesto algo de cordura con sus intervenciones. Para el demócrata, China es un verdadero problema que pondrá en jaque a los Estados Unidos si el país no opone resistencia ante el gigante asiático y su demoledora política contra los derechos humanos. «No debe haber ninguna duda de que China y el Partido Comunista bajo la marca de hipernacionalismo de Xi Jinping es diferente a cualquier desafío que Estados Unidos haya enfrentado», dijo en abril Robert Menéndez.

El melodrama de los soldados del Clima

El caso es que el melodrama de los justicieros climáticos está pasando a mayores y los demócratas moderados lo saben. En la carta de los 30 grupos, Basav Sen, director de políticas de justicia climática del Instituto de Estudios de Políticas, decía que criticar a China «iba a terminar por condenar al mundo«, debido a que es más importante hablar del planeta que de abuso de esclavos, se podría entender de las palabras de Basav. Por el contrario, la realidad, qué duda cabe, es bien distinta. No condenar a China por sus liberticidios es lo que puede terminar por condenar al mundo.

Amigos de la Tierra y enemigos del hombre

La cuestión de fondo es que este tipo de declaraciones son cada vez más comunes entre los eco-demócratas. Este pasado junio, Estados Unidos prohibió la importación de material de paneles solares de una empresa china por acusaciones de trabajo forzoso, algo que no sentó nada bien en el seno los Greta Thunberg demócratas.

Karen Orenstein, directora del programa de clima y energía de Amigos de la Tierra en Estados Unidos manifestó que «esos problemas (refiriéndose al uso de mano esclava en China) no deberían afectar la fuerza con la que Washington aborda el cambio climático global. La emergencia climática requiere cooperación», concluyó.

Pese a que la Administración Biden no ha comunicado su postura futura en sus relaciones con China, algunos representantes demócratas moderados creen que el discurso de las organizaciones pro-climáticas terminará imponiéndose al discurso que condena los políticas antihumanas del Partido Comunista Chino. Los Amigos de la Tierra se han declarado enemigos del hombre.

(Elena berberana. Libertad Digital)

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