Desde que la ONU estableció el Día Internacional de la Familia, la situación ha empeorado. Cada vez más, es un Día que no puede dedicarse a celebrar la familia, lo maravillosa que es para el hombre, para la sociedad y la Humanidad. No, actualmente, es necesario convertirlo en un Día para centrar la visión de todos, sociedad, medios, autoridades, etc. en la importancia de la familia, de la necesidad de replantearse la situación y de tomar medidas decididas para cambiar la situación.
Y la situación es que, especialmente en el mundo occidental en general y España en particular, la familia no sólo tiene graves problemas, sino que es maltratada y atacada por la sociedad, la cultura dominante y la legislación (fiscal, laboral, etc.).
Sí, la cultura dominante (y aquí entrarían todos los organismos globalistas, autoridades, partidos, etc.) no promociona a la familia. Esto sería lo lógico, si se buscara el bien personal y social, pero la realidad es que su empeño ideológico es el contrario, buscar un hombre sin familia, “resignificando” esta como algo irreal, que es lo que cada uno decida o apetezca, llegando al extremo de que una persona sería familia; en conclusión, la familia desaparece, ya que, si todo es familia, nada es familia.
En consecuencia, la política familiar es inexistente, entendida como la política que reconoce, defiende, apoya y ayuda a la familia. Pero como la familia es real, es una dimensión esencial del ser humano, la realidad es que la política, la legislación real se enfoca de forma que no reconoce este aspecto familiar del hombre y así, fracasa inexorablemente. ¿Cómo tener una buena política de vivienda, laboral, fiscal, etc. si se piensa en el hombre sólo como un ser aislado, individualista?
A pesar de que la Constitución o las declaraciones internacionales (Derechos Humanos ONU, Declaraciones Internacionales, Derechos UE, …) reconocen el papel fundamental de la familia, sus derechos y la obligación pública de reconocerla y protegerla, la realidad es que, en España, se sigue actuando contra la familia. Se empieza por no reconocer sus derechos. Por ejemplo, en cuanto a la educación de sus hijos, asistimos a un atropello y a un adoctrinamiento sistemático en nuestro sistema escolar, impulsado por las autoridades abiertamente. Desde temas como el lingüístico, donde en ciertas comunidades no se respeta el derecho fundamental de los padres a decidir, hasta temas morales (charlas sobre temas sexuales, ideología de género, etc.) o de organización pedagógica (por ejemplo, los colegios de enseñanza diferenciada)
Aunque a veces las autoridades, ante los evidentes problemas sociales causados, intentan cambiar el rumbo sin reconocer los errores de entrada. Por ejemplo, la Unión Europea o las autoridades españolas de diferentes ámbitos, ante el problema demográfico hacen llamamientos o toman iniciativas puntuales para intentar corregirlos, la realidad es que no hay un cambio real de rumbo.
Ojalá que este Día Internacional pueda servir al menos para volver a reclamar una concienciación pública de la sociedad y de todos los diferentes actores. La familia no es una opción ideológica sino una realidad esencial humana. Si no se reconoce y defiende, se corre en el camino equivocado, con lo que sólo se insiste en ahondar en hacer más débil a nuestra sociedad y más infelices a todos los españoles.

Mariano Martínez-Aedo es Presidente del Instituto de Política Familiar (IPF)