Destrucción de la cultura hispana | Pío Moa

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Uno de los fenómenos más significativos de nuestra época es la progresiva destrucción de la cultura hispana. En otro tiempo, no tan antiguo, la mayoría de los españoles sentía orgullo por su historia y cultura, aun si en general las conocían solo en rasgos generales. Después de todo, los resultados estaban ahí: cientos de millones de hispanohablantes; numerosos países con esa lengua oficial; el rastro de nombres hispanos por América, África y el Pacífico; las universidades creadas por España en América y Filipinas; las ciudades fundadas por españoles, las más bellas de América; la conquista, colonización y civilización de inmensas extensiones; la evangelización; el pensamiento de la escuela de Salamanca; una literatura original  que ha alcanzado cumbres excelsas; una pintura y arte en general comparables a las mejores del mundo;  la lucha, con un balance en general  exitoso, contra los expansionismos turco, protestante, inglés y francés y por salvaguardar la cultura católica… Todo ello resultado de la historia naval más importante de la humanidad, de unas universidades con el mayor número de estudiantes de Europa, y algunas  de muy alto nivel; de instituciones como los Tercios, la orden jesuita, etc.

Es cierto que desde mediados del siglo XVII aquella gran cultura ha sufrido una decadencia muy palpable, llegada a su punto más bajo en el siglo XIX y que, con altibajos y mejoras en el siglo XX, continúa hoy de forma acentuada. Simplemente el gran ámbito cultural hispano creado en otros tiempos se muestra hoy muy poco creativo, casi insignificante en comparación con el ámbito anglosajón. Y precisamente lo que padecemos hoy es una auténtica colonización no solo en el idioma (ya he escrito sobre ello, y solo un sordo y ciego podría no percibirlo), sino en todos los aspectos culturales, cada vez más reducidos a mero remedo de Anglosajonia. Lo significativo es que este proceso, acelerado de año en año, se produce no ya sin la menor reacción, sino con el apoyo entusiasta de políticos, periodistas e intelectuales. Si no conociera los hechos, me asombraría de ver cuánto cantamañanas lacayuno cree que los anglosajones son ineptos para la publicidad y necesitan de sus habilidades para difundir más y más su lengua, su cultura,  sus formas de entender el mundo, a costa de España y los países hispanos.

En Madrid tenemos a Esperanza Aguirre (Hope Aguirry) o Ana Botella (Annie Bottle), supongo que también Cifuentes y muchos más,  esa generación de progres anglómanos de derecha que se aplica con el mayor empeño a la labor destructiva… ¡Y hasta, en su ignorancia e inconsciencia, lo hacen hablando de patriotismo! Vengo diciendo que Hope, por ejemplo es patriota, una patriota inglesa. Y como ella, casi todos los políticos. ¿No acaban estos idiotas de dedicar una plaza a Margaret Thatcher, otra patriota inglesa (“¡Bombardeemos Madrid!”) al lado del precario monumento a Blas de Lezo?  Doña Hope es Dame Commander of the Order of the British Empire, es decir, del imperio que tiene una colonia en nuestro territorio, Gibraltar, dedicada a los negocios más sucios, en los  que participan, como no, numerosos empresarios y políticos españoles (ahora ha salido Rato, otro patriota). ¿Por qué la han recompensado así los ingleses? Porque ha impuesto, ilegal e inconstitucionalmente, el bilingüismo en inglés en la enseñanza pública en Madrid. Un gran servicio. Salvo en algunas regiones, y no en inglés, España no es un país bilingüe, y el inglés o cualquier otro idioma extranjero debe ser estudiado como lengua extranjera, no en igualdad de condiciones y menos aún en superioridad, como es el caso. Porque, observen la propaganda con que justifican su fechoría: el inglés es “el idioma de la ciencia, de la economía (los economistas se expresan habitualmente en espanglish), de la técnica, de la música y la canción, incluso de la literatura y el arte en general, aparte de la moda…” en fin, de todo lo significativo culturalmente; y “si quieres encontrar trabajo,¡en la propia España!, debes saber inglés (Por cierto, en Grecia siempre han hablado mucho más inglés que en nuestro país, también en Portugal). Por tanto, el español queda desplazado, implícita pero muy claramente en la intención, a idioma doméstico y propio para infraculturas como las de los culebrones o la televisión basura, que llena prácticamente el 80% de los contenidos televisivos.  

Esta gente lleva la traición en la sangre, como los comunistas para quienes los intereses de la Unión Soviética estaban muy, pero que muy por encima de los de España. Todos ellos, personajes  estériles intelectual, cultural y moralmente, vinculados de un modo u otro a la corrupción en todos los terrenos, se las ha arreglado para mandar, mangonear  y extender entre la gente sus propias miserias.

Pero seamos realistas. La cuestión es: ¿debemos resignarnos a  la colonización y consiguiente desplazamiento de nuestra lengua y relegación de nuestra cultura a un asunto museístico, o es posible una revitalización, ya que en el pasado, aunque lejano,  sí lo fue? Si esa revitalización no se da –y no hay por ahora grandes indicios de ello—todo será inútil.  En cualquier caso, la primera medida es denunciar y hacer consciente a la gente de la degradante colonización  que hoy sufrimos.

Pío Moa | Escritor

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