Defensa de la mujer pisoteada por la ideología de género | Norma Barba

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Este 2020 se cumplen 39 años de conmemorar la lucha por erradicar la violencia contra la mujer, batalla que continua… pero, ¿se sigue haciendo desde la misma trinchera y teniendo al mismo enemigo?
La violencia es mala siempre y para todos, no importa si es ofensiva o reactiva, pues aunque tenga muchos nombres (abuso, corrupción, trata, explotación, etc.) tiene un solo objetivo: imponer o someter a la víctima atentando contra su dignidad, derechos y libertades, pero también rompiendo toda armonía y paz social.
En este sentido el uso de la fuerza contra la mujer es injusta y responsabilidad de todos, tanto sea psicológica, como afectiva, económica o política, laboral o de salud. Que hoy el 71% de las victimas de trata sean mujeres o que 200 millones hayan sido mutiladas genitalmente, o poco más de 345 millones padezcan hambre es tema de todos.
Aunque la defensa por su derechos y libertades inició desde años atrás, está claro que desde 1981 en que se instituye el 25 de noviembre como fecha conmemorativa para erradicarla, las cosas no han cambiado significativamente.
El visibilizar los atropello y concientizaren sobre los derechos y libertades han sido el parteaguas en el caminar, Gracias a ello se castiga la violencia intrafamiliar, el acoso, generar programas protección entre muchas más.
Pero también es cierto que esa lucha por eliminar la violencia contra la mujer ha dado giros que la han enturbecido al introducir la ideología de género (que ve a la mujer como una construcción social que puede recrearse a su placer, sin respetar su esencia y naturaleza), lo que ha llevado a cambiar las trincheras desviando su objetivo inicial: la justicia.
Hoy se pone en un mismo saco tanto las legitimas exigencias para su desarrollo (cobertura de salud, eliminación de la trata, explotación y abuso sexual, etc.) como aquellas que nacen de su reconstrucción (operaciones gratis de cambio de sexo y reconocimiento de identidad oficial de género, etc.).
Soportando la lucha incluso en principios contradictorios como exigir todo el rigor de la ley al agresor que arrebate la vida de una mujer, pero exonerar a quienes las asesinen por aborto o exigir derecho de autodeterminación y la prohibición de las terapias de reversión.
El egoísmo, los intereses económicos, la desigualdad de oportunidades, pero sobre el desprecio por la dignidad de la mujer han engordado el caldo de la violencia.
De ahí que la lucha en sus orígenes fuera contra un sistema de gobierno opresor, pero al introducir la ideología emigró a un único agresor: el hombre y su masculinidad, en la que según feministas radicales se desarrolla la misoginia de manera natural.
Lo cierto es que aún venciendo al hombre y su machismo las mismas mujeres ejercen violencia contra sí Imponiéndose pobreza a través de la explotación de la naturaleza, esclavitud con el aborto, mutilación con operaciones transgénero, explotación con la prostitución y pornografía, etc.
En conclusión. La violencia contra las mujeres es una realidad de origen multifactoriales y por tanto de diversidad de enemigos, cambiante de acuerdo a sus logros y retrocesos.
La violencia se combate con paz, como lo decía Gandhi, con perdón como lo decía Desmond Tutu y con justicia como lo decía San Juan Pablo II.

Norma Barba | Jurista. Experta en Política Familiar

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