Cuatro provincias tienen ya más del 20% de trabajadores extranjeros
Uno de cada siete ocupados en España es de origen foráneo. El ránking nacional lo lidera Baleares
España avanza hacia un preocupante escenario de sustitución demográfica y laboral. Los últimos datos oficiales evidencian que la presencia de trabajadores extranjeros en nuestro país no deja de crecer. La realidad es clara: España se está convirtiendo en un país de extranjeros, con casi un 20% de su fuerza laboral compuesta por foráneos, lo que genera serias consecuencias sociales, religiosas, económicas y culturales.
Crecimiento espectacular de la población extranjera
Según la Estadística Continua de Población del Instituto Nacional de Estadística (INE), a 1 de enero de 2025 la población española ascendía a 49.077.984 habitantes. De ellos, 6,852 millones son extranjeros, lo que supone un 13,96% de la población total. Pero si se contabilizan también los nacionalizados, la cifra se dispara hasta el 19,11%. En solo tres años, la población extranjera ha aumentado en 1,339 millones de personas, un 24,3%, mientras que el crecimiento total ha sido de un 3,46%.
Casi 3 millones de extranjeros afiliados a la Seguridad Social
Este crecimiento descontrolado de la inmigración tiene su reflejo directo en el mercado laboral. Según datos del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, en febrero de este año los afiliados extranjeros a la Seguridad Social alcanzaron los 2,874 millones, un aumento del 22,1% respecto a 2022. El propio Gobierno de Pedro Sánchez reconocía recientemente que “el 44% de todo el empleo creado en estos tres últimos años corresponde a trabajadores extranjeros”, dejando en evidencia la sustitución paulatina de los trabajadores autóctonos.
Hoy en día, el 13,56% de los afiliados a la Seguridad Social es extranjero. Pero esta cifra oculta la verdadera magnitud del problema en algunas regiones y sectores estratégicos. En Islas Baleares, por ejemplo, uno de cada cinco trabajadores es foráneo, alcanzando el 20,42%. Le siguen Cataluña con el 17,65%, Aragón (16,06%) y Madrid (15,99%). En contraste, comunidades como Extremadura apenas registran un 4,3% de trabajadores extranjeros.
Consecuencias de la inmigración masiva
La llegada masiva de inmigrantes no solo quita trabajo a los españoles, sino que además contribuye a la precarización salarial. Los sectores más afectados son la hostelería (18,69% de afiliados extranjeros), el comercio y reparación de vehículos (16,6%), la construcción (11,66%) y la industria manufacturera (8,31%). Estas actividades concentran dos tercios de todos los trabajadores foráneos, desplazando a los autóctonos y rebajando las condiciones laborales.
Las provincias más afectadas por esta avalancha de mano de obra extranjera son Almería, con un 25,12% de ocupados foráneos, Lérida (21,5%), Huelva (21,46%) y Gerona (19,96%). En grandes núcleos como Madrid o Barcelona la cifra se mantiene elevada en términos absolutos: 600.000 y 500.000 trabajadores extranjeros respectivamente.
No es solo, ni mucho menos, una cuestión económica
Este fenómeno no es solo una cuestión de números. La creciente presencia de inmigrantes, especialmente de origen islámico, plantea serios problemas de integración, seguridad y cohesión social. La brecha cultural, religiosa y de valores entre buena parte de estos colectivos y la sociedad española es cada vez más evidente. No es casualidad que muchos barrios se estén convirtiendo en auténticos guetos, donde la ley española y las costumbres occidentales desaparecen.
El Gobierno de Pedro Sánchez, en su afán por seguir recibiendo fondos europeos y satisfacer las exigencias globalistas de la Agenda 2030, ha abierto de par en par las puertas a esta inmigración masiva sin medir las consecuencias. España no puede limitarse a mirar este fenómeno desde el prisma buenista de la acogida. Hay que tener en cuenta todas las consecuencias económicas, sociales y culturales que esta avalancha migratoria provoca.
El futuro de la nación está en juego. La sustitución de nuestra población activa, la pérdida de identidad y el aumento de los conflictos sociales son ya una realidad. España no puede convertirse en el refugio de millones de extranjeros que ven en nuestro país un paraíso de subsidios y oportunidades a costa de los autóctonos. Es hora de defender a los españoles y su derecho a un futuro digno en su propia tierra.
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