Hay una afirmación que se repite a menudo: la de que los enemigos de mis enemigos son mis amigos. Es una idea muy errónea de la amistad.
El concepto «globalismo» y los efectos de su imprecisión
Esa idea se está extendiendo mucho ante el llamado «globalismo», término al que ya me he referido alguna vez y que adolece de imprecisión. He visto etiquetar de esa forma cosas muy dispares, desde el marxismo cultural a la OTAN, pasando por la globalización económica, la concentración de poder en organismos internacionales y los intentos de disolver las naciones. Esa dificultad para identificar qué es el globalismo ha dado pie a que algunos vean globalistas por todas partes, incluso donde sólo hay personas que discrepan de la izquierda pero sin caer en paranoias ni dar pie a la idea de que como Occidente es «globalista», entonces Rusia y China son nuestros salvadores (hay personas que ya están llegando a ese grado de absurdo).
¿Han muerto las ideologías?
Así mismo, esa falta de definición lleva a algunos a decir que las ideologías han muerto y que ya no existe la derecha y la izquierda, ya que algunos sectores de las mismas se han solapado y se han confundido entre sí, y que por tanto debemos abrirnos a alianzas que de otra forma serían impensables. Sin embargo, que haya zonas de transición entre corrientes ideológicas y políticas no significa que éstas no existan. Por ejemplo, existe un liberalismo conservador y hay también un liberalismo progresista, y de igual forma hay distintas corrientes de socialismo.
El comunismo y sus caballos de Troya: el «Scheringer-Kurs»
Esto no es nada nuevo, como tampoco es nuevo que desde ciertas ideologías o movimientos políticos marginales surjan ideologías macarrónicas que mezclan elementos de distintas corrientes de pensamiento más o menos antagónicas. A veces, esas ideologías se convierten en caballos de Troya para captar adeptos más allá de sus filas, unos adeptos que no llegarían mediante las formas tradicionales de propaganda utilizadas por algunos movimientos políticos.
El marxismo tiene una larga tradición en esos caballos de Troya. En 2020 hablé aquí sobre una de esas estratagemas, el «Scheringer-Kurs» para captar a militantes nazis por parte del Partido Comunista de Alemania en 1932, una estrategia que consistía en añadir ingredientes nacionalistas al discurso comunista (más o menos lo que hizo Hitler al formular su nacional-socialismo). La estrategia acabó con el resultado inverso al buscado: muchos comunistas se fueron a las filas nazis. A fin de cuentas, ambas ideologías totalitarias no son tan distintas como algunos creen: basta con recordar el ensayo antisemita escrito por Karl Marx y lo escrito por Otto Wagener sobre el socialismo hitleriano.
Pax, el caballo de Troya comunista contra el catolicismo polaco
Después de la Segunda Guerra Mundial, el comunismo organizó otro caballo de Troya para infiltrarse en el catolicismo polaco: la Stowarzyszenie Pax (Asociación Pax), un movimiento organizado en colaboración con el NKVD soviético (el predecesor del KGB) para apoyar a la dictadura comunista polaca y dividir a los católicos. Curiosamente, entre sus fundadores estaban Bolesław Piasecki y otros miembros de un grupo fascista creado en 1935, el Ruch Narodowo-Radykalny Falanga, que combinaba el nacionalismo, el antiliberalismo y el anticomunismo, proponiendo una economía planificada y controlada por el Estado.
Piasecki había sido el fundador de ese partido y acabó coincidiendo con los comunistas polacos, igual que el anticomunismo de los nazis no les impidió aliarse con el comunismo soviético para invadir Polonia. La Asociación Pax promovió unas tesis contrarias a la doctrina católica, atacó al episcopado polaco y se dedicó a intentar infiltrar todos los círculos de laicos y sacerdotes católicos. Su apoyo al comunismo se conjugó con un falso discurso patriótico, incluso llamando «Księża Patrioci» (Sacerdotes Patriotas) a los presbíteros que eran partidarios de ese movimiento.
Un nuevo caballo de Troya para manipular a los pueblos hispanos
Uno de los más recientes caballos de Troya de los comunistas se está desarrollando en España y en otros países hispanos. Consiste en conjugar el discurso comunista con apelaciones a la Hispanidad, pero llevándola más allá de su tradicional sentido histórico y cultural y manipulándola para convertirla en un trampolín para un discurso anticapitalista, antiliberal y filocomunista, que apela a sentimientos muy habituales entre los pueblos hispanos (como el rechazo al mundo anglosajón) para acabar dirigiendo sus discursos a planteamientos próximos a la extrema izquierda e incluso a las tesis del Kremlin.
Algunos han llamado «rojipardismo» a ese movimiento, considerándolo una estrafalaria aproximación entre la extrema izquierda y la extrema derecha. Pero tal vez el acercamiento no sea tan estrafalario. Lo que algunos etiquetan tradicionalmente como «extrema derecha» es, en realidad, un socialismo nacionalista más propenso a entenderse con otras formas de socialismo que con el conservadurismo liberal. Ahí están casos como el eurasianismo de Dugin, una mezcla de fascismo, comunismo y nacionalismo ruso que despierta admiración entre algunos hispanos que abominan del llamado «globalismo». Lo que muchos ignoran es que el eurasianismo es furibundamente anticatólico y partidario de una alianza con la masonería.
No debemos olvidar lo que el comunismo es desde sus inicios
Obviamente, ante caballos de Troya que apelan a esa supuesta amistad con los enemigos de los enemigos, muchos se dejan arrastrar a una trampa por no hacer algo ya sencillo como mirar lo que hay dentro del caballo antes de meterlo en su ciudad, el mismo error que cometieron los troyanos, llevados por el entusiasmo de creer que habían derrotado a los griegos. No hay que esforzarse mucho para detectar qué clase de cosas nos podemos encontrar dentro de este nuevo caballo de Troya, porque sus propios promotores ni siquiera se molestan en esconder su verdadera identidad ideológica. Lo absurdo es que haya gente que rechaza el comunismo pero que luego permite que un comunista la engatuse hablando sobre el patriotismo, la tradición o la Hispanidad, tergiversándolos y manipulándolos a su conveniencia.
Parece increíble tener que explicar esto a personas que deberían tenerlo claro, pero el comunismo, se disfrace como se disfrace, es un movimiento totalitario que ha instaurado decenas de dictaduras (entre ellas la mayor dictadura comunista que aún existe a día de hoy, la República Popular China) y que ha matado a más de 100 millones de personas en un siglo. Desde sus orígenes, el comunismo ha promovido un discurso materialista, internacionalista y revolucionario que abomina del pasado, de la tradición, de la religión, de las naciones, de la propiedad y de la libertad. Nada de eso tiene cabida en el modelo de sociedad que proponen los comunistas. Si alguien pretende hacerte olvidar eso con la excusa del «antiglobalismo», lo que hace es intentar engañarte. Y en eso, en engañar a la gente, el comunismo tiene una larga experiencia.
(Outono/ContandoEstrelas)