Compañeros de trabajo: los que llegan sin ser buscados | Alejandra Soto

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Group of business people taking a silly selfie at the office with a cell phone - lifestyle concepts
Pasamos de media unas 8 horas al días trabajando, 40 a la semana, 160 al mes y ¡casi 2.000 al año! Para quienes no vivimos en pareja o en familia, definitivamente nuestros compañeros de trabajo son las personas con las que más horas pasamos, entonces, ¿cómo gestionarlo? ¿Con implicaciones personales o sin ellas? Hay tantas alternativas posibles como formas de entender el mundo laboral, pero yo siempre me quedo con la misma: Al trabajo no se viene a hacer amigos, pero si tienes la oportunidad ¡HAZLOS!
Fuera de las empresas que – erróneamente – fomentan una actitud de constante comparación, desconfianza y competitividad en su plantilla, existe un potencial increíble dentro de los centros de trabajo en los que surgen fuertes lazos de confianza entre los compañeros (ya sea de manera espontánea o fomentada desde la dirección). Y es que, lo queramos o no, somos humanos, y por tanto seres sociales, y ante situaciones conflictivas o de presión necesitamos el apoyo de quienes nos rodean, porque nos conocen, porque nos entienden, porque están viviendo directa o indirectamente lo mismo. Y si lo conseguimos, podemos llegar a ofrecer la mejor versión de nosotros mismos – tanto profesional como personalmente -.
Estas relaciones ni se dan siempre ni desde luego son automáticas. Un buen trabajador acude a su puesto de trabajo a cumplir sus funciones asignadas y solo una buena persona, decide realizarlas de tal forma que beneficie a sus compañeros. Y son estos pequeños detalles, los que marcan la diferencia, los que te sacan de tu burbuja y los que te hacen confiar, porque si son así en el cumplimiento de sus obligaciones ¿Cómo no serán con el resto de circunstancias?
Te la juegas, sales de lo estrictamente profesional y te llevas la sorpresa: un gran aliado en la oficina y un buen amigo fuera de ella. Tal vez no tengáis nada en común más que el trabajo, o tal vez sí, quien sabe, lo importante es que habéis coincidido, aquí y ahora. Y ya no son 8 horas de suplicio al día, sino 40 horas de anécdotas a la semana, 160 de aprendizajes al mes y ¡casi 2.000 de crecimiento personal y profesional al año!. Ahora la cosa cambia ¿no? Pues tú puedes hacerlo posible.
Las amistades en la empresa no son la solución a todos los problemas laborales (ojalá) pues la mala gestión, los cambios constantes y las bajas remuneraciones siempre estarán ahí, pero como dice el refrán “divide los problemas y multiplicas las alegrías”. Y a veces eso es suficiente para no tirar la toalla, para aguantar un día más, para seguir adelante y creer que con gente tan buena, el cambio es posible y de hecho merece la pena intentarlo.
Gracias a todos los compañeros de trabajo que me han acompañado en cada una de mis aventuras profesionales y que a día de hoy considero amigos, cada uno de vosotros me habéis ayudado a construir un pequeña parte de mi y entre todos habéis conseguido que siga queriendo apostar por las personas que sin yo buscarlas, aparecen en mi vida… y se quedan.
Alejandra Soto | Abogada

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