Científicos en 2007 aseguraron que el hielo del Ártico desaparecería en 2018. Ahora se repite la historia para 2027. ¿Y después?
El cambio climático se ha convertido en una de las mayores farsas de nuestro tiempo, y con razón. El alarmismo deliberado fanático y las constantes predicciones fallidas de ciertos sectores científicos sumisos a lo políticamente correcto han creado un clima de miedo que beneficia únicamente a los intereses políticos y económicos globalistas que se nutren de esta narrativa. La imposición de restricciones, el incremento de impuestos y la censura de voces críticas son consecuencias directas de un discurso que, lejos de basarse en datos reales, verificables y científicos, utiliza el miedo como herramienta de control.
Predicciones fallidas que alimentan el alarmismo
Según el diario La Bandera, en 2007, el investigador Carlos Duarte, Premio Nacional de Investigación, afirmó rotundamente que el Ártico estaría completamente libre de hielo en verano para el año 2020. En sus declaraciones publicadas en Público, aseguró que “cuando ese océano que es blanco se transforma en azul […] supone un incremento enorme de la cantidad de calor que está siendo retenida en el planeta”. Este tipo de afirmaciones, lejos de ser aisladas, han sido replicadas con regularidad por otros medios y expertos, creando una alarma climática global.
Cuatro años después, en 2011, el mismo investigador ajustó su predicción: lo adelantó y ya sería en 2018 cuando el hielo desaparecería por completo durante los veranos polares. Esta nueva fecha también resultó ser incorrecta. Ahora, en 2023, se lanza una nueva proyección: el año 2027 será el momento en que el Ártico quede sin hielo marino en verano, según un estudio publicado en Nature Communications y liderado por las climatólogas Alexandra Jahn y Céline Heuzé.
¿Cuál es siempre el patrón? Alarmismo sin base científica, extendido en el tiempo, sin responsabilidad ni autocrítica por las predicciones fallidas.
El impacto en los ciudadanos: restricciones e impuestos
Estas afirmaciones, amplificadas por medios de comunicación y organismos internacionales, no solo generan miedo en la población, sino que son utilizadas por los gobiernos como excusa para imponer restricciones de consumo, regulaciones extremas e impuestos ecológicos y ambientales que cargan a los ciudadanos con un coste desproporcionado.
Además, las administraciones gubernamentales han censurado sistemáticamente a científicos que discrepan de estas teorías apocalípticas. Aquellos que presentan análisis alternativos son relegados, desacreditados o directamente silenciados, en una clara violación del principio de debate científico.
Manipulación deliberada
No son pocos los que cuestionan si estas predicciones erradas son fruto de errores honestos o si responden a una agenda bien calculada para mantener el alarmismo de forma perpetua. Un clima de miedo sostenido facilita que los gobiernos introduzcan medidas impopulares bajo la excusa de una supuesta emergencia.
Como apunta la investigadora Alexandra Jahn, “el primer día sin hielo en el Ártico no cambiará las cosas radicalmente, pero demostrará que hemos alterado una de las características definitorias del entorno natural del Ártico debido a las emisiones de gases de efecto invernadero”. Sin embargo, no se cuestiona la base de sus proyecciones ni las fallas anteriores.
La verdad enterrada: voces discrepantes censuradas
A lo largo de los años, diversos científicos han desafiado estas narrativas dominantes, argumentando que los modelos climáticos utilizados para estas proyecciones son incompletos, exagerados o, incluso, falsos. A pesar de ello, sus voces han sido sistemáticamente silenciadas. Este control sobre la información refuerza una visión unívoca del cambio climático, que es más útil para justificar medidas políticas que para promover un debate científico saludable.
Es hora de exigir transparencia y responsabilidad tanto a los científicos como a los medios que amplifican estas narrativas y a las administraciones que imponen cargas y restricciones a los ciudadanos. El debate sobre el cambio climático debe basarse en hechos contrastados, no en predicciones que se desmoronan con el paso de los años ni en sectarismo ideológicos con intereses subyacentes. Porque si algo queda claro es que, en este juego del miedo, quienes más pierden son los ciudadanos, sometidos a un sistema que utiliza el alarmismo como herramienta de control.
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1 comentario en «De nuevo el falso alarmismo climático: predicciones erradas, incremento de impuestos y censura científica»
No creo que tenga ya mucho recorrido lo del timo climático; sólo les interesa a los que viven de ello. Y muy tonto tiene que ser quien crea a estos sinvergüenzas.