China amenaza a los médicos de Wuhan que hablen del inicio de la pandemia

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La dictadura china trata de evitar una investigación sobre el origen del virus, y amenaza con acusar de espionaje a los médicos que alcen la voz.

Sin duda el origen del coronavirus será algo que pasada la terrible situación que está viviendo todo el planeta toque investigar, pero China no está dispuesta a asumir responsabilidades y se teme que podría estar incluso entorpeciendo una investigación externa sobre cómo empezó una pandemia que sigue dejando cada día miles de víctimas en todo el mundo.

Para evitar cualquier tipo de señalamiento, según la agencia japonesa Kyodo, la dictadura china emitió entre agosto y septiembre una orden de mordaza para imponer el silencio entre los médicos de Wuhan, mientras en esos meses el régimen se vanagloriaba de haber frenado la pandemia en su país.

En dicha orden advierte a los sanitarios de que podrían ser castigados por espionaje si revelan lo que sucedió durante la etapa inicial del brote que más tarde generaría la pandemia mundial, con lo que podrían enfrentarse incluso a la pena de muerte. La agencia japonesa cita además testimonios de los propios médicos que aseguran que las autoridades sanitarias les han comunicado que serán castigados por la ley si revelan su experiencia.

Pero además, el gigante comunista trata de borrar cualquier huella que le implique en el origen de un virus que afecta ya a más de 61 millones de personas en el mundo y ha causado 1,4 millones de víctimas según la Universidad Johns Hopkins. Para ello ha obligado a las instituciones académicas de Wuhan a eliminar los registros del virus y el tratamiento de la infección que guardaban hasta ahora.

Silencio sobre la situación actual

Al margen de la prohibición de hablar del origen de la pandemia o mostrar datos de la misma, la dictadura china no quiere dejar cabos sueltos y por ello tampoco permite a los médicos referirse a la situación real que actualmente vive el país. Ley del silencio que impone mientras funciona a pleno rendimiento la campaña de propaganda del régimen que vende al resto del mundo una imagen sobre una vuelta a la normalidad que a día de hoy sigue despertando las dudas entre la comunidad científica. Dudas cuyo origen parte de las cifras de contagio y muertes que ha comunicado en relación a la situación que se vive en el resto del mundo.

No es la primera mordaza

Tampoco ayuda a su credibilidad la cuestión de que ésta no es la primera vez que China recurre a amordazar a su comunidad científica. No hay que olvidar el silencio que ya impusieron al oftalmólogo Li Wenliang, fallecido a causa del virus en el mes de febrero. Wenliang fue el primer sanitario que alertó de la enfermedad y fue obligado a retractarse incluso por la Policía que llegó a acusarse de difamación. No solo eso llegó a ser detenido junto a siete médicos más, algunos de los cuales han perdido también la vida luchando contra el virus en Wuhan.

El virus llegó de otros países

Tales movimientos vienen a apuntar aún más la tesis de que el presidente chino Xi Jinping, que ha sido objeto de críticas internacionales por permitir que el virus se propague por el mundo debido al retraso en su respuesta inicial, continúa tratado de encubrir el brote en Wuhan.

Estrategia que mantiene mientras trata de sostener la idea de que el coronavirus no comenzó en esta ciudad china sino que pudo llegar del extranjero a través de alimentos congelados. Incluso a día de hoy el gigante comunista lanza constantemente informaciones de que ha detectado el virus en alimentos procedentes del norte del Europa, concretamente de Alemania, o de otros países como Brasil o Arabia Saudí. Para defenderlo además asegura el Centro de Prevención y Control de Enfermedades chino que el virus podría permanecer vivo a bajas temperaturas durante mucho tiempo. Tesis que sostienen las autoridades chinas a pocos días de que el próximo 31 de diciembre se cumpla un año desde el primer comunicado que emitieron sobre el coronavirus.

(Noelia Bautista. Libertad Digital

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