Cambio matrimoniático | Mariano Martínez-Aedo

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El cambio socio-cultural acaecido en España en los últimos 50 años en relación al matrimonio ha sido brutal. De una sociedad donde el matrimonio todavía tenía el papel de forma general de convivencia y organización social, hemos pasado a una sociedad donde cada vez más personas se ven privadas del mismo.

Sí, frente a interpretaciones ideológicas de que «por evolución natural de la sociedad» mucha gente ya no ve el matrimonio como un proyecto apetecible de vida, la realidad es bien diferente.  Y es que ni es la institución en sí la que está en crisis, ni hemos llegado aquí por una evolución «natural».

La primera afirmación es fundamental, porque si aceptáramos esa concepción ideológica de que el problema está en el matrimonio, como una mera opción que se va viendo superada por otras alternativas más «modernas y atractivas para el mundo de hoy» compraríamos la tesis que quieren imponernos, y habríamos perdido ya toda esperanza.  No, la realidad es que el hombre como ser social, hecho para el amor, necesita al matrimonio y a la familia como parte esencial de su desarrollo y de su vida.  Ante este concepto, la perspectiva es muy diferente, y nos permite ver que el problema está en la sociedad actual y en el hombre condicionado por ella.

Y la segunda afirmación también es clave.  Sí realmente hubiéramos llegado aquí de forma natural, parecería más creíble la primera.  Pero no es así, este cambio brusco y antihumano es fruto de unas ideologías que están imponiendo sus dogmas y moldeándonos de forma cada vez más agresiva y totalitaria.  Por ello, no podemos rendirnos a sus mantras y creer realmente que esto es bueno.  Cuánto menos gente se case y lo haga más tarde y en muchos casos termine rompiendo la unión, más triunfarán estos aprendices de brujo, y más infelices seremos como personas y como sociedad

La cultura, los medios de comunicación, los valores que se transmiten oficialmente y mediante el sistema escolar, sumado a un entorno laboral, económico y de vivienda muy negativos hacen muy difícil la situación.  Pero el hombre es como es, cuantas más fantasías ideológicas nos impongan, peor estaremos, así que defender el matrimonio y la familia como el fundamento social y de vida para todos los hombres es la mejor forma de defender la humanidad y combatir el «cambio matrimoniático» que nos están imponiendo.

Mariano Martínez-Aedo es Presidente del Instituto de Política Familiar (IPF)

 

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