La presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsoli, ha inaugurado la muestra en memoria de ‘¡Basta Ya!’, el movimiento ciudadano contra ETA que la cámara europeo reconoció con el Premio Sajarov en 2000.
En diciembre de 2000 el Parlamento Europeo concedió a un grupo de ciudadanos compuesto por escritores, periodistas, profesores universitario o artistas el premio Sajarov a la libertad de conciencia. Nunca hasta entonces un movimiento de rebeldía cívica lo había recibido. Hacía apenas dos años que habían comenzado a reaccionar, a movilizarse cansados del silencio, del miedo y la amenaza. Llamarían a su movimiento «¡Basta Ya!».
Tarea por hacer
Ahora el Parlamento europeo ha inaugurado una muestra en Bruselas en la que se recordará lo vivido, lo luchado y lo que sigue pendiente. «Hay que recordar qué fue «¡Basta ya!» y qué pasó entonces porque en el posterrorismo vasco las heridas no están cerradas», recuerda una de las impulsoras de aquel movimiento, Maite Pagazaurtundua. La europarlamentaria asegura que quienes en aquellos años respaldaron «La industria masiva del amedrentamiento ahora blanquean el pasado». Pagaza recuerda cómo movimientos como los que representó !Basta Ya!, que se disolvió en 2005, «nos enseñan la importancia del compromiso y la existencia de identidad de odio en Europa».
‘¡Basta Ya!» representa el activismo pacífico ante la amenaza total de la libertad y los derechos individuales, además de la «irreverencia» frente al totalitarismo. Una reacción llevada a cabo en forma de manifestaciones y posicionamientos políticos contra la primacía de odio: «Cualquiera que molestara en el proyecto por una Euskadi independiente era acosado, perseguido y, en muchos casos, asesinado».
Un movimiento que tomó impulso en particular tras el proceso de «socialización del sufrimiento» impulsado por ETA y su entorno y que tuvo a los sectores y formaciones constitucionalistas en el punto de mira de sus acciones criminales, recuerdan. La situación se complicó sobremanera tras la reacción social por el asesinato de Miguel Angel Blanco en julio de 1997 y la posterior reacción del nacionalismo separatista con el ‘Pacto de Lizarra’, en septiembre de 1988, «un pacto entre nacionalistas con ETA en el que se pretendía lograr la paz, dejar de asesinar constitucionalistas, pero mediante su ‘muerte civil’, dejarles sin derechos políticos».
Un ‘Túnel del odio’
El 19 de febrero de 2000 se celebró la primera manifestación organizada por ¡Basta Ya! Reunió a 10.000 personas en San Sebastián bajo el lema «Por la libertad, ETA fuera». Después llegaron iniciativas como el manifiesto «Aunque», denunciando el carácter antidemocrático de las elecciones de 2003 por las circunstancias de odios, coacción y amenaza en la que debían concurrir las formaciones constitucionalistas.
Pagaza ha denunciado que aún quedan muchas heridas por sanar, como «la vergüenza moral»: «Es un tema pendiente». Asegura que los límites que en forma de ‘líneas rojas’ se intentó poner en el Parlamento Vasco para aprobar un suelo ético aún no son aceptadas por la izquierda abertzale: «Es más, las quieren poner ellos, realizando actos que enaltecen a los terroristas por haberlo sido».
Ha subrayado que recordar episodios como los vividos por ¡Basta Ya! en su lucha contra la cultura del odio es necesario: «Porque nos enseña que podemos comprometernos, que incluso en situaciones difíciles se puede. Tenemos que intentar dejar las cosas mejor que como las hemos encontrado».
(Con información de el Independiente)