Barbara Socha, viceministra polaca de Familia: «Cuando la vida humana comienza, no hay ideología que valga»

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Barbara Socha es la ministra plenipotenciaria de política demográfica y viceministra de Familia y Políticas Sociales de Polonia,  que está implantando una verdadera política integral de apoyo a la familia y que cuenta, por ejemplo, entre otras, con ayudas universales aplicadas por el Gobierno polaco, independientes de los ingresos familiares, y que han tenido «consecuencias importantes en la mejora a la atención a la infancia» en todo el país y en el incremento de la natalidad.

Esta medida e trata de una ayuda mensual desde 2017 por hijo de 500 zloties, lo que equivale a 115 euros, a partir del segundo hijo hasta los 18 años y que en 2019 se amplió también a partir del primer hijo.

Bajo esta iniciativa, Socha ha creado el proyecto ‘Estrategia Demográfica 2040’ dirigido a superar la baja fertilidad y garantizar el relevo generacional en base a medidas a largo plazo «que eliminen obstáculos al deseo de las familias a tener hijos» y que no se limitan a ayudas materiales, sino que han programado una serie de 600 actuaciones transversales y sectoriales.

Entre las medidas, la Plataforma ha destacado el fortalecimiento de la familia y respaldo a su estabilidad, el apoyo en las necesidades de vivienda, cambios en unidades sanitarias que beneficia a las familias y campañas para promover el compromiso con la paternidad, entre otras.

Por su interés reproducimos fragmentos de la entrevista del diario El debate con la señora Socha, plenipotenciaria del Gobierno de Polonia en este ámbito.

   
¿Cuál es la situación actual de las políticas públicas que el Gobierno está desarrollando para mejorar las situación de las familias polacas? ¿En qué punto nos encontramos ahora y cuál es el plan que tienen en mente?

–Hace seis años que hubo en Polonia un cambio de gobierno. Durante los primeros cuatro años, fue el momento en el que nos hicimos cargo de que la situación de las familias polacas era muy mala por varias razones. En primer lugar, había una tasa de desempleo bastante alta. Los ingresos familiares eran muy bajos, en general, los salarios eran bastante bajos, por lo que, para las familias, especialmente las familias numerosas, era un momento difícil. La primera decisión que se tomó fue la introducción del programa gubernamental de transferencias directas a las familias. Family500+ incluye un bonus de 500 eslotis, alrededor de 130 euros mensuales, por cada niño. Tenemos seis millones y medio de niños en Polonia y para todos ellos existe este subsidio durante 18 años. Creo que no tengo que decir cuánto mejora las vidas, especialmente de las grandes familias, porque en Polonia, las tasas de pobreza y la exclusión social no solo se extendieron entre las personas mayores, sino a una escala muy alta entre las familias.

Además de esta medida, hemos desarrollado programas para la mejora del cuidado infantil institucional, construyendo guarderías, aumentando el número de plazas para los niños más pequeños. Además, tenemos el programa para familias numerosas, Big Family Card, una tarjeta para aquellos hogares con tres o más hijos. Se trata de un programa de fidelización en diferentes tiendas, instituciones y organizaciones.

¿Qué medidas se están desarrollando para la conciliación laboral y familiar?
–Tenemos dos años por delante –los que restan de esta segunda legislatura– para ayudar a los padres con el equilibrio entre la vida laboral y personal, para ayudar a las mujeres a que vuelvan al trabajo o para apoyarlas a que brinden un cuidado personal a los niños.  Se puede gastar en guarderías, sí, pero también se debe gastar en el cuidado personal de los padres. Esta es una nueva solución anunciada este año que va de la mano con una reforma en la ley, en vigor desde el pasado mes de mayo, que rebaja la presión fiscal a las familias al mismo tiempo que se desarrolla un plan de vivienda para los jóvenes en Polonia.  Los desafíos demográficos se abordan desde el desarrollo de una estrategia conjunta y promoviendo la cultura pro-familia.
–¿Cuáles son las políticas que están llevando a cabo para aumentar la natalidad?
–Es un gran reto desde que llegamos al Gobierno. El número de niños que nacían antes de 2015 estaba disminuyendo y no existían políticas familiares, que fuesen, cómo lo diría, complejas y significativas. Con el paquete de medidas implementado el fin último es ayudar a mejorar la demografía partiendo de la base de crear mejores condiciones para las familias. Creemos que ésta es la vía para mejorar la situación que tenemos en materia de nuevos nacimientos. Por otro lado, lo que puedo decir es que es bueno ver que hay otros países en Europa que tienen acercamientos similares hacia estos desafíos demográficos. Nuestros vecinos, Hungría, la República Checa y Rumanía tienen muy buenas y exitosas políticas que les ayudan a aumentar las tasas de fertilidad, y ahora están muy cerca de Francia, que sigue a la cabeza.
–En el último mes, Polonia ha estado en el ojo del huracán por su posicionamiento férreo en contra del aborto. ¿Cómo están viviendo esta situación?
–En nuestro país la vida de las personas está protegida desde el principio, desde la concepción hasta la muerte natural. Lo que ha cambiado recientemente es que el aborto es legal en caso de que exista un riesgo para la salud o la vida de la madre, o cuando el embarazo es el resultado de una violación. En todas las demás situaciones no es legal abortar. Investigamos mucho e hicimos encuestas de opinión entre el pueblo polaco, tanto a hombres como mujeres. Y este es mi punto de vista personal: no noto ningún problema con eso a gran escala. La oposición y algunas organizaciones dicen que este es el principal problema de las mujeres polacas. Cuando vemos la investigación y las opiniones de las mujeres polacas, el resultado es el contrario. El aborto estaba prohibido en Polonia en general hace mucho tiempo. El cambio que se ha hecho en el último año es para excluir la tercera exención que teníamos en la ley en esta materia, que se refería al aborto de los niños que tienen enfermedades graves, entre ellas los casos de síndrome de Down. Cuándo la vida humana comienza, no hay ideología que valga. Estos son hechos científicos. Ante todo, el gran reto es una  educación básica. Es una cuestión de criar a los niños y a los jóvenes en los valores de la vida. Necesitamos hablar mucho de ello.
¿De qué manera su gobierno está tratando de hacer frente a las políticas identitarias en cuestiones de género entre los menores? 
–Creo que lo que necesitamos está en el plano familiar. Cada uno de nosotros tiene su propia familia, que es diferente. Este es el nivel básico de la sociedad. Hay que estar desde el principio enseñando a los niños y hablando con ellos sobre valores, y también enseñándoles cómo ser críticos con algunas ideas nuevas, y enseñándoles historia. En Polonia tenemos una especie de vacunación contra estas ideologías porque seguimos recordando el periodo comunista. Yo todavía lo recuerdo, pero mis hijos no, pero todavía hablamos de ello. Cuando escuchan a sus abuelos sobre lo que estaba sucediendo en Polonia hace 40 años… Ya entonces, a través del comunismo, existía la cultura de la cancelación. Necesitamos educar a los jóvenes, a nuestros hijos, porque todas estas nuevas ideologías que nos llegan, de hecho, son muy antiguas y solo es cuestión de saber cuándo sucedieron y cuáles fueron sus consecuencias. Hay que aprender, estudiar y educarse. De esta manera, cuando nuestros hijos ven algún contenido en los medios de comunicación que está dedicado a esos temas, ya saben qué hay detrás de ello. Así que ni siquiera hay que explicarlo más. Lo que necesitamos es darles algunos antecedentes, algunos argumentos, algunos hechos, y ellos decidirán por sí mismos lo que quieren hacer. El problema es que no aplicamos este criterio en el conjunto de la sociedad. Como madre, digo que somos bastante perezosos para brindar este tipo de educación a nuestros hijos.

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