Ayuso declara la guerra | Luis Losada Pescador

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El decreto de racionamiento energético es un monumento a la chapuza legislativa

El gobierno Sánchez aprueba un decreto de ahorro energético que en realidad es una orden de racionamiento energético. Impone mínimos en los aires acondicionados y máximos en la calefacción y obliga a apagar escaparates, monumentos y calles a las 10 de la noche. ¿La excusa? La guerra de Ucrania. La realidad: la pésima gestión diplomática nos ha encarecido el gas argelino y el fundamentalismo climático nos impide luchar por la soberanía energética prorrogando la vida útil de las centrales nucleares, manteniendo las centrales de ciclo combinado o investigando alternativas en Canarias.

Además, el gobierno que impone restricciones y racionamientos sigue anclado al Falcón y a los gestos ridículos como quitarse la corbata.

Así que, ante la restricción de libertades y la incoherencia gubernamental, Ayuso ha decidido encabezar la protesta. Es verdad que Feijóo ha sido crítico. Pero a la gallega. O sea, poco. Critica sin levantar la voz. Quizás por educación. O quizás porque -en realidad- comparte los mismos criterios.

Ayuso aprovecha las lagunas legislativas para advertir que no cumplirá el decreto cumpliendo escrupulosamente la ley. Desde el gobierno Sánchez le responde que las leyes son para cumplirlas. ¿Sánchez?, ¿el de los dos estados de alarma inconstitucionales?, ¿el que viola la autonomía de la fiscalía un día sí y otro también?, ¿el que pretende retorcer la Ley Orgánica del Poder Judicial para colocar a sus jueces afines?, ¿el que ha ordenado retirar agentes del CNI en País Vasco y Cataluña? No es el más indicado.

Por su parte, la ministra de Energía, Teresa Ribera, arremete contra Ayuso criticando que pretenda convertir a Madrid en una aldea rebelde aliada de Putin. Se equivocó de símil porque eso es lo que precisamente pretende Ayuso y sus seguidores: convertir Madrid en la aldea de Astérix frente a la invasión de los romanos…

Voilá. La chapuza legislativa del gobierno le dejó el campo abierto a Ayuso. El decreto de racionamiento energético dice que los escaparates deben de apagarse a las 10 de la noche, pero no dice hasta cuándo. Bastaría con apagar 10 segundos para burlar la sanción. O incluso ni 10 segundos porque el decreto exige que los edificios estén desocupados. Bastaría con que haya un guardia de seguridad para evitar el apagón.

Por otra parte, en un entorno de crecimiento delincuencial preocupante, apagar las calles es exactamente lo último que hay que hacer. Y eso de apagar los edificios y monumentos ya se practicó en la crisis del 73 y regresamos a la luz porque el Turismo es la principal industria de España.

En cuanto a la temperatura máxima del aire acondicionado, los 27 grados de Sánchez son el máximo establecido en el decreto de condiciones laborales para lugares de trabajo sedentario. Pero la temperatura bajaría a 25 con que hubiera que bajar escaleras o moverse para reuniones. El mismo gobierno ya reculó para bares y restaurantes. Además, ¿qué fiabilidad tendrá el termostato que mida la temperatura del ambiente?

En cuanto a los locales, el decreto de racionamiento permite excepcionar aquellos comercios que tengan regulaciones específicas. Bastaría con que la Comunidad de Madrid excepcionara a todos los comercios madrileños para cumplir con el decreto Sánchez.

La chapuza en un estado de derecho tiene estas consecuencias: las leyes son para cumplirlas. Y, por cierto, las sentencias son para acatarlas. También las del Supremo que establece que al menos el 25% de la educación en Cataluña sea en español.

El enfrentamiento está servido y políticamente coloca a Ayuso como la gran opositora a la pulsión totalitaria de Sánchez.

Luis Losada

Luis Losada Pescador es Economista de formación, periodista de vocación. Actualmente dirigiendo el programa «7 al día» en 7NN

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