“Autonomías o pensiones: tú decides” | Javier Toledano

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He hecho cuanto ha estado en mi mano para darle carrete a esta divisa. Ni caso. Me gusta llamarla eslogan, pues siempre tuve querencia por la publicidad y soy capaz de tragarme, sin colapsar, media docena de anuncios del tirón, de los que echan por la tele. Es bueno uno que dice “En diez años no he firmado un solo parte… ¿Y me subes la cuota? Pues me voy a la competencia”, que por elisión quiere decir “que te den por culo”. ¿Qué lo mío es una perversión? Sí, pero las hay peores. Ahí tienen al señor de la cabra en la Complutense.   

Los asesores políticos consideran, siguiendo la senda en su día trazada por Goebbels y Münzenberg, que la propaganda ha de ser muy sencilla, dirigida a los más débiles mentales del segmento social que pretendemos influir para que su aceptación sea masiva. Pedro Sánchez, alias “Puto Amo”, lo ha entendido a la perfección y para él es pan comido conectar con su electorado: “la ultraderecha”, “fango y más fango”, “la fachosfera disfruta apaleando mujeres y gays con bates de béisbol”, “negacionistas climáticos”, “los bulos de los pseudomedios”, etc. Produce lemas a destajo que los suyos repiten en las cafeterías como loros amaestrados y nos recuerdan a los “epsilones” de “Un mundo feliz”, sólo que cambian soma por fango.

La derecha siempre ha sido más pacata en estos menesteres. Y cuando se le ocurre una idea, por lo general, es contraproducente. Para muestra, un botón: recuérdese la tontuna pampirolada del “verano azul” anterior a las últimas generales. Aun así ganaron, mas no gobernaron. Es sabido: uno de los principales problemas de la derecha es que, por lo común, se cree la propaganda de la izquierda y actúa condicionada por ésta. Dicho de otro modo, la izquierda es más lista que su votante medio y la derecha, más tonta. 

Se trata, pues, de generar un discurso propio y de lanzar mensajes susceptibles de impactar en el cuerpo social. Para ello es preciso hablar a la gente de algo que verdaderamente ocupa y preocupa, que afecta a su bolsillo, pero en carne propia, que el receptor percibe inmediatamente y donde el consenso es total (pues de lo contrario, no sería consenso). No valen endeudamientos abstractos, derroches opinables, ni otras consideraciones que nuestras mentes no alcanzan, pues no andamos muy sobrados de lucidez.

Nada más al caso que la paga pensionada. A continuación vinculamos, y confrontamos, el cobro de la pensión a una partida de gasto descomunal como es el mantenimiento del régimen autonómico y creamos así un escenario antitético, alto ahí, no necesariamente ficticio. Es decir, una cosa o la otra, pues ambas partidas son incompatibles. La vaca no da para tanto. He de aclarar que para mí (no soy el único, rondamos un 30% de la ciudadanía en las encuestas) el título del redactado constitucional a reformar es el octavo. Soy firme partidario de suprimir ese monstruo horripilante y dañino en que se han convertido las comunidades autónomas. No es necesario recordar que el modelo autonomista deriva en taifa, duplicación de gastos, brillante hontanar de nuevos impuestos, deslealtad institucional y es continuado motivo de conflictos y desigualdad en derechos civiles y políticos entre ciudadanos. Un bodrio.  

La necesaria supresión de las CC.AA, así se las llama en plural abreviadamente, es la primera prevención, pues si quienes las detestamos manifestamos la versión más edulcorada sosteniendo que nos conformaríamos con devolver al estado central algunas competencias básicas, acabaríamos cediendo y dejando las cosas como están frente a quienes abogan por un mayor desarrollo competencial. Por lo tanto se impone la estrategia de tirar de la cuerda al máximo: motosierra “mileiforme” para las autonomías.

Qué no daría por ver en vida esta campaña en vallas publicitarias repartidas por toda la geografía nacional, cartelones en pirulís y marquesinas de transporte público, con anuncios en la prensa (especialmente la gratuita), cuñas radiofónicas e incluso el lema insertado en la banda ceremonial de la ganadora del certamen Miss La Alcarria. “Pensiones o autonomías: tú decides”. Aquí el vocativo es de importancia capital. Hay que implicar al receptor del mensaje y hacerle partícipe: “tú decides”. Para mí tengo que los defensores de una mayor descentralización, e incluso los separatistas furibundos, entre el autonomismo o la misma independencia frente al blindaje de la pensión, optarían por esto último sin la menor duda… los conozco bien. Vivo con ellos. Y nada de “usted decide”, mejor “tú”, pues el trato de cortesía espanta al paisanaje dado el elevado nivel de garrulería dominante. Tratas de usted a la gente y se piensa que la estás insultando. ¿Los “protas” de la cartelería? Una ancianita dulce y adorable, una estudiante universitaria mona, pero no muy llamativa, de ésas que todas las madres quieren por nuera, un bombero tiznado de humo, por ser una de las profesiones mejor valoradas. Y quizá alguna subespecie de cuota para pasar por gente inclusiva, aunque esto último no lo tengo del todo claro.

Recuerdo un titular (08/09 de 2023) de “El Periódico de Cataluña”. Sonaron todas las alarmas. Al parecer, según los minuciosos cálculos de esa luminaria de la prensa mundial, Vox, gracias a sus resultados electorales, pasaría a gestionar, atenta la guardia, el ¡¡¡1’6 %!!! del presupuesto total de las 17 autonomías. Ni el 1’5, ni el 1’7: el 1’6. Arrea. Nunca importó al citado medio que Pujol, los golpistas de ERC y de Puigdemont, el universo “batasunoide”, el partido de Zapatero y de Pedro Sánchez, ése mismo durante décadas en Andalucía, o Rajoy y sus inanes palmeros, controlasen porcentajes infinitamente superiores del monto presupuestario. La conclusión se impone y nos da la razón: las autonomías no son más que fuente de disgustos y no nos conviene tanto soponcio.

En mis manos ha caído un ensayo titulado “El precio de las autonomías”, firmado por José Ramón Riera y Gustavo Morales, editado por “Homo Legens”. El subtítulo en portada avisa al lector: “88.000 millones de despilfarro”, entiendo que anuales. A eso le llamo yo “una bonita suma”, aunque me da en la nariz que los autores han sido un pelín indulgentes. En cuanto pueda le hinco el diente y si eso ya les cuento otro día. Alguien replicará: ¿Si suprimimos las autonomías que haremos con tanto empleado público excedentario? Buena pregunta. Los de carrera y mejor capacitados se derivan a delegaciones ministeriales reforzadas en provincias. Los de cuota o de partido, tradicionalmente llamados “enchufados”, a las listas de fijos discontinuos de Yolanda Díaz, que hay sitio para más. Además la doña es ahora partidaria de “abolir el trabajo”. No sufro por ellos, según “Puto Amo” la economía española va como un “cohete” y a no mucho tardar hallarán ocupación. Y menos aún sufro por los periodistas de TV3, pues en virtud de su valía profesional es sabido que se los disputan a navajazos reputados medios como la BBC y la CNN. ¿Y qué hacemos con el hermano de Pedro Sánchez? Se rumorea que la Filarmónica de Berlín ha puesto sus ojos en él.

Javier Toledano | Escritor

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2 comentarios en «“Autonomías o pensiones: tú decides” | Javier Toledano»

  1. hola hola… muy agradecido por su comentario, don M.Antonio, y celebro que ambos formemos parte de ese significativo porcentaje de ciudadanos que repudian ese engendro basuriento de las CC.AA… sólo falta que alguien dé la cara de verdad de la buena para hacer de ese deseo realidad…

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