A tope con Yoli | Paco Álvarez

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Yoli, la excelsa, la vice, la ministra de trabajo del país con el doble de paro juvenil de Europa, la que todo lo sabe y conoce bien la calle, llevaba un par de semanas dando la turra con que hay que fijar (ella dice topar, que es un verbo nuevo) los precios de la compra. Al final, el globo se le ha pinchado y el único resultado es que lleva dos semanas haciendo nada. Reuniéndose con quien no le corresponde para que le digan que no ni en broma, y desperdiciando el tiempo de periodistas, trabajadores, asesores e incluso de su cómplice Garzón. Yolanda, la que quería limitar los precios de los alimentos, es por cierto, la misma señora que pidió 800.000 € en langostinos y Rioja para su ministerio y sólo anuló el pedido, cuando se hizo público. En fin, Doña Yolanda; vayamos por partes:

Preámbulo: Ya sé que deberíamos estar acostumbrados a que usted no haga nada durante dos semanas, pero es que sus anuncios populista-soviéticos, nos cuestan pasta. Sólo en su sueldo por una quincena, más de 3.000 €, es decir, unas cien cestas de la compra a treinta pavos. Querida Yoli, no hacía falta que desperdiciara su tiempo, el nuestro, y el de los distribuidores, competencia, ministro de agricultura pesca y alimentación, etc. con esto del tope a tope. Bastaba con que uno de sus asesores supiera que:

Primero. Si los precios han subido es en gran parte por la puñetera culpa del gobierno, que ha estado mirando desde la barrera cómo subían los costes de la energía, transporte y otros, desde hace más de un año, más preocupado por la pérdida de votos que les augura cada encuesta o en sacar plataformitas para aglutinar las izquierdas, que en gobernar, que es para lo que les pagamos tan bien.

Segundo. El primer intento de control de precios del que tengo constancia es el del emperador Diocleciano en el año 301 de nuestra Era. No funcionó. Desde entonces y sobre todo en sistemas, digamos poco democráticos, se viene intentando una y otra vez. No funciona. Le pasa como al comunismo, señora, que no funciona. Lo único que provocan los decretos de límite de precios son la picaresca, el mercado negro y el estraperlo. Repita conmigo: El comunismo no funciona. Ni pa’ esto.

Tercero. Es ilegal. Vivimos, mal que le pese y muy a su pesar, en un sistema libre, donde el Marx que nos cae bien es Groucho, donde la competencia es libre y donde le aseguro, que los productores ponen el precio lo más barato que pueden, porque su extraña intención es vender lo que producen, para así poder vender más. No se puede intervenir en un mercado y que este siga siendo libre, como dice usted, no se puede estar en misa y repicando. O para que lo entienda, no se puede estar en la mani y en el mini…sterio.

Cuarto. Se ha reunido usted para esta chorrada, con las grandes empresas de distribución, que son, repito, Grandes Empresas y además mayoritariamente extranjeras. Hacer un pacto entre el gobierno y la gran empresa foránea, no sé a usted Yoli, pero a mí, no me parece muy de izquierdas. ¿Y el pequeño comercio? Ahí va, ¿se le olvidó? Malditos autónomos…

Quinto. Peor aún, no se le olvidó, sino que dice que los dejaba fuera para no forzarles a vender barato. Estupendo, pero ¿y si venden más caro, seguirían vendiendo? ¿O gracias a su inestimable colaboración Doña Yola, se verían abocados a cerrar ante la competencia desleal de las grandes empresas ayudadas a mantener precios bajos en los productos básicos por el gobierno de vuecencia?…

Sexto. Ni siquiera la mitad del gobierno estaba con usted en esta estupidez de propuesta. Sólo el inane de Pesánchez, que no sé si su apoyo era una trampa, porque es más listo que usted, apoyada además por la lumbrera de Ione/Juana, el mininistro Graziozón y algún otro mindundi, digo ministro, pero es que además, este asunto no es de su Cartera ni de su incumbencia, ¿Qué pasa, que lo del trabajo ya está resuelto en España y por eso se dedica a invadir competencias de sus colegas? Ay, qué malo es aburrirse…

Séptimo. Si quieren bajar los precios, bajen los impuestos. A pesar de que se les llena la boca de eslóganes, por ejemplo las compresas o los pañales, tienen todavía el 21% de IVA. Debe de ser que no son productos de primera necesidad, o es que el gobierno no puede hacer de un plumazo, que bajen esos precios un 17% de golpe si se lo plantea. Recaudar, bien, pero ayudar a la gente de verdad y sin ocurrencias, eso no. No saben. Y si no, bajen las cotizaciones. Los autónomos pagan por trabajar, aunque no facturen, aunque no ganen. Y eso, si se parece más a un negociado dependiente de su ministerio. Deflacten el IRPF, hagan algo útil por una vez. Y si no saben, váyanse a casita, que bastante daño han hecho ya.

Octavo. Esto no se soluciona interviniendo, sino liberalizando. Si no hay pollo o ha subido, es porque  han subido los costes de producirlo y al venderlos más caros los productores venden menos y no les salen las cuentas, no porque los polleros sean una secta satánica y malvada que no quieren vender sus pollos. Y no, la culpa no es de Putin; en enero, un mes antes de la invasión de Ucrania, la inflación ya estaba cerca del 7% (El 11,3 en transporte). Desde entonces, “sólo” ha subido de media un 3%. ¿Y qué ha hecho tu gobierno? Nada. O peor, “topar” (cuanto os gusta el verbito) el gas, para que en vez de venir su precio en la cara A de la factura, venga como otro concepto en la cara B. Impresionante. Ahora nos cuesta la energía más cara que nunca, pero como lo llamáis de otra manera, pues tan contentos, ¿no? Con cambiarle el nombre a las cosas, basta, ya no hay que hacer nada más.

Noveno. ¿Sabe usted de un país llamado Venezuela? ¿O de Cuba, o de la extinta URSS? Allí, gente más lista intentó algo parecido a esto de limitar los precios, por ejemplo, del papel higiénico. Resultado: los productos intervenidos desaparecen del mercado (es más, el gobierno en el que usted pergeña sus propuestas guapísimas hizo una ley que permitiría retirar en caso de mucha demanda esos productos del lineal) Al final, se tienen que racionar, pero ni aun así. Sólo se produce desabastecimiento. Nadie produce sabiendo que en vez de ganar va a perder. Vaya, resulta que a pesar de que, como usted dice, cuenta con los mejores y las mejoras economistas del país, su medida no iba a salvar nuestra Matria, porras, pues cuando lo dijimos de cubatas, sonaba muy bien…

Y décimo. De verdad, Yoli ¿cómo se os ocurren estas patochadas, estas mamarrachadas? Ya que tu proyectín se llama sumar, sería bueno que repasaras las matemáticas y otras cosas. Al final todo el ruido era sólo para recomendar a las grandes cadenas que bajen los precios. Te anuncio, que ya suelen hacer ofertas desde antes que les recomendaras nada. No lo sabes, porque tú ya no pisas la calle si no hay una cámara. Ya sé que desde tu pisaco de 412 m2 resulta difícil saber lo que cuestan las cosas, Oh ministra más valorada, pero el problema es que no podemos comprar lo que comprábamos hace un año. Por cierto, eso no se resolverá subiendo los sueldos, porque todo el mundo sabe, salvo que sea un sindicalista libre, es que si los sueldos suben lo mismo que la inflación, la inflación automáticamente sube al doble. Se llama círculo vicioso, espiral inflacionista, etc. Cosas de la realidad. Que es puñetera y real. No una ocurrencia.

Mejor, sería ser tan ignorantes como los que creen en el comunismo, mejor sería no ver la que no están colando mientras estamos perdiendo el tiempo a tope con Yoli. La ministra que sabe sumar (dicen).

Paco Álvarez es Geógrafo e Historiador. Escritor y actualmente colaborador en varios medios de TV y radio. ​

 

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