A Europa no le gusta la libertad y quiere censurar el humor de derechas

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La UE se muestra preocupada por el auge de mensajes ‘alternativos’ en las redes («Resulta que la gente en internet publica libremente lo que quiere, sin estar organizados ni nada y nos están comiendo el relato») y planea una estrategia de censura así como cerrar perfiles de las redes sociales, de las aplicaciones de mensajería e incluso de los servicios de nube

La Comisión Europea parece muy preocupada con el humor de derechas. Al menos así lo manifiesta un informe en que ‘denuncia’ la existencia de «una nueva generación de subcultura cultural sin un centro organizativo claro». Se lo traducimos:

Censura pura y dura.

El informe responsabiliza de los ataques terroristas de Christchurch, El Paso y Halle a lo que considera humor de extrema derecha. Afirma que en todos estos casos los autores eran personas sin historial delictivo pero adictas a los memes y al humor ácido.

Acusa a los ‘influencers’ que califica de extrema derecha de «trivializar la violencia» y advierte que muchos de los consumidores son niños que «no distinguen bien entre el humor y el adoctrinamiento».

Reconocen que la nueva ola de internet debe de entretener y fomentar la participación y que algunos ‘influencers’ utilizan esta técnica y distribuyen sus contenidos a través de aplicaciones de mensajería difíciles de controlar y con gran éxito entre los ‘millenials’.

Alianzas con las RRSS

Así que concluyen que lo que hay que hacer para frenar este supuestamente peligroso fenómeno es hacer alianzas con las redes sociales para censurar a estos ‘influencers’. Es decir, cerrar perfiles de las redes sociales, de las aplicaciones de mensajería e incluso de los servicios de nube.

Por supuesto, no lo conseguirán a la primera por las dificultades técnicas, la apuesta por la libertad de muchas plataformas y la ausencia de control judicial de esta censura. Pero ese es el objetivo reconocido de la Comisión Europea.

Además, también proponen crear lo que califican «influencers con credibilidad y objetividad». Es decir, los ‘fact-chekers’, el ‘ministerio de la verdad’.

¿Hasta cuándo la Comisión Europea va a seguir ostentando su voluntad censora sobre aquellas ideas que no le gustan?

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