El gasto de Moncloa en Franco alcanza 28 millones de euros para recordar el régimen de Franco. Más de 400 actividades intentan denostarlo, pero el efecto real es todo lo contrario.
La cifra apareció casi escondida en la referencia del Consejo de Ministros, como si no quisieran que destacara. Entre autorizaciones menores, el Gobierno aprobó 28 millones de euros para el programa España en Libertad, 50 años.
El Ejecutivo asegura que el objetivo era «recordar el fin de la dictadura y celebrar la libertad». Moncloa insiste en reabrir heridas históricas. Cuanto peor les van los casos de corrupción, más necesidad tiene de recurrir al comodín de Franco y el franquismo como cortina de humo.
Comisiones, eventos y estructuras infladas
El dinero ha servido para crear comisionados, diseñar algunas campañas, organizar exposiciones y financiar instalaciones artísticas. También ha incluido podcasts, talleres educativos e iniciativas digitales. Pocas actividades pero muchos millones gastados que es o importante.
Todo se ha construido para engordar estructuras públicas que han servido únicamente para despilfarrar el dinero. Las asociaciones de consumidores, agentes sociales y expertos señalan que esta medida no responde a una necesidad real, sino a un aparato burocrático diseñado para justificar gastos millonarios bajo el lema de la memoria histórica.
El balance oficial: un desfile de propaganda
El Gobierno presume de todo este despliegue. No puede ser de otra manera. Y cada actividad implica más funcionarios, más oficinas, más chiringuitos y más estructuras que multiplican el gasto público. Así, mientras se habla de “recordar la libertad”, la realidad es que el gasto de Moncloa en Franco funciona como propaganda política y saturación mediática.
Los ciudadanos perciben un mensaje claro: cuando la gestión falla, la solución es reabrir debates históricos y ocupar el centro del interés público con Franco. Una maniobra que, irónicamente, termina realzándolo
Un efecto inesperado: Franco gana protagonismo
Y es que el resultado no ha podido ser más paradójico. Les ha salido el «tiro por la culata». Estos actos han provocado un mayor interés hacia la figura de Franco y a la Guerra Civil en la que derrotó a socialistas, anarquistas y comunistas, así como a su labor durante 40 años que transformó España en una economía mundial y en un referente internacional.
El intento de Moncloa de usar la memoria histórica como cortina de humo para denostar a Franco y su obra ha terminado realzando la figura que querían minimizar.
El intento de Sánchez en denostar a Franco deja una enseñanza irónica: cuanto más intenta un Gobierno distorsionar la historia para legitimar su gestión, más evidencia su incapacidad de gobernar en el presente.
Si los 28 millones de Moncloa enseñan algo, es que la memoria histórica puede convertirse en una herramienta de propaganda, un negocio para los chiringuitos afines y, paradójicamente, un homenaje involuntario a Franco.




