Otra prueba de la sumisión: El PP de Aragón defiende el programa marroquí en colegios españoles

El programa marroquí en colegios españoles genera inquietud y rechazo entre docentes, agentes sociales y familias porque dificulta la integración cultural y, sobre todo, refuerza identidades ajenas a España.

La defensa del PP aragonés

La consejera de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón, Tomasa Hernández, del Partido Popular, defendió la continuidad del programa marroquí en colegios españoles. Declaró que “la integración la hacemos nosotros en el colegio” mediante varios programas educativos. Explicó que estas clases derivan de un convenio dirigido a evitar que los niños marroquíes “pierdan el origen del que vienen”.

Esta postura de sumisión a los intereses marroquíes provoca rechazo porque contradice la necesidad real de fortalecer la integración cultural en España. La educación debe unir, debe transmitir valores comunes, debe crear cohesión. Sin cohesión, no existe integración posible. Y la política del PP de Aragón promueve lo contrario. Es lo que siempre hace el PP.

Los agentes sociales y educativos muestran una “preocupación real” por la falta de integración de alumnos islámicos en la cultura española. Este problema aparece con más fuerza entre los alumnos de origen marroquí. El programa marroquí en colegios españoles no garantiza el marco de valores que han caracterizado a España desde siempre. Es un programa antiEspaña.

Un modelo que no favorece la integración

La introducción de lengua y religión islámica y cultura marroquí en colegios públicos españoles genera una duda básica: ¿favorece la integración o la dificulta? La respuesta llega desde docentes, orientadores y familias: dificulta la integración. Claramente la dificulta. Los alumnos necesitan aprender la cultura española para integrarse de verdad. Necesitan conocer nuestra historia, nuestras costumbres, nuestras tradiciones y nuestros valores.

La escuela debe educar a los alumnos hacia una integración real en la sociedad en la que viven. El programa marroquí en colegios españoles rompe esa orientación porque refuerza una cultura distinta mientras debilita la cultura española en la vida del alumno.

Además, aparecen inquietudes claras sobre los contenidos que se imparten. Los profesores enviados desde Marruecos no dominan el español. Los docentes españoles no pueden comunicarse con ellos. Los centros educativos no pueden supervisar los contenidos reales. Este hecho provoca preocupación lógica. El sistema educativo español no puede permitir que se transmitan ideas contrarias a la libertad religiosa, a la igualdad entre hombres y mujeres o a la separación entre religión y Estado, o contra el mismo Estado español.

A modo de ejemplo, si un profesor enseña que la poligamia resulta aceptable, la escuela española pierde autoridad. El sistema educativo pierde su coherencia. Los alumnos pierden referencia cultural.

La responsabilidad del Estado y el deber de integrar

Un país fuerte integra bajo un marco común y transmite valores claros. Un país libre defiende su cultura, su religión y su identidad sin complejos.

La escuela debe ofrecer raíces y pertenencia. El programa marroquí en colegios españoles no garantiza ese objetivo.

La integración exige inmersión cultural controlada y basada en la realidad española. Los menores deben aprender español. Deben respetar la cultura del país que los acoge. Integrarlos no significa renunciar a nuestra esencia, al revés, significa sumar su historia personal a la historia común del país en el que viven.

El PP demuestra una vez más- esta vez el PP de Aragón- que sigue la hoja de ruta globalista de sumisión y promoción al islam, en este caso al marroquí. Es un partido que traiciona a la esencia de España para intentar contentar a Marruecos, y por ello, asume una visión islamista. Un islamismo que produce comunidades paralelas. Produce guetos culturales. Produce separación social.

El programa marroquí en colegios españoles empuja al alumno marroquí hacia una identidad exclusiva ajena al país en el que estudia. Esa identidad aislada crea distancia social.

La importancia de la identidad común y la defensa de la soberanía educativa

La educación determina la cohesión nacional. La educación define el futuro de un país. Por eso la soberanía educativa tiene un valor incalculable.

España debe controlar los contenidos que se enseñan en sus colegios. Debe controlar la formación de los maestros. Debe controlar la transmisión de valores fundamentales.

El programa marroquí en colegios españoles introduce un actor externo dentro del sistema educativo. Este actor no responde a la Constitución española. No responde a los valores españoles. No responde a las instituciones españolas. Responde al Gobierno de Marruecos. Esa realidad refleja un problema de soberanía.

La escuela española debe enseñar libertad religiosa. Marruecos no la reconoce plenamente.

La escuela española debe enseñar igualdad entre hombres y mujeres. Marruecos mantiene diferencias legales profundas.

La escuela española debe enseñar derechos fundamentales. Marruecos no garantiza todos esos derechos.

Esa contradicción convierte el programa en un riesgo cultural y educativo.

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