Desde que saltaron a los medios los escándalos de corrupción que asedian a Sánchez, ha sido un no parar de aflorar nuevas situaciones y continuas noticias que le salpican con asuntos de enorme gravedad para un presidente.
Por nombrar sólo los más importantes: Su esposa, su hermano, su fiscal general, sus dos últimos secretarios de organización del PSOE, uno de ellos en prisión.
Sánchez y su gobierno, en bloque, jamás han dado una explicación de las críticas informaciones que afectan a su entorno y a él mismo. Muy al contrario, siempre han dicho, con contundencia, que se trata de bulos y falsedades, que se trata de una trama urdida por la extrema derecha para intentar derribar al gobierno. A continuación, atacan, con saña, a los jueces y magistrados encargados de esos procesos judiciales, en definitiva, al Poder Judicial, con calificativos escandalosos. Supongo que nuestro Código Penal tiene tipificados como delitos los ataques e insultos a nuestros jueces, magistrados y tribunales. Pero, claro, no será la fiscalía general la que aplique esos preceptos contra el gobierno porque está a sus órdenes.
Recientemente, Sánchez ha hecho unas declaraciones en las que afirma que su esposa y su hermano son inocentes. Muy fácil, que explique por qué todo es un bulo y todo es falso y que demuestre que todo lo que se les achaca no existe.
Lejos de declarar, argumentando por qué todo es mentira, nunca ha aclarado nada de los temas que se le imputan a su entorno. Desde luego, ocasiones no le han faltado para hacerlo:
- No sólo no ha comparecido, voluntariamente, en el Congreso para dar explicaciones, sino que, cuando se le ha interpelado con alguna pregunta al respecto, no ha respondido, bueno, si ha respondido, pero con algo que nada tiene que ver con lo que se le preguntaba, práctica habitual en él. Merece la pena hacer mención aquí de lo que pudimos presenciar los españoles cuando una diputada le pregunta a la ministra Montero si tenía conocimiento de que el hermano del presidente había estado residiendo en el Palacio de la Moncloa cuando había declarado que residía en Portugal. La respuesta fue que Standars and Poors había elevado el rating de España. Sin comentarios.
- Tampoco ha comparecido ante los medios para dar una explicación clara.
- Cuando han declarado ante el juez, tanto él como su esposa, se ha acogido a su derecho de no declarar. Que magnífica ocasión han tenido para clarificar su inocencia, sin embargo, han preferido callar. Si no tienen nada que ocultar, ¿por qué han callado? El que calla, otorga. Algo tienen que callar. Si están tan seguros de que “al final la verdad resplandecerá”, ¿por qué no han hablado poniendo la verdad encima del estrado del juez? Aprovecho para decir que, una prueba más de la decadencia de Occidente es este absurdo derecho a no declarar a las preguntas de un juez.
Todas las causas relacionadas con esta red de corrupción se hallan inmersas en sus correspondientes procesos judiciales, consecuentemente, tenemos que esperar a que la justicia se pronuncie.
No obstante, nadie ha desmentido todas las pruebas que han publicado los medios, principalmente el periodismo de investigación, ni tampoco todas las pruebas que han aportado la UCO y la policía Judicial. Si, de verdad, fueran bulos ya se habrían encargado de desmontarlos.
No sólo por esto, sino porque hay mucho más, estamos viviendo una situación esperpéntica. Es inexplicable que este individuo y todos los que le rodean todavía estén destruyendo lo poco que nos queda de la democracia. El sistema tiene que tener medios y resortes para destituir a un tipo como este, si no, no vale.
Jose Ignacio Echegaray | Colaborador de Enraizados