Según un informe del Observatorio Internacional de Estudios sobre Terrorismo
El avance del terrorismo islamista a través de la inmigración ilegal
Terrorismo islamista e inmigración ilegal forman hoy un binomio peligroso que amenaza la seguridad de Europa. Según el Observatorio Internacional de Estudios sobre Terrorismo (OIET), grupos yihadistas se financian a través de las rutas migratorias africanas, explotando a miles de personas y convirtiendo el flujo migratorio en un negocio millonario. Esta realidad golpea con especial dureza a España, puerta de entrada del sur de Europa, mientras el Gobierno socialista mira hacia otro lado.
El informe revela cómo redes yihadistas como Jama’at Nusrat al-Islam wal-Muslimin (JNIM), Boko Haram y el Estado Islámico en el Sahel utilizan la inmigración ilegal para financiar armas, operaciones y reclutamiento. Este fenómeno no solo mantiene vivo el terrorismo en África, sino que traslada riesgos directos al Mediterráneo y al Atlántico.
África, caldo de cultivo del extremismo y las rutas ilegales
Grupos como JNIM y Boko Haram imponen peajes en rutas hacia Argelia y Libia. Cobran a traficantes e inmigrantes ilegales que buscan llegar a Europa, presentándose incluso como “protectores” de comunidades vulnerables. A través de esta estrategia, no solo financian su maquinaria terrorista, sino que también reclutan nuevos adeptos.
Boko Haram, por ejemplo, ha utilizado secuestros masivos como el de las niñas de Chibok en 2014 para obtener rescates millonarios, reforzar su control social y alimentar sus filas de combatientes.
Libia se ha convertido en el epicentro del crimen yihadista. Tras el colapso del Estado en 2011, milicias y terroristas controlan el tránsito de inmigrantes ilegales hacia Europa. Traficantes cobran entre 1.000 y 2.500 euros por persona, mientras los terroristas garantizan un supuesto “paso seguro” a cambio de sobornos.
España y Europa: la frontera más vulnerable
El informe del OIET advierte que en 2023 más de 286.000 inmigrantes ilegales intentaron entrar en Europa desde África. Una parte significativa lo hizo a través de rutas controladas por yihadistas, especialmente en dirección a España y las Islas Canarias.
La presencia de ex combatientes infiltrados entre inmigrantes ilegales agrava aún más la situación. Aunque el informe señala que el riesgo inmediato de atentados aún no es alto, no se puede ignorar que la inmigración ilegal y el terrorismo islamista están profundamente vinculados. Estos individuos no solo representan un peligro potencial, sino que pueden establecer redes de reclutamiento en suelo europeo.
La porosidad de nuestras fronteras y la falta de un control firme permiten que el enemigo se camufle entre inmigrantes ilegales. España, por su situación geográfica, se ha convertido en objetivo prioritario. Y el Gobierno de Pedro Sánchez, obsesionado con la agenda globalista y la propaganda ideológica, deja a los españoles indefensos.
El negocio del terror: trata, rescates y prostitución
El tráfico de personas se ha consolidado como el pilar económico del yihadismo en África. A diferencia del narcotráfico, que genera ingresos puntuales, la trata de inmigrantes ilegales es continua y diversificada.
El terrorismo islamista e inmigración ilegal generan beneficios a través de:
- Rescates tras secuestros masivos.
- Trabajos forzados en minas, campos y construcciones.
- Prostitución y esclavitud sexual, especialmente de mujeres y niñas.
- Matrimonios forzosos que refuerzan el control social de las comunidades.
Este modelo no solo financia al extremismo islamista, sino que corrompe a funcionarios, militares y autoridades locales, que se benefician del efecto llamada que Europa alimenta con su debilidad.
Europa ciega: políticas que agravan la crisis
Las instituciones europeas aplican políticas blandas que no atacan la raíz del problema. Se concentran, como mucho, en restringir rutas, mientras ignoran la corrupción y la connivencia entre gobiernos africanos y terroristas.
Esta política de “parches” perpetúa el negocio del tráfico y convierte la inmigración ilegal en moneda de cambio. Países de tránsito negocian con Bruselas acuerdos que solo sirven para contener temporalmente los flujos, pero no desmantelan las redes criminales.
La combinación de terrorismo islamista e inmigración ilegal constituye una amenaza híbrida: crimen organizado, infiltración terrorista, desestabilización social y pérdida de soberanía. España, como puerta de entrada, sufre en primera línea mientras el Gobierno socialista no reacciona.
España: el silencio cómplice de Sánchez
Pedro Sánchez y su política izquierdista no reconocen la gravedad de la situación. Prefieren seguir el guion globalista de Bruselas, que promueve fronteras abiertas y fomenta la inmigración ilegal masiva bajo un falso discurso humanitario.
La realidad es que cada inmigrante ilegal que llega a nuestras costas puede haber financiado, directa o indirectamente, a grupos terroristas. Cada patera interceptada es un triunfo económico para el yihadismo. Sin embargo, Sánchez prefiere mirar hacia otro lado.
El informe del OIET deja una conclusión clara: el terrorismo islamista e inmigración ilegal forman una amenaza existencial para Europa. No hablamos solo de un drama humanitario, sino de un negocio criminal que alimenta el extremismo islamista, erosiona Estados y pone en jaque la seguridad de millones de europeos.