Wall Street Journal finalmente reconoció origen del COVID con 4 años de retraso | Steven Mosher

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El Wall Street Journal  acaba  de informar como si fuera una primicia que el virus COVID no solamente se escapó de un laboratorio sino que fue desarrollado en uno. Incluso insinuó que el laboratorio en cuestión podría haber sido (redoble de tambores, por favor) el Instituto de Virología de Wuhan.

Por supuesto, esto no es una novedad para nadie excepto para aquellos que todavía leen acríticamente los medios de comunicación tradicionales. Esas almas incultas se han mantenido en la ignorancia sobre los orígenes de la reciente pandemia durante cuatro largos años.

Los lectores de Population Research Institute, y de los medios informativos que valientemente difundieron la evidencia que hallamos, conocen la verdad desde el principio.

¿Por qué?

Porque justo después del brote de COVID en China, cuando Anthony Fauci estaba en conspiración febril con otros virólogos para encubrir su conexión con Wuhan y cuando Beijing mentía a todo el mundo sobre los murciélagos y los “mercados tradicionales”(wet markets) donde se servía sopa del animalito en cuestión, LifeSiteNews  publicó osada y desafiantemente mi artículo  que apuntaba al laboratorio de Wuhan como punto origen del virus.

“Cómo el COVID-19 puede haber sido diseñado deliberadamente en un bio-laboratorio de China”, escribí el 22 de abril de 2020. Señalé que toda la evidencia, desde las directivas urgentes de Beijing sobre las malas prácticas de seguridad de sus bio-laboratorios hasta el repentino viaje del jefe del programa de armas biológicas de China en Wuhan, todos ellos indicios que sugerían que el COVID-19 bien podría ser un virus diseñado que se escapó del laboratorio.

El artículo fue ampliamente leído en línea a pesar de los esfuerzos de los gigantes de las redes sociales para evitar que se convirtiera en tendencia. Pero Facebook y otros no se detuvieron ahí. Siguieron el ejemplo de Fauci al condenarnos y cancelarnos a mí y a otros  como “teóricos de la conspiración”.

Pero las teorías conspirativas de ayer hallaron la manera de convertirse en los hechos de conspiración que hoy recién se toman por ciertos.

En los meses posteriores a mi primer informe,  siguieron acumulándose pruebas de que el virus era un producto del laboratorio. Y LifeSiteNews continuó publicando  estas historias.

Primero, hubo un estudio académico realizado por dos científicos chinos que rastrearon el COVID-19 hasta el laboratorio de Wuhan. Este artículo de febrero de 2020 fue rápidamente “desaparecido” por las autoridades.

Luego vino el intento de encubrimiento por parte del director del laboratorio de Wuhan, formado en Estados Unidos, el Dr. Shi Zhengli, quien creó un  “virus padre” imaginario de COVID para ocultar el verdadero que había sido diseñado en el laboratorio.

La viróloga china, la Dra. Yan Li-Meng que huyó de China en abril de 2020, fue la primera en señalar  que el primo más cercano del virus es un coronavirus de murciélago  aislado originalmente por el Ejército Popular de Liberación, pero modificado para hacerlo mucho más infeccioso.

Quienes realizaron el empalme de genes dejaron “firmas” en el genoma mismo, argumentó el Dr. Steven Quay unos meses después. Para aumentar la letalidad de un virus, por ejemplo, quienes realizan investigaciones sobre ganancia de función suelen insertar un fragmento de ARN que codifica dos aminoácidos de arginina. Este fragmento, llamado doble CGG, nunca se ha encontrado en ningún otro coronavirus, pero está presente en el CoV-2. Además de esta evidencia condenatoria, escribió Quay, también hay otros indicios de manipulación.

El Dr. David Asher, quien dirigió el grupo de trabajo del Departamento de Estado que investigaba los orígenes del COVID-19,  concluyó  a principios de 2021 que el COVID era  el resultado de la investigación de armas biológicas . «El Instituto de Virología de Wuhan no es el Instituto Nacional de Salud», afirmó Asher. «Estaba operando un programa secreto y clasificado».

Durante el mismo período, se descubrieron cada vez más vínculos entre los laboratorios estadounidenses y chinos.

A finales de 2020, nos enteramos de que una organización llamada EcoHealth Alliance había recibido  millones de dólares de financiación  provenientes de los  contribuyentes estadounidenses  para  manipular genéticamente los coronavirus  con científicos del  Instituto de Virología de Wuhan .

Este fue el mismo tipo de investigación de ganancia de función que se utilizó para crear el virus COVID.

También nos enteramos de una propuesta de subvención de 2018 de EcoHealth Alliance llamada Proyecto DEFUSE, que buscaba diseñar coronavirus de murciélago de una manera que los hiciera más fácilmente transmisibles a los humanos, pre-adaptándolos a huéspedes humanos cultivándolos en ratones humanizados.

Y teníamos al propio Peter Daszak. El director de EcoHealth Alliance se jactó en Twitter sobre su proyecto vinculado a China: “Hemos logrado grandes avances con los coronavirus relacionados con el SARS de murciélagos… secuenciando genes de proteínas de pico, identificando aquellos que se unen a células humanas, usando… ratones humanizados para ver síntomas similares al que provoca el SARS y que muestran que algunos no responden a las vacunas…”

Esto fue allá por noviembre de 2019, antes de que se desatara el infierno de COVID.

Así que perdónenme si no me sorprende la gran revelación del Wall Street Journal. El hecho de que China, con el apoyo tecnológico y la financiación de Estados Unidos, haya diseñado en secreto un arma biológica peligrosa que escapó del laboratorio es ya obvio para casi todo el mundo.

Todos, excepto aquellos que todavía siguen siendo engañados por gran parte de los medios de comunicación tradicionales.

Igualmente obvio es el hecho de que Beijing lo sembró deliberadamente en todo el mundo, como escribí en otro artículo de LifeSiteNews  publicado en abril de 2020, infectando a la mitad del planeta y matando a millones.

En los últimos meses, la administración Biden suspendió la financiación del laboratorio de Wuhan.

Sin embargo, al igual que la historia del Wall Street Journal, esta acción es demasiado pequeña y llega cuatro años tarde.

China continúa investigando armas biológicas en laboratorios con fugas, y Estados Unidos todavía otorga subvenciones a investigadores chinos en campos relacionados con ello.

Todos los involucrados en el fiasco de la pandemia, desde la Casa Blanca hasta Anthony Fauci y Peter Daszak, esperan que los estadounidenses simplemente olviden lo que sucedió en Wuhan.

Pero olvidarnos y simplemente seguir adelante es lo que no debemos hacer. Debemos exigir una rendición de cuentas completa del gobierno de Estados Unidos. Después de todo, nunca recibiremos información fidedigna de China.

Finalmente, si quieres todas las noticias aptas para imprimir, tengo una recomendación para ti. Deshazte de los medios de comunicación tradicionales y regístrate en un sitio de noticias que no tenga miedo de imprimirlas.

Uno como LifeSiteNews o el que ahora mismo estás leyendo.

Steven Mosher es el presidente del  Population Research Institute  y un experto reconocido internacionalmente en China y en demografía. 

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