Quién fue un «héroe» en la lucha contra el terrorismo «se ha convertido en un ‘villano’ para los que respetan a la Guardia Civil». Esas palabras de Teresa Jiménez Becerril –hermana de Alberto, el edil sevillano asesinado por ETA junto a su mujer en 1998–, retumbaron el miércoles sobre el ministro del Interior Fernando-Grande Marlaska, quien reconocía que no le resultaba «cómodo», ni «fácil», cuando le ponían en frente a una víctima del terrorismo en la contienda política.
El juez implacable contra ETA, amigo de la Guardia Civil, el meticuloso instructor del «caso Faisán», estuvo en 2008 en la diana del comando Vizcaya y fue el Instituto Armado quien le protegió y logró detenerlos a tiempo. El Cuerpo más valorado por los españoles, con 176 años de historia, ha sufrido el zarpazo del terrorismo y son 230 los guardias civiles asesinados a manos ETA. Vidas rotas por defender el orden y la ley.
Algunas viudas de guardias civiles, agentes que sobrevivieron al terror prefieren guardar silencio ante la «metamorfosis» del juez que entonces les defendía y ahora es ministro de un Gobierno que pacta con los que no condenan a los que fueron sus verdugos.
El cese del coronel Pérez de los Cobos, la dimisión del DAO Laurentino Ceña, el salto de escalafones, la denominación de «policía patriótica»…Son muchas las afrentas en muy poco tiempo. Las víctimas de la guardia civil y sus familiares han escuchado numerosas afrentas en estas dos semanas.
El padre de Diego Salva, cuyo hijo, guardia civil, fue una de las últimas víctimas de ETA tras volar su coche patrulla en Palmanova, asegura que se ha sentido «muy atacado» con todo lo que está ocurriendo con la Guardia Civil y lo que está haciendo Grande-Marlaska. «Es una traición al Cuerpo. Me he sentido muy ofendido y herido» porque el Instituto Armado «es lo mejor que tiene España». Recuerda que su hijo vestía con orgullo el uniforme y con él fue asesinado. Aunque no le sorprende que Grande -Marlaska haya cambiado tanto. «Ya no me sorprende nada. Intenta influenciar para crear su propia policía», lamenta.
Un coche bomba hizo saltar por los aires la casa cuartel de Zaragoza de Juan Barrera, donde fueron asesinadas sus dos hijas gemelas. A pesar de todo lo ocurrido, él siguió vistiendo el uniforme de la Guardia Civil hasta que tuvo que retirarse. A él tampoco le sorprenden las «purgas» de Marlaska. «Si les viene bien, bien. Los políticos barren según les conviene». Personalmente asegura que se siente «mal» por lo que está ocurriendo con el Cuerpo e insiste en que «se les ha olvidado que ha habido muchos escoltas que se han jugado la vida por protegerle». Además, recuerda que la Guardia Civil tendría que ser «independiente por ley» y «no haber permitido nunca a un juez ser político», o por lo menos «que ya no vuelva a ser juez». Recuerda el día que juzgaron a los etarras de la casa cuartel y «nos dejaron fuera del juicio, porque no estábamos en una lista», a pesar de que habían asesinado a sus gemelas. Y tuvieron que personarse.
Hortensia González ha sufrido mucho desde que asesinaron a su hijo en el atentado de Príncipe de Vergara, en Madrid. Cuando se enteró del cese del coronel Pérez de los Cobos llamó al ministerio del Interior; quería hablar con Marlaska. «Le quería decir que estaba muy enfadada y exponerles la pena que me da que vaya ahora contra la Guardia Civil cuando han hecho tanto por España». Sin embargo, no habló con el ministro, se puso una persona de su departamento y le sugirió que escribiera una carta. «Quería decirle que tanto Sánchez y él solo quieren el poder, no les importa nada más». «No le deseo mal a nadie, pero ojalá que a ellos no les pase lo que me ocurrió a mí. He sufrido mucho», reconoce. González recuerda que la Guardia Civil «protegió a Marlaska frente a ETA» y se pregunta: «¿a qué viene todo lo de ahora?». Asegura que el ministro del Interior y Roldán se parecen «por haber deshonrado a la Guardia Civil». «Ha vendido sus principios de juez por estar ahí, en el cargo», critica. «¿Actuarían igual si les hubieran matado a un hermano, hijo, padre?».
Hortensia está pasándolo «muy mal», ha sufrido mucho y su salud y la soledad en la pandemia se han agravado por las afrentas a un Cuerpo por el que su hijo dio la vida. «Ha traicionado a los que le protegieron». «Cuando he visto lo que están haciendo, me he puesto mala». «No se puede ser ahora aliados de los verdugos», se lamenta.
(C.S. Macías. Diario La Razón)