Especialmente crítico se ha mostrado el diputado de Vox Manuel Mariscal, quien ha señalado que en los últimos años se percibe un sesgo ideológico» en la red social que hace que «algunas personas y presidentes elegidos sean censurados e incluso expulsados -refiriéndose al expresidente de Estados Unidos Donald Trump-, mientras se protegen cuentas de dictadores como Nicolás Maduro.

«En España protegen cuentas vinculadas al terrorismo como las de Otegi y Boye«, ha aseverado Mariscal. También ha criticado que la red social auspicie «campañas de la izquierda» como el Me Too o el Blacklivesmatter, pero que se censure a un diputado de Vox por «escribir algo objetivo como que un hombre no puede quedarse embarazado. ¿Por qué desinforma un tuit que dice que un hombre no puede quedarse embarazado?».

Por su parte, el senador del PP Francisco Javier Márquez ha preguntado en la misma línea que «¿por qué se cierra la cuenta de Trump y no la de líderes talibanes?».

La responsable de políticas públicas de la plataforma ha evitado responder directamente la cuestión y ha señalado que, en general, las normas de Twitter «son globales y universales». «La protección de la libertad de expresión se extiende a todo el mundo.

El Big Tech es ya más poderoso que cualquier Gobierno

Así mismo ha subrayado que en su compañía las decisiones respecto a las políticas de información no se toman de manera unilateral. «Tenemos un consejo de confianza y seguridad con más de 140 socios en todo el mundo. Es un conjunto de think tanks independientes que aconsejan sobre cómo cree que la plataforma debería tomar medidas. Ello asegura que se respetan los derechos fundamentales de las personas».

En definitiva, estas personas están por encima del bien y del mal – y por encima de las leyes nacionales- y deciden lo que está bien o lo que está mal, lo que se tiene que perseguir o censurar. En definitiva, las leyes de un país sobre la libertad de expresión están supeditadas a su veredicto. Y es que el Big Tech es ya más poderoso que cualquier Gobierno