Trump rescata el Día de Colón: Una defensa del descubrimiento, la civilización y la Fe

El rescate de la memoria histórica frente a la leyenda negra

Donald Trump ha anunciado su firme intención de «recuperar» el Día de Colón, una conmemoración que honra la gesta de Colón con el descubrimiento y posterior evangelización  de América. En palabras del propio Trump: «los demócratas han hecho todo lo posible para destruir a Cristóbal Colón y su reputación», pero ahora, afirma, ha llegado el momento de revertir esa campaña de desprestigio.

No es casual que la recuperación del Columbus Day coincida con un momento histórico en el que la cultura occidental cristiana es atacada desde todos los frentes globalistas e izquierdistas. Recordar el descubrimiento de América no es solo rendir homenaje a un hecho histórico, sino sobre todo defender el inicio de la evangelización, la civilización y la implantación de la fe católica en el Nuevo Mundo.

La decisión de Donald Trump no solo tiene un valor simbólico. Es mucho más. Es una reacción necesaria frente a los embates de los movimientos indigenistas y deconstructivistas que, al amparo de los dogmas de la Agenda 2030, han pretendido derribar estatuas, eliminar fiestas tradicionales y reescribir la historia, en definitiva, destruir la esencia del catolicismo en América.

Estos movimientos indigenistas-globalistas no buscan construir un relato más justo, sino destruir los fundamentos de la civilización cristiana que España, de la mano de hombres como Cristóbal Colón, los conquistadores y los frailes españoles llevaron a América.

El acto de descubrir América no fue un mero accidente geográfico. Fue el inicio de una gigantesca obra de construcción humana y espiritual. La labor de Isabel la Católica, plasmada en las célebres Leyes de Indias, es la prueba fehaciente de que España reconocía la dignidad intrínseca de los indígenas mucho antes de que existiera siquiera el concepto moderno de Derechos Humanos. De hecho, esas leyes se adelantaron en más de cuatro siglos a la proclamación de los derechos universales del hombre.

España llevó a América no solamente el idioma, la cultura, la lengua y las estructuras sociales y políticas, sino, sobre todo, la fe católica. Una fe que hoy sigue viva en cientos de millones hispanoamericanos que reconocen en España su madre espiritual y civilizadora. Frente a la manipulación de la «leyenda negra», la conmemoración del Día de Colón debe ser celebrada como lo que realmente fue: un acto de entrega, de sacrificio y de misión evangelizadora.

Los pueblos de América tienen el deber de agradecer aquella gesta que los sacó de la barbarie y les entregó una cultura escrita, universidades, hospitales, leyes y, sobre todo, la luz de la fe en Cristo.

España, a través de su Corona y de sus misioneros, sembró la civilización en un continente que desconocía la noción de dignidad humana universal. La obra hispánica representó en su conjunto un inmenso bien para la humanidad y la expansión por todo el mundo de la fe católica.

Hoy, cuando Trump recupera el Día de Colón, está recordándole a Occidente su origen, su identidad y su misión. Y nosotros, como herederos de esa civilización católica y española, debemos responder con firmeza: ¡Gracias, España! ¡Gracias, Colón! ¡Gracias, Isabel la Católica!