Ya no hay un entender social de la Patria como motivo de gratitud. No será azaroso el dicho: es de bien nacido ser agradecido. Porque un buen ciudadano da gracias a lo que otros han hecho antes que él y que han hecho que él sea así. Pues no se tiene derecho a nacer en un país u otro, a ese bien recibido.
Ese entender solo sería posible al ver y disfrutar de los medios, la educación, la lengua, el estilo y la forma de ser que nos da la Patria. Y digo forma de ser, sí, porque seguro que si decimos personas intrépidas, heroicas y creativas, todos caemos en la cuenta de que solo puede tratarse de un español.
Pero, muy tristemente, en España ser patriota ha pasado a ser algo negativo. Sustitúyase negativo por facha, racista, fascista o patriarcal. Este problema no es responsabilidad de los catalanes, gallegos o vascos. Es un problema nacional, que se da de forma más focalizada en ciertas regiones, pero el cual solo puede ser atajado desde la unidad y solidaridad.
Hay ciudadanos de nuestro país que el único contacto que tienen con la bandera española es en la fachada del Ayuntamiento –la cual dejan para no pagar la multa–. De hecho, llevar símbolos españoles de moda es considerado hacer política.
Lo que vivimos hoy en día no es otra cosa que una degeneración de lo que se gestó en los siglos XVII y XVIII. Entonces, surgieron la idea y las aplicaciones de los nacionalismos. Que no es otra cosa que tornar la Patria en nación. La nación puede ser concebida como un contrato o constructo social, que uno crea a costa de la oposición permanente con la nación de enfrente.
Los patriotas podemos decir que seguimos un ideal, no un objeto, que aceptamos una adhesión psicológica y la confirmamos conociéndola. No se puede amar lo que no se conoce. Y el amor tiene manifestaciones sensibles, como lo son los gestos, los signos o los símbolos.
Conocer implica ver lo bueno y lo malo. Por supuesto que la Historia de España tiene sus luces y sus sombras. ¿Cuál no? Pero en esta visión negro-legendaria fomentada sobre todo desde la Ilustración en su Enciclopedia las luces brillan por su ausencia.
Si nos quitáramos los complejos, estudiáramos nuestra historia y la contáramos con orgullo, tendríamos un cine español que ya quisieran las mejores películas de Hollywood.