Roce entre Biden y la UE: el acuerdo de inversiones con China

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Uno de los principales asesores del presidente electo Joe Biden lanza un toque de atención a la UE ante la posibilidad de cerrar un acuerdo de inversiones con China

Todavía faltan unas semanas para que Joe Biden, presidente electo de los Estados Unidos, se siente en el despacho oval, pero la futura Administración americana y la Unión Europea ya han tenido su primer roce en una demostración de que la reconstrucción de los puentes trasatlánticos van a requerir de algo más que la salida de Donald Trump de la Casa Blanca. Tanto en materia comercial como en materia geoestratégica, dos elementos estrechamente ligados.

La Unión Europea y China se marcaron en una cumbre en abril de 2019 el objetivo de cerrar un acuerdo de inversiones antes de que finalizara el año 2020. Y ahora, contrarreloj, Bruselas y Pekín creen que el pacto está al alcance de la mano. Alemania ha impulsado con especial ímpetu los esfuerzos, con el objetivo de poner un broche de oro a su presidencia rotatoria del Consejo de la UE, aunque algunos Estados miembros se han mostrado más cautos, aconsejando no concluir ningún acuerdo por el hecho de cumplir con la fecha límite de finales de año.

Y las noticias de lo que parece un inminente acuerdo han cruzado el Atlántico. En la madrugada del lunes al martes, y ante la intensificación de los rumores de fumata blanca, Jake Sullivan, asesor de Seguridad Nacional de Biden, dio un toque de atención a la Unión Europea. “La Administración Biden-Harris agradecería consultas tempranas con nuestros socios europeos sobre nuestras preocupaciones comunes sobre las prácticas económicas de China”, escribió Sullivan en Twitter, enlazando una noticia sobre los avances hacia el acuerdo.

Uno de los puntos de la agenda transatlántica que tanto Biden como los Veintisiete saben que tendrán que discutir es la necesidad de coordinar mejor sus posiciones respecto al gigante asiático. Es algo que en las últimas semanas han solicitado tanto Josep Borrell, jefe de la diplomacia europea, como desde el equipo de Charles Michel, presidente del Consejo Europeo. Los críticos con el acuerdo ven que dar este importante paso sería sinónimo de mostrar una falta de voluntad de cooperación con la Administración Biden, que también se había mostrado dispuesta a reforzar la coordinación en el reto chino.

Jake Sullivan.
Jake Sullivan.

Pero, por unas razones y por otras, la Unión Europea está empujando a favor del acuerdo de forma urgente. Algunos Estados miembros, como Francia, siguen apostando por el discurso de una mayor autonomía estratégica respecto a Estados Unidos, y creen que este acuerdo se enmarca en esa estrategia. Otros países, como Alemania, que de hecho creen que hay que priorizar la reconstrucción de lazos con Washington antes de continuar en la búsqueda de la autonomía, apuestan por el pacto por interés económico y porque fue el compromiso alcanzado con el Gobierno chino.

El acuerdo de inversiones con China es considerado un punto fundamental para la agenda económica de la Unión Europea, que persigue que el gigante asiático dé un mayor acceso al mercado chino para las empresas europeas. Se trata de una pieza importante en el esfuerzo por volver a equilibrar las relaciones entre ambos bloques. En la actualidad, los Veintisiete tienen 25 acuerdos de inversión bilaterales, siendo la República de Irlanda la única que no tiene un pacto con Pekín. Pero estos acuerdos, que se centran en la protección de inversiones, no cubren la liberalización de los mercados o el acceso a los mismos, así como asuntos de sostenibilidad o las reglas para las empresas de propiedad estatal (EPA) y de transparencia en materia de subsidios.

Una sola bala

La cuestión es que la Unión Europea tiene una sola bala en lo que se refiere al elemento central del acceso al mercado chino, y es precisamente esto lo que preocupa a algunos Estados miembros. Como escribe Alicia García-Herrero para el ‘think tank’ económico Bruegel, el acuerdo de inversiones “será un tratado y no se puede revisar fácilmente, por lo que no habrá muchas otras oportunidades para que la UE asegure mejoras en términos de acceso al mercado chino”.

Foto: Comisión Europea (Efe)

Por su parte, China quiere reforzar su acceso al mercado europeo y la protección a las inversiones del gigante asiático en el Viejo Continente. Algunas voces se muestran preocupadas por la posibilidad de que este acuerdo acabe afectando a los mecanismos puestos en pie por la Unión Europea durante los últimos años para analizar y escrutar las inversiones de terceros Estados para impedir que, precisamente, potencias extranjeras como Pekín puedan llegar a adquirir partes de la economía europea que son críticas para la seguridad del bloque comunitario.

Además, y es uno de los puntos más polémicos, la Unión Europea quiere que Pekín se adhiera a los convenios de la Organización Internacional del Trabajo, que entre otras cosas descartan el trabajo forzoso que el régimen comunista impone sobre los musulmanes uigures de la región de Xinjiang. Pero, para China, que ha hecho cesiones considerables durante los últimos tramos de negociación, este punto es una línea roja y si los Veintisiete quieren cerrar un pacto, probablemente se vean obligados a ceder.

Este acuerdo, en este momento, es la respuesta correcta al desafío y envía las señales correctas. ¿Deberíamos ceder en el trabajo forzoso?

Esta posible cesión en materia de trabajo forzoso es una de las preocupaciones de la Administración Biden y también dentro de la Unión Europea. “Lo que está en juego no es si la UE debería seguir una política coherente con China. Todo el mundo está a favor de eso”, ha escrito Reinhard Bütikofer, eurodiputado alemán de Los Verdes y presidente de la delegación del Parlamento Europeo para las relaciones con China. “El debate es más bien si este acuerdo en este momento es la respuesta correcta al desafío y envía las señales correctas. ¿Deberíamos realmente ceder en el trabajo forzoso?”, señalaba el alemán.

“¿Realmente deberíamos ayudar a Xi Jinping a hacerle un corte de mangas a Joe Biden? Toda la idea de que la UE debe apresurarse a llegar a un acuerdo con China para impresionar a Estados Unidos es equivocada. Contribuiría más a la soberanía de la UE si demostramos que sabemos cuándo defendernos frente a China. Y alinearnos con nuestros socios”, concluyó Bütikofer.

La prueba de paternidad de este último empuje en las negociaciones señala directamente a Berlín, al mismo tiempo que la canciller alemana, Angela Merkel, se opone a la visión del presidente francés, Emmanuel Macron, de mantener cierta distancia con la Casa Blanca y continuar por el camino de la autonomía estratégica. Algunos Estados miembros, inquietos con la posibilidad del pacto, han comenzado a moverse y a hablar públicamente. Es el caso de Polonia, cuyo ministro de Asuntos Exteriores ha escrito en Twitter que la UE necesita un acuerdo de inversiones con China, pero también hablar con Washington: “Necesitamos más consultas y transparencia para incorporar a nuestros aliados transatlánticos. Un trato bueno y equilibrado es mejor que uno prematuro”.

Foto: Joe Biden. (Reuters)

Y esa idea, la de que es mejor esperar y cerrar bien el pacto, también la defiende García-Herrero en Bruegel. “La llegada en enero de una nueva Administración a EEUU, el mayor socio comercial de la UE, podría ser otro argumento para ir con lentitud. Es posible que la UE desee seguir siendo económicamente soberana, pero eso no debería equivaler a alcanzar acuerdos económica y políticamente importantes en el momento equivocado”.

Pero, por el momento, ni Berlín ni Bruselas terminan de levantar el pie del acelerador. El objetivo sigue siendo cerrar un acuerdo antes de que concluya 2020 para cumplir con el acuerdo que los Veintisiete alcanzaron con Xi Jingping. El riesgo ahora es que cumplir con los compromisos del pasado sea sinónimo de entrar en el futuro de las relaciones transatlánticas con el pie izquierdo.

(Nacho Alarcón. El Confidencial)

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