¿Qué hemos hecho para merecer esta mierda de Gobierno?

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La respuesta a la pregunta del titular es automática, evidente y penosa: tenemos está porquería, miman a los terroristas de ETA, compadrean con los golpistas catalanes, engañan en las cifras, ocultan muertos por coronavirus, se compran chalets de lujo como ha hecho Pablo Iglesias, se van de vacaciones con el país de nuevo infectado como va a hacer Pedro Sánchez y benefician con dinero público a sus amiguetes, porque mucha gente, cuando se acercó a las urnas, votó a partidos como PSOE, Podemos, ERC, Bildu o PNV.

Pero hay más, como subrayan este 30 de julio de 2020 en OKdiario, puntualizando que lo de Fernando Simón no es una inocentada veraniega.

Al parecer, Sánchez se está planteando convertir a Simón en el próximo ministro de Sanidad,  caso de que Salvador Illa abandone el Ministerio para ser el candidato del PSC en las próximas elecciones catalanas, cuya celebración -dependiendo del horizonte penal de Quim Torra- se estima para antes de finales de año, presumiblemente en octubre.

El nombre de Simón corre de boca en boca en los mentideros políticos. Su gestión ha sido desastrosa -negó la posibilidad de un contagio masivo, instó a participar en las manifestaciones feministas del 8-M y tras meses haciendo equilibrios en la cuerda floja culminó su papel estelar agradeciendo a Gran Bretaña que triturara definitivamente al sector turístico-, pero en los sectores más dogmatizados de la izquierda se ha convertido en un icono, en un referente que Sánchez quiera explotar.

Sus errores han sido de bulto -«en España -dijo- no habrá más que dos o tres casos significativos», pero la izquierda sale en su defensa por haberse convertido en el cortafuegos de Pedro Sánchez, que mantiene hacia él una deuda de gratitud. Y como en los sectores socialcomunistas Fernando Simón cae bien, el presidente del Gobierno baraja seriamente la posibilidad de convertirle en ministro. Cumple perfectamente con el perfil: su gestión ha sido calamitosa, pero es mediático y tiene un aire progre que encaja en lo que desea Pedro Sánchez.

Fernando Simón, en cualquier país serio del mundo, habría sido destituido a las primeras de cambio, pero en España las cosas son diferentes: poco le importa al presidente del Gobierno que su gestión de la crisis sanitaria haya sido un desastre. Lo que le interesa es rentabilizar la buena imagen que Simón tiene dentro de la izquierda más combativa. Así que si Salvador Illa -otro al que Sánchez quiere promocionar- se convierte, con permiso de Miquel Iceta,  en el reclamo socialista en las autonómicas de Cataluña, Fernando Simón puede ser el nuevo Pedro Duque en el Gobierno socialcomunista.

¿Qué hemos hecho para merecer esto?, se preguntarán ustedes. Para esa cuestión no hay respuesta. De modo que sólo queda cruzar los dedos y esperar que el curso de los acontecimientos frustre un nombramiento que, no es broma, tiene visos de hacerse realidad.

(Periodista Digital)

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